El templo de
Horus en Edfu, ejemplo arquetípico de lo que debe ser un monumento religioso
egipcio, no es más que una reconstrucción realizada en época ptolemaica por el
faraón Ptolomeo III Evergetes (282-222 a .C.) sobre los cimientos del primitivo
santuario del dios halcón Horus, hijo de Isis y Osiris.
Edfu posee un edificio anexo, un mammisi o lugar de nacimiento en copto (templo de menor tamaño) levantado ante los pilonos de entrada al templo. Sobre sus muros se describe detalladamente la concepción y el nacimiento del Dios Halcón. Una de las escenas más curiosas de todo el mammisi es en la que aparece el momento exacto en que Horus niño viene al mundo. Ante la divinidad recién nacida se presentan cuatro figuras hieráticas que portan diferentes regalos. Cada uno de ellos es el delegado de una de las cuatro regiones más alejadas de Egipto y traen regalos preciosos: oro, incienso, mirra y un libro sagrado.
Esta historia,
que a todos nos recuerda de forma sospechosa a los Reyes Magos de nuestra
Epifanía del 6 de enero, no hace más que refrendar los estrechos lazos
existentes entre los primeros balbuceos del cristianismo y las milenarias
fuentes egipcias.
En el evangelio
según San Mateo, es poco lo que se dice de los Reyes Magos y son numerosas las
leyendas e interpretaciones sobre su existencia.
¿Quiénes eran?
¿De dónde sacaron sus conocimientos?.
Algunos dicen
que eran sabios astrólogos (se ha tomado el 6 de enero como el día del astrólogo) y pudieron detectar la
conjunción de planetas e interpretarla como la señal de un importante
acontecimiento para la humanidad.
En un extracto
del libro Arpas Eternas de Josefa Rosalía Luque Alvarez, dice así:
- Melchor,
sabio astrólogo de tez morena, construyó en Arabia un templo escuela y sus
integrantes llegaron a ser respetados y considerados como augures, astrólogos y
terapeutas. Su escuela era Kobda-Mosaica.
- Gaspar,
príncipe de Bombay, buscó en el estudio del mundo sideral y de los poderes
internos concedidos por Dios a los hombres la fuerza necesaria para ser útil a
la humanidad. Creó una escuela Budista, por lo cual él, al igual que el
príncipe Sidharta, había abdicado en un sobrino todos sus títulos para
dedicarse solamente a la
Divina Sabiduría.
- Baltasar,
el persa, era Consejero de una escuela de meditación y de sabiduría, que era
una derivación del Krishnaismo Indostánico.
- A estos
tres célebres viajeros de Oriente, les acompañaba Filón, estudiante de
Alejandría, quien era ptolomeísta en sus principios fundamentales, lo que es
igual que aristotélico, pues Ptolomeo fue discípulo de Aristóteles, y éste de
Platón, que a su vez lo fue de Sócrates.
Llamado
también Filón el Hebreo o Filón el Judío. Su obra es una significativa
expresión del sincretismo filosófico de la primera mitad del siglo I, que
vinculó entre sí las ideologías griega y hebrea.
Al parecer la
búsqueda de conocimiento y su devoción a Dios les puso en sus manos claras
señales de la llegada de nuestro maestro Jesús. Ellos no eran los únicos que
estaban al tanto de que estaba sucediendo algo importante para la humanidad.
"Los
sabios y estudiantes de las grandes Fraternidades Ocultistas seguían con
extática mirada aquella grandiosa marcha estelar, que desde siglos atrás sabían
que debía marcar la hora precisa de la aparición del Hombre de Dios sobre el
planeta....... Esa noche, permanecían muchos en vigilia para contemplar el
grandioso espectáculo anunciado por los astrónomos asirios y caldeos, algunos
hasta temían un cataclismo estelar que produjera la disgregación de varios
mundos incluso la tierra. Fue así como los pastores betlemitas velaban también
y por su sencillez de costumbre y ferviente plegaria a Jehová pidiendo
misericordia, captaron, los más sensitivos, la onda de armonía divina emanada
de las Grandes Inteligencias que prohijaban la entrada del Hombre Dios al plano
físico".
La única
traducción inglesa del Tetrabiblos de Ptolomeo, parece haber sido escrita en
1701, con el nombre de “La
Cuadripartita ”. Esa publicación fue eliminada de la venta al
público por la errónea interpretación o ignorancia de su autor, Whalley y sus
asistentes, por quien fue producida, la mayoría de sus páginas han quedado ininteligibles.
La segunda edición de la misma traducción, publicada por Browne y Sibley en 1786,
tampoco fue corregida de los errores ni siquiera en ciertas erratas tipográficas.
La presente traducción ha sido hecha de la paráfrasis griega de Proclus del texto original de Ptolomeo; la edición fechada en 1635 es de Elzevir.
Bóveda Celeste de la astrología egipcia.
Fuentes:
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