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7/1/13

ASGERIA Asamblea de Gestión Solidaria

Re-evolución hacia la cooperación "Asamblea de Gestión Solidaria"
Como alternativa económica integral al vigente orden económico-financiero, quizás sería oportuno reflexionar acerca de la posibilidad de plantearse la necesidad de disolver la estructura bancaria imperante.
No se trataría de innovar para reformar lo establecido, ni de destruir lo como viejo percibido, sino de deconstruir lo conocido para reflexionar sobre lo que de esencial hay en ello, y hallar así el modo de construir otro tipo de sociedad con la premisa de la cooperación como regla.
En tal razón estaría el sentido de la deconstrucción del orden económico-financiero mundial. En base a este razonamiento, podría reflexionarse en torno al hecho de que las estructuras bancarias imperantes podrían ser prescindibles.
Deconstruirlas significaría, en mi opinión, tomar lo que de ellas hay de esencial, depósito y custodia del dinero, y asimilarlas a las estructuras de los ayuntamientos, de modo tal que ayuntamiento y entidad de depósito fuesen lo mismo.
Las sucursales bancarias no habrían de ser en la sociedad de cooperación más que oficinas descentralizadas del ayuntamiento donde podrían efectuarse depósitos de dinero. El dinero solo podría depositarse en tu ayuntamiento y ninguna entidad de depósito de dinero podría sobrepasar el ámbito municipal.
No habría necesidad entonces de que la sociedad de cooperación contase con orden bancario alguno, ni privado ni público. Se trataría de promover la disolución del orden bancario mundial y su sustitución por una alternativa basada en el ayuntamiento-entidad de depósito como base de la estructura económico-financiera sobre la que habría de edificarse la sociedad de cooperación.
La implementación del nuevo sistema económico-financiero basado en el ayuntamiento-entidad de depósito, debe a su vez edificarse sobre la premisa de que esta nueva forma económica-financiera debe articular todos los mecanismos necesarios que impidan tanto la acumulación de riqueza en manos privadas como la circulación mundial de capitales inherente a esta.
El ayuntamiento-entidad de depósito o asamblea de gestión solidaria (Asgeria), debiera ser en todo momento el responsable de custodiar el dinero. Los ayuntamientos que pudieran, habrían entonces de destinar una parte del dinero por ellos custodiados a hacer funcionar la sociedad de cooperación. Para ello destinarían fondos a desarrollo de infraestructuras o de bienestar social (educación, sanidad, pensiones, cultura, u otros) que nunca dejarían de estar custodiados por el propio ayuntamiento-entidad de depósito. Los capitales custodiados por el ayuntamiento-entidad de depósito solo saldrían de este en el momento en que debiera financiarse la finalidad a la que el fondo concreto hubiese sido destinado.
La asgeria como unidad política-económica de máxima cercanía a las comunidades humanas.
La implementación de la alternativa económica integral edificada sobre la base de la asgeria (asamblea de gestión solidaria) conllevaría la superación del concepto de estado como marco geopolítico. La asgeria sería la estructura político-económica mínima y también la máxima. No habría de existir pues el “estado”.
No se trataría de crear micro estados al modo de las antiguas polis griegas, sino estructuras cercanas a las necesidades humanas que sustentasen la sociedad de cooperación, finalidad última de la asgeria. No hay pues intención de minimizar las estructuras del estado para proyectarlas a la asgeria sino de sustituir la vigente estructura geopolítica mundial basada en la relación-confrontación de los estados por otra basada en la cooperación entre asgerias.
Ejércitos, bancos, multinacionales, poderes políticos o financieros, no habrían de tener cabida en la sociedad de cooperación.
La banca nacionalizada está ligada al concepto de estado y poder político. En la sociedad de cooperación no tiene cabida la posibilidad de acumulación de riqueza, ni en manos de poderes privados, ni en manos de poderes asociados a los aparatos estatalizados del estado.
No existen estructuras de ámbito estatal, solo de municipalidades asociadas en espíritu de cooperación. Los fondos que las asgerias destinen a desarrollo de infraestructuras o bienestar social son comunes, pero en todo momento controlados por la asamblea de cada asgeria. No hay pues margen para el establecimiento de un poder financiero mundial.
Las asgerias funcionan financieramente en red, por lo que los depósitos de los ciudadanos en estos pueden ser transferibles de una asgeria a otra cuando así lo requiera el interesado. Las asgerias derivan una porción de su presupuesto a un fondo común destinado exclusivamente a la concesión de microcréditos. Esto requeriría de la implementación de nuevas normas financieras, ajustadas a la nueva estructura económica de la sociedad de cooperación.
Habría que deconstruir nuestra estructura mental para concebir como tendría que edificarse la sociedad de cooperación, pues esta nada tiene que ver con las geopolíticas vigentes. Las asgerias no tendrían por qué corresponderse con las actuales estructuras municipales, podrían variar su tamaño en base a la premisa de que la misma ha de suponer máxima cercanía al ciudadano y eficacia en el espíritu de cooperación.
Todos los recursos financieros estarían en manos de la asamblea de cada asgeria, todos y las más ricas habrían de destinar parte de sus recursos al desarrollo estructural de las más pobres.
Ni multinacionales, ni banco mundial, ni fondo monetario internacional marcando las pautas económicas-financieras de las asgerias.
El concepto de desarrollo y justicia social se hace siempre teniendo en cuenta el marco de la asgeria como referencia, no el estado, potenciándose pues el desarrollo de la asgeria, y de ninguna otra estructura geopolítica superior a esta. La acumulación de riqueza (lo que actualmente entendemos por ello) no es ya posible en la sociedad de cooperación, pues el objetivo de esta es el desarrollo sostenible y la implementación de la justicia social.
La estructura bancaria vigente constituye el reflejo materializado del espíritu humano de codicia. No es la consecuencia de la necesidad de organizar la vida humana en sociedades complejas, sino que es la consecuencia de la necesidad de canalizar el deseo humano de acumulación de riquezas. Por ello la sociedad de cooperación edificada sobre las asgerias no debiera permitir la continuidad de esta dinámica económica-financiera corrupta.
El espíritu de cooperación que se canalizaría a través de la implementación de una dinámica política-económica diferente a la históricamente conocida debiera siempre manifestarse con perspectiva global, pues la democracia y la justicia social que se derivarían de este espíritu de cooperación habrán de ser demandados para todos los seres humanos, o no tendrá este sustancia alguna.
La visión que preside las vidas del ser humano en la actualidad basada en la necesidad de crear riquezas para asegurar un supuesto bienestar social es errónea, tanto que la expresión “creación de riqueza”, oculta la verdadera razón de la injusticia imperante en el mundo, pues se basa en la riqueza de unos pocos a costa de negarles las necesidades básicas a la inmensa mayoría de seres humanos.
Todo gira así en torno a la desesperada necesidad de generar dinero y más dinero, poniendo así a los seres humanos en la disyuntiva de tener que condicionar toda su existencia al hecho de verse irremediablemente abocados a la constante vivificación de esta nefasta premisa.
Más si reconstruyésemos al ser humano, apreciaríamos la verdadera necesidad vital latente en su esencia, la de la cooperación, y a la estimulación de esta habríamos de otorgar entonces nuestra prioridad como seres organizados en sociedad. En esforzarnos en vitalizar el espíritu de cooperación en lugar de fomentar la creación de una riqueza entendida como acumulación de dinero está la razón de la implementación de la sociedad de cooperación, edificada sobre el principio de interacción entre ayuntamientos y entidades de depósito de dinero.
La asgeria como fundamento de la sociedad de cooperación, no el estado ni la nación cimentados sobre la corrupta estructura bancaria global. Esta estructura es la consecuencia natural de la mentalidad capitalista que rige en el mundo.
La revolución debiera tener entonces una naturaleza implosiva, dirigida a sustituir nuestro afán por acumular riquezas, por otro que consista en estimular nuestro espíritu de cooperación, auténtica necesidad esencial del ser humano.
Sin proponerse la derogación de todos los mecanismos económico-financieros que permiten la acumulación de riqueza en el sentido capitalista del término, no se cumplirá la conditio sine qua non, la implementación de una sociedad de cooperación podrá ser posible. Toda revolución que no implique una metamorfosis implosiva en las prioridades humanas habrá de ser baldía.
Autor: Jose Angel Hernandez
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