13/10/16

Hijos de Jafet (Mesec, Tubal, Tiras)


Mesec y Tubal (hijos de Jafet)
Estos dos nombres aparecen con bastante frecuencia apareados (véase, por ejemplo, Ezequiel 33:26, 38:2, 3). Mesec se encuentra en los monumentos asirios en forma de «Muskaa», probablemente pronunciada Muskai. Los escritores clásicos solían designarlos como los Mosji, y en tiempos de Ezequiel la posición de este pueblo es probablemente la descrita por Herodoto (III, 94), esto es, en Armenia, donde se designó por el nombre de ellos a una cadena de montes que conecta el Cáucaso y el Antitaurus, los Montes Moschici. Aquí, según Estrabón (XI, 497-499), se encontraba un distrito llamado Moschice.

En las inscripciones asirias, la palabra Tubal aparece como Tubla, en tanto que parece haber sido conocida por los geógrafos clásicos como Tibareni. Según Rawlinson, estos dos —los Musji y los Tibareni— habitaban en estrecha proximidad en la costa septentrional de Asia Menor y estuvieron, en el pasado, entre los pueblos más poderosos de aquella región. La capital mosquiana era conocida por Josefo y los romanos la llamaron Cesarea Mazaca. Josefo dice también que los íberos de Italia eran descendientes de Tubal. En palabras suyas, «Thobel fundó los Thobelitas, ahora llamados Iberis». También es posible que en el río Tíber tengamos una reminiscencia del mismo antecesor. Según Forbes, los Mosji y los Tibareni quedaron incluidos en la 19ª satrapía de Darío. En la primera mitad del primer milenio a.C. fueron unos temibles enemigos de los asirios; Tiglat-pileser II menciona tributos recibidos «de veinticuatro reyes de la tierra de Tubal».
Hacia la época clásica, estos grupos humanos habían pasado más hacia el norte, aunque Jenofonte y sus tropas griegas encontraron aún remanentes de ellos al sur del Mar Negro.
Mucho más tarde en la historia nos encontramos con la palabra Mesec en la forma de Muskovy. Es posible que las dos célebres ciudades de Moscú y Tobolsk sigan preservando las raíces de los nombres de Mesec y Tubal.

Tiras (hijo de Jafet)
Según Josefo y el Targum, los descendientes de Tiras se convirtieron en los tracios. Smith dice que una rama de los tracios fueron los Getae o Godos. El rey Darío los venció en el 515 a.C. Para la época de Alejandro Magno (330 a.C.), se habían establecido en la desembocadura del Danubio. Mantuvieron su independencia, pero a principios del primer siglo a.C. se unieron a los dacios, y a partir de entonces hostigaron a las legiones romanas, hasta que Trajano los derrotó en el 106 d.C., y los incorporó al Imperio Romano. Uno de los problemas que tenemos es que no hay ninguna otra mención de Tiras en las Escrituras. Aparece esta breve mención de su nombre, y luego, a diferencia de Gomer, Mesec o Tubal, desaparece del todo. Si los tracios fueron realmente descendientes de Tiras y si se esparcieron ampliamente, como dice Rawlinson, con muchas ramificaciones como los bitinios y frigios, sería de esperar que la Escritura diese alguna posterior referencia a Tiras. Por otra parte, se puede decir que existe una creencia general entre los etnólogos (que sin embargo no es susceptible de demostración) de que los tracios dieron finalmente origen a los teutones.
Así, Rawlison observa: La tribu tracia de los Getae parece haber llegado a crecer hasta constituir la gran nación de los godos, mientras que los dacios (o dacini) parecen haber llegado a ser los antecesores de los daneses. Las pocas palabras tracias que nos han llegado son decididamente teutónicas. Hay también una semejanza entre las costumbres tracias como las describe Herodoto (V. 4–8) y las que Tácito describe de los germanos.

Una vez más tenemos que admitir que son unas frágiles líneas de evidencia; sin embargo, en muchos aspectos tenemos una concordancia general con todo lo demás que conocemos de los descendientes de Jafet como un todo. Así, tenemos una gran probabilidad de que los descendientes de Tiras hicieran una contribución tan grande para la población y civilización de Europa como el resto de su familia inmediata. De entre esta intrincada red de posibilidades y probabilidades surge una imagen razonablemente clara en la que una sola familia, comenzando con Jafet, se multiplicó con el curso del tiempo y pobló la ribera septentrional del Mediterráneo, toda Europa, las Islas Británicas y Escandinavia, y la mayor parte de Rusia. La misma familia se instaló en la India, desplazando asentamientos anteriores de camitas que se habían establecido en el valle del Indo. Grupos aislados de este mismo grupo humano parecen haberse desplazado más hacia el este, contribuyendo a pequeñas bolsas de población jafética que, con el tiempo, quedaron casi, si no totalmente, absorbidas por los camitas. Es posible que algunos de ellos contribuyeran con rasgos que se encuentran en pueblos de Polinesia, y es concebible que en los ainu del norte del Japón haya un remanente de jafetitas.

Extracto: El Origen de las Naciones
Arthur C. Custance, M.A., Ph. D.†

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