Cocullo
es
un municipio situado en el territorio de la Provincia de L'Aquila en
Abruzos (Italia), conocido por su singular fiesta patronal, llamada
“Festa dei Serpari”, en la que la estatua del santo patrón
Domenico di Sora es portada en procesión cubierta de serpientes
(culebras de cuatro rayas, esculápicas, de collar y verdiamarillas).
Los
"serparis" locales (criadores de serpientes), llevan a los
reptiles en la procesión y luego son liberados en los bosques
circundantes al final de la festividad, que se celebra cada primero
de mayo desde 2.012 (antes era cada primer jueves de mayo).
Es un evento receptivo para miles de visitantes italianos y extranjeros. En 2.009 fue cancelado debido a algunos daños estructurales ocurridos en la aldea después del terremoto de L'Aquila.
Las
compañías peregrinas de aquellos lugares donde el culto del santo
es más profundo son Lazio, Molise y Campania.
Cocullo
constituyó para el poder de Roma, el último bastión militar del
Lazio como afirma el historiador Estrabón. El lugar, con sus áreas
vecinas, fue asentamiento de los servicios logísticos del ejército
romano comprometido con la conquista de Corfinium.
Con su estancia prolongada, los romanos introdujeron sus costumbres y tradiciones paganas, una de estas tradiciones consistía, a principios de la primavera, en el rito de las serpientes vivas a la diosa Angitia. Esta costumbre permaneció arraigada incluso en el período en que nació San Domenico. Después de los muchos milagros extraordinarios operados por el santo liberando a las gentes de picaduras de víboras y serpientes venenosas, la costumbre pagana fue transformada en un rito de homenaje religioso católico a San Domenico.
Con su estancia prolongada, los romanos introdujeron sus costumbres y tradiciones paganas, una de estas tradiciones consistía, a principios de la primavera, en el rito de las serpientes vivas a la diosa Angitia. Esta costumbre permaneció arraigada incluso en el período en que nació San Domenico. Después de los muchos milagros extraordinarios operados por el santo liberando a las gentes de picaduras de víboras y serpientes venenosas, la costumbre pagana fue transformada en un rito de homenaje religioso católico a San Domenico.
Esta
tradición, presente también en el simbolismo del escudo de Cocullo,
sustituyó el antiguo ritual mitológico romano de Angitia, una diosa
serpiente adorada por los Marsos.
Angitia
(también Angizia, Angita o Anguita) era Diosa de los marsos, los
pelignos y otros pueblos osco-umbros del centro de Italia. En la
antigüedad fue asociada a los encantadores de serpientes, que la
reclamaban como su antepasada.
Es
un personaje proveniente de la mitología griega, cuando Medea huía
de Atenas, se refugió en Italia y fue conocida como Angitia. Enseñó
a los nativos a encantar serpientes y les instruyó para curar las
mordeduras. Como las serpientes se asocian a menudo con las artes
curativas de la antigüedad, se cree que Angitia era principalmente
una diosa de la curación. Tenía poderes de brujería, magia y
medicina. También se le atribuían poderes sobre las serpientes,
incluido matar a las serpientes con un toque.
Los
Marsos (Marsi) era un pueblo de Italia central que vivía en el
entorno del Lago Fucino. Tenía al este a los pelignos, al norte a
los sabinos y vestinos, y al oeste y al sur a los ecuos, hérnicos y
volscos. Eran de origen sabino y estaban emparentados con los
marrucinos, pelignos y vestinos.
Aparecen
en la Historia en 340 a. C., cuando eran aliados de Roma, igual que
los pelignos, y concedieron paso a los romanos hacia el Samnio y
Campania. En la segunda guerra samnita permanecieron neutrales (311
a.C.) cuando sus aliados vestinos fueron atacados por el ejército
romano, pero en el año 308 a.C. ya estaban en guerra con Roma, sin
que sean conocidas las causas de su participación.
En
304 a.C., los marsos, marrucinos, vestinos y pelignos, concertaron un
tratado con Roma después de la derrota de los ecuos. En 301 a.C.,
los marsos se rebelaron para oponerse a la fundación de la colonia
de Carseoli en el límite de su territorio, pero fueron derrotados, y
las tres ciudades de Plestina, Milionia y Fresilia, fueron
conquistadas por los romanos. Los romanos se vieron obligados a
firmar la paz y a ceder una parte de su territorio. Las condiciones
del tratado fueron bastante aceptables y desde entonces fueron
aliados de Roma y proveyeron contingentes auxiliares a los ejércitos
romanos.
En
225 a.C. Polibio sitúa a los marsos, marrucinos, vestinos y
frentanos como un conjunto y omite a los pelignos.
Dionisio
de Halicarnaso menciona a los marrucinos, pelignos y frentanos como
aliados de los romanos en la Batalla de Asculum, pero no nombra a los
marsos ni a los vestinos.
Silio
Itálico dice que fueron aliados de Roma en la Batalla de Cannas.
Ennio les asocia con los pelignos y los vestinos.
Su
territorio fue asolado por Aníbal en la segunda guerra púnica, pero
permanecieron leales a Roma y participaron con un contingente en la
expedición de Escipión a África en 205 a.C.
En
la guerra social formaron el núcleo central de los confederados
italianos, por lo que muchos autores dan a la guerra social el nombre
de guerra mársica.
Quinto
Popedio Silo, uno de los narradores de la guerra, era marso. Después
de los picentinos, los marsos tomaron las armas y fueron secundados
por los pelignos, marrucinos, vestinos, frentanos, samnitas y
lucanos.
Los
marsos asediaron Alba Fucens (91 a.C.), colonia romana y fortaleza,
pero el cónsul Publio Rutilio Lupo fue enviado allí y los rechazó
(90 a.C.).
En
los años siguientes, los marsos desaparecieron como nación de la
Historia. A pesar de ello, aún durante un tiempo dejaron marcado su
carácter en la zona. Fueron incluidos en la tribu romana Sergia. En
tiempos de Augusto quedaron dentro de la cuarta región y más tarde
en la provincia llamada Valeria.
Su
territorio, tenía en época cristiana un obispo con sede en
Marruvium (Episcopus Marsorum), que en el siglo XVI se trasladó a
Pescina. La familia romana de los Colonna lleva el título de Condes
de los Marsos.
Característica
de los marsos, aparte de su valentía en combate, mencionada por
algunos autores, creían en la magia y en los encantamientos,
concretamente en el de los reptiles venenosos para hacerlos
inofensivos, facultad que decían derivaba por ser descendientes de
la hechicera Circe o de la divinidad local Angitia supuesta hermana
de Circe. Estas facultades no eran individuales, sino que eran
comunes a toda la nación según Silio Itálico.
La
principal ciudad de los marsos fue Marruvium, probablemente la única
que era realmente una ciudad. Se nombran otras que debían ser
pequeños vicus o castillos. Plinio el Viejo menciona Anxantia o
Anxantini, Antinum (habitada por los antinates), y Lucus (habitada
por los lucenses) más propiamente Lucus Angitiae (moderna Luco dei
Marsi).
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