Antes
de que China dispusiera de una cultura desarrollada, puede hallarse
el Dragón en tribus neolíticas anteriores a la civilización china
tradicional. Los primeros ejemplos conocidos de estas criaturas se
pueden encontrar en objetos de jade de la Cultura Hongshan, que
habitó la zona fronteriza del noreste de China y Mongolia hace unos
7.000 años.
Las
tradiciones populares narran que los primeros gobernantes chinos eran
en realidad dragones convertidos en humanos y enviados para gobernar
a los hombres. Se dice que la civilización china surgió cuando el
legendario Huang Di o Emperador Amarillo y sus descendientes
lideraron a una tribu semi-nómada para atacar al pueblo Yan, con el
que finalmente se fusionaron, formando juntos una cultura sedentaria
basada en la agricultura, que se estableció en el Valle del Río
Amarillo.
En
la parte alta del Rio Huang (Rio amarillo), en la que la corriente
del agua desciende con más fuerza, se encuentra “La Puerta del
Dragón”.
Cuenta
la leyenda que el pez que pudiera nadar contra la corriente del río
y superarla podría convertirse en un dragón, para los orientales el
dragón es considerado un ser poderoso de gran sabiduría y al que
todos tenían un gran respeto. Varios peces lo intentaron, pero
únicamente, una pequeña carpa de dorados colores brillantes y
alegres, el koi, tuvo éxito. Nadando río arriba, escalando rápidos
y cascadas, sin dejar que nada la apartase de su camino, llega a un
Lago sagrado en la cima de la Sagrada Montaña Kunlun, en la que se
encuentra La Puerta del Dragón, y al pasar por ella por medio de un
gran salto, se convierte en un Pez-Dragón.
A
pesar del agotamiento por el esfuerzo realizado, nada le impidió
superar su último obstáculo, la carpa saltó por encima de la
puerta y se transformó en un dragón. Al instante, su pequeño
cuerpo se vio henchido de sabiduría, de fuerza, de valentía y de
amor, no solo para superar los obstáculos, sino para lograr el éxito
de por vida.
Los
antiguos samurais “aquellos que sirven”, la utilizaban como
alegoría de valentía para enseñar a los jóvenes reclutas, ya que
para estos aguerridos guerreros, la rectitud en el obrar, el coraje,
la honestidad, la lealtad, la benevolencia, el respeto y el honor
constituyen la base de su código moral.
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