Los
sacerdotes y adelantados de la doctrina Ofita fueron primero los
denominados Naasenos, conocidos con el término hebreo "naas", que
significa Serpiente.
Después
se autodenominaron gnósticos, proclamándose los conocedores del
profundo conocimiento. A partir de ellos surgieron variaciones de una
herejía que seguía siendo la misma, pues no hacían mas que
designar con nombres distintos idénticas cosas.
Veneraban
a la serpiente, de ahí que todos los templos bajo el cielo reciban
el nombre de Naos, de Naas. En su honor se establece todo templo,
iniciación y misterio, de modo que no es posible hallar bajo el
cielo un solo rito de iniciación que no tenga lugar en un templo, y
en él está el naas, de donde le viene el nombre de templo.
Enseñaban
que la serpiente es la substancia húmeda, como opinaba Tales de
Mileto, y que nada de lo que existe, inmortal o mortal, animado o
inanimado, puede subsistir fuera de la serpiente. Todas las cosas le
están sometidas, contiene en si misma la bondad de todas las demás
cosas y otorga la belleza a todos los seres de acuerdo con su propia
naturaleza y su peculiaridad, como si anduviese a través de todo
como surgiendo del Edén. Y dividiéndose en cuatro principios, Edén
es el cerebro, dicen, por cuanto está construído y trabado dentro
de las membranas circundantes, que son como los cielos.
Afirmaban
que el Paraíso es el hombre, pero solo la parte de la cabeza. Ahora
bien, el rio que fluye del Edén, es decir, del cerebro, se divide en
cuatro principios:
El
nombre del primero es Fisón; este es el que circunda toda la tierra
de Eilat, donde hay oro; un buen oro es el de aquella tierra. Allí
se da también el carbunculo y la piedra verde. Esta es el ojo que,
por el honor que le es debido y sus colores, da testimonio de lo
dicho.
El
nombre del segundo rio es Geón. Este circunda toda la tierra de
Etiopía. Este es el oido, una cosa laberíntica.
El
nombre del tercero es Tigris, el que discurre frente Asiria. Este es
el olfato, pues tiene una corriente poderosa. Y discurre frente a
Asiria, pues tras expeler el aire en la respiración, resulta que,
inspirando el aire, aspira un pneuma mas rápido y fuerte. Tal es,
dice, la naturaleza de la respiración.
El
cuarto rio es el Eúfrates. Afirmaban que este es la boca, a través
de la cual se realiza la salida de la oración y la entrada del
alimento que alegra, nutre y da figura al hombre perfecto y
espiritual.
Tal
hombre carece de honor en el mundo, pero está colmado de honores en
el cielo. Aquí está con los que no lo conocieron y con los que no
lo conocen, algo así como la gota que rezuma de una vasija.
Y
dicen del agua que está encima del firmamento, acerca de la cual
dijo el Salvador: “Si supieras quien es el que te pregunta tú le
pedirías a él, y te daría a beber agua viva”.
A
este agua acude toda naturaleza y de ella escoge sus propias
substancias, y para cada naturaleza sale de este agua lo propio, más
que el hierro es atraído por la piedra magnética, o el oro por la
espina de la raya o la paja por el ambar.
Si
hay un ciego de nacimiento que no ha visto la luz verdadera que
ilumina a todo hombre que viene a este mundo, por medio de nosotros
recobrará la vista y verá. Como en un Paraíso lleno de plantas y
toda clase de simientes, el agua discurre a través de todas las
plantas y simientes; y observará como de una sola e idéntica agua
seleccionan y absorben el olivo su aceite, la viña su vino, y así
las demás plantas según su especie.
…
Nosotros somos,
afirman, los espirituales, los elegidos por mediación del agua viva
del Eúfrates que discurre por medio de Babilonia, los que avanzamos
hacia lo que nos es propio entrando por la verdadera puerta, que es
Jesús el Bienaventurado. Y entre todos los hombres nosotros somos
los únicos cristianos. Junto a la tercera puerta, nosotros llevamos
a su perfección los misterios, y allí somos ungidos como ocurrió
con David, y con Saul, el que convivió con el malvado demonio de la
concupiscencia carnal.
Continuará...
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