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29/5/13

Aire que Respiras

El aire contiene un componente oculto esencial para la vida. Los antiguos alquimistas en la tradición de occidente llamaron a ese componente secreto Nous y Prana en la tradición oriental yóguica. 

En las sociedades antiguas y preindustriales, el aliento y la respiración han tenido un papel muy importante en la cosmología, la mitología y la filosofía, y también han sido una herramienta importante en la  práctica ritual, espiritual y sanadora. Distintas técnicas de respiración han sido utilizadas en muchos períodos históricos y por muy distintas culturas del mundo para inducir estados holotrópicos de consciencia con propósitos curativos y religiosos. Desde la temprana historia, virtualmente todo sistema psicoespiritual de importancia que intenta comprender la naturaleza humana ha considerado la respiración como un vínculo crucial entre el mundo material, el cuerpo humano, la psique y el espíritu. Lo que claramente se refleja en las palabras que la mayoría de los lenguajes utilizan para la respiración.

En la antigua literatura india, el termino prana  significa no solo la respiración física y el aire, sino también la esencia sagrada de la vida. De modo semejante, en la medicina tradicional china, la palabra chi se refiere a la esencia cósmica y a la energía de la vida, así como al aire natural que respiramos con los pulmones. En Japón, la palabra correspondiente es ki. El ki tiene un papel de la mayor importancia en las prácticas espirituales japonesas y en las artes marciales. En la antigua Grecia, la palabra pneuma significa tanto aire o aliento, como espíritu o esencia vital. Los griegos también consideran la respiración como algo muy relacionado con la psique. El término phren  se utilizaba tanto para el diafragma, el mayor músculo implicado en la respiración, como para la mente (como el término esquizofrenia: literalmente mente partida). En la tradición hebrea, la misma palabra ruach, denota tanto el aliento como el espíritu creativo, que se consideran idénticos.

La siguiente cita del Génesis muestra la estrecha relación entre Dios, el aliento y la vida: “entonces el Señor  formo al hombre (hebreo Adam) a partir del polvo del suelo e insuflo en su nariz el aliento de la vida;  y el hombre se convirtió en un ser vivo.” En latín, el mismo nombre se utilizaba para el aliento y el espíritu: spiritus. De forma parecida, en las lenguas eslavas, el espíritu y el aliento tienen la misma raíz lingüística.
En la tradición nativa y en la medicina hawaiana (kanaka maoli lapa´au), la palabra ha significa el espíritu divino, el viento, el aire y el aliento. Está presente en el popular aloha hawaiano, expresión que se utiliza en contextos muy  distintos y en ocasiones muy diferentes. Se suele traducir como presencia (alo) del Aliento Divino (ha). Si contrario, ha´ole, que literalmente significa sin aliento o sin vida, es un término que los nativos hawaianos aplicaban a los extranjeros rostropálidos desde la llegada del infame capitán británico James Cook en 1778. Los kahunas, “Conservadores del Conocimiento Secreto”, utilizaban ejercicios respiratorios para generar energía espiritual (mana).

Desde hace siglos se sabe que es posible influir en la conciencia mediante técnicas que incluyen la respiración. Los procedimientos que se han utilizado con este propósito por distintas culturas antiguas no occidentales cubren una amplia gama, desde la drástica interferencia con la respiración a sutiles y sofisticados ejercicios de distintas tradiciones espirituales. De ahí que la forma de bautismo original practicada por los esenios implicara la sumersión forzada del iniciado bajo el agua por un largo periodo de tiempo. Lo que desembocaba en una poderosa experiencia de muerte y renacimiento, en otro tipo de grupos, los neófitos eran semi-ahogados con humo, mediante la estrangulación o por la compresión de las arterias carótidas.

Pueden producirse profundos cambios en la conciencia utilizando ambos extremos del ritmo de la respiración, hiperventilación y la ausencia prolongada de aire, así como usándolas alternativamente. Métodos muy avanzados y sofisticados de esta clase pueden encontrarse en la antigua ciencia india de la respiración, o pranayama. William Walker Atkinson, un escritor americano que fue muy influyente en el movimiento espiritual/filosófico del cambio de siglo (1890- 1900), escribió bajo el seudónimo de Yogui Ramacharaka un extenso tratado de la ciencia hindú de la respiración (Ramacharaka, 1903). 
Técnicas especificas que incluyen la respiración intensa o aguantar la respiración también forman parte de distintos ejercicios en el yoga Kundalini, el Sidda Yoga, el Vajrayana tibetano, la práctica sufí, la meditación budista birmana y la taoísta, así como muchas otras. 
Indirectamente, la profundidad y el ritmo de la respiración se ve muy influenciado por actuaciones artísticas como el canto de los monos de Bali o Ketjak, la música de garganta de los esquimales inuit y los cantos de los kirtans, bhajans o los dhikrs sufíes. Técnicas más sutiles, que acentúan una consciencia especial en relación a la respiración en lugar de cambios en la dinámica de la respiración, tienen un lugar destacado en el budismo. Anapanasati constituye una forma básica de meditación enseñada por Buda; literalmente significa “respiración atenta” (del palianapana: inhalación y exhalación y sati: atención plena). 
La enseñanza de Buda del anapana  se basaba en su experiencia al utilizarla como medio de alcanzar su propia iluminación. Acentuaba la importancia de no solo estar atento a la respiración, sino de utilizar esta para ser consciente de todo el cuerpo y toda la experiencia. Según el Anapanasati Sutta (Sutra), el practicar esta forma de meditación conduce a eliminar todos los obstáculos (kilesia). El Buda enseñó que la práctica sistemática de anapanasati conduciría a la liberación final (nirvana o nibbana).

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