En
el trabajo de Hipólito, las fuentes son conocidas solo en parte. La
reproducción se revela fiel, a veces literal de los textos tomados
de Ireneo. El testimonio de Hipólito puede ser recibido tanto en su
vertiente doctrinal, como en su aspecto histórico.
Cuando
se trata de fuentes que desconocemos, el problema es dificil, pero no
puede resolverse con un rechazo apriorístico. Algunos de los
documentos reseñados por Hipólito presentan coherencia y unidad
estilística, como la crítica ha ido demostrando (exégesis del
Himno de Atis, en el libro V; Apophasis Megale, en el libro VI; el
Evangelio de Tomás citado en V 7, 21, hallado en Nag-Hammadi). Las
fuentes más sospechosas parecen ser las de los Peratas y de los
Setianos; pero deberan exigirse argumentos muy serios para rechazar
su autenticidad. Y tales pruebas no han sido aducidas hasta el
momento.
Es
preciso atender a los diversos procedimientos empleados por Hipólito
en su trabajo. Sus agrupaciones de sectas, no dicen gran cosa.
Procede a veces por extractos (peratas, Apophasis, Megale) a veces,
por resumenes (setianos, Justino, Valentin). En ocasiones presenta un
resumen-extracto (exegesis del Himno de Atis). Su información es
casi siempre incompleta. Elimina, por ejemplo, pasajes exégeticos
(Valentin, Marcos), o la doctrina acerca del Dios trascendente
(naasenos, peratas, setianos). Sin embargo, pretende dar la impresión
de que cada secta constituye un sistema.
Una
cuestión especial en testimonio de Hipólito, es la exposición
sobre los “naasenos”. En su libro V, Hipólito emprende la
recensión de las herejías cristianas, comenzando por los
veneradores o adoradores de la serpiente. Entre los sistemas
reseñados en el libro V, solo el propiamente dicho de los naasenos
(distintos de los gnósticos) presenta un verdadero culto de la
serpiente. En los peratas la serpiente forma parte de una amplia
alegoría; en los setianos y en el Libro de Baruc su función es
decididamente negativa.
La
agrupacion de Hipólito se revela, pues, artificiosa; sus herejes
especulan sobre la serpiente, pero no todos la veneran. En realidad,
el libro V es una colección de exégesis alegóricas del Génesis,
probablemente recopilada con finalidad heresiológica por algún
eclesiástico anterior a Hipólito.
Fuera
del aspecto exegético, las coincidencias entre los sistemas
reseñados son menores. Peratas y Setianos, y más tenuemente el
Libro de Baruc, pretenden extraer de los primeros capítulos del
Génesis una cosmología de corte platonizante.
Hipolito
no distinguió entre naasenos y gnósticos, asignó a cada hereje un
patrón entre los antiguos griegos, seleccionando luego los pasajes
que hicieran verosimil tal atribución; para acabar de denigrar a sus
adversarios, les achacó a todos el horrendo culto de la serpiente.
En
la teologia mística griega la serpiente es símbolo del conocimiento
profundo. La Pitia aparece, a veces, representada con una serpiente
sobre las rodillas y, en ciertos misterios, el iniciado pasaba por
su pecho una serpiente mientras Filón de Biblos la llama “el más
espiritual de los animales” (C. Müller, Fragm. Hist.
Graec.,1841-1870, III, 572). Estaba bien dotada de espiritu
profético. Casandra poseyó el don de la profecía gracias a los
lamidos de dos serpientes y, del mismo modo, consiguió Melampo
entender el lenguaje de los pájaros. En cambio, en la tradición
semítica la serpiente aparece con tintes negativos: engaña a Eva en
el Paraíso, es el Leviatán, monstruo maligno, etc.
Era
de esperar que la gnosis anti-judáica glorificara a la serpiente
bíblica, que se enfrentaba con Yahwé, el Dios inferior. Del mismo
modo se recupera a Cain, a Esau, a los sodomitas...
En
el vestíbulo de la tumba de Viale Manzoni, en Roma, perteneciente a
una secta probablemente gnóstica, el dragón ocupa el lugar central
de la bóveda (véase J. Carcopino, De Pythagore awe Apdtres, Paris,
1956, pág. 116)
Continuará...
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