26/8/18

Rito dei Serpari - Cocullo (Italia)


Cocullo es un municipio situado en el territorio de la Provincia de L'Aquila en Abruzos (Italia), conocido por su singular fiesta patronal, llamada “Festa dei Serpari”, en la que la estatua del santo patrón Domenico di Sora es portada en procesión cubierta de serpientes (culebras de cuatro rayas, esculápicas, de collar y verdiamarillas).

Los "serparis" locales (criadores de serpientes), llevan a los reptiles en la procesión y luego son liberados en los bosques circundantes al final de la festividad, que se celebra cada primero de mayo desde 2.012 (antes era cada primer jueves de mayo).
Es un evento receptivo para miles de visitantes italianos y extranjeros. En 2.009 fue cancelado debido a algunos daños estructurales ocurridos en la aldea después del terremoto de L'Aquila.

Las compañías peregrinas de aquellos lugares donde el culto del santo es más profundo son Lazio, Molise y Campania.

Cocullo constituyó para el poder de Roma, el último bastión militar del Lazio como afirma el historiador Estrabón. El lugar, con sus áreas vecinas, fue asentamiento de los servicios logísticos del ejército romano comprometido con la conquista de Corfinium.
Con su estancia prolongada, los romanos introdujeron sus costumbres y tradiciones paganas, una de estas tradiciones consistía, a principios de la primavera, en el rito de las serpientes vivas a la diosa Angitia. Esta costumbre permaneció arraigada incluso en el período en que nació San Domenico. Después de los muchos milagros extraordinarios operados por el santo liberando a las gentes de picaduras de víboras y serpientes venenosas, la costumbre pagana fue transformada en un rito de homenaje religioso católico a San Domenico.

Esta tradición, presente también en el simbolismo del escudo de Cocullo, sustituyó el antiguo ritual mitológico romano de Angitia, una diosa serpiente adorada por los Marsos.

Angitia (también Angizia, Angita o Anguita) era Diosa de los marsos, los pelignos y otros pueblos osco-umbros del centro de Italia. En la antigüedad fue asociada a los encantadores de serpientes, que la reclamaban como su antepasada.
Es un personaje proveniente de la mitología griega, cuando Medea huía de Atenas, se refugió en Italia y fue conocida como Angitia. Enseñó a los nativos a encantar serpientes y les instruyó para curar las mordeduras. Como las serpientes se asocian a menudo con las artes curativas de la antigüedad, se cree que Angitia era principalmente una diosa de la curación. Tenía poderes de brujería, magia y medicina. También se le atribuían poderes sobre las serpientes, incluido matar a las serpientes con un toque.

Los Marsos (Marsi) era un pueblo de Italia central que vivía en el entorno del Lago Fucino. Tenía al este a los pelignos, al norte a los sabinos y vestinos, y al oeste y al sur a los ecuos, hérnicos y volscos. Eran de origen sabino y estaban emparentados con los marrucinos, pelignos y vestinos.
Aparecen en la Historia en 340 a. C., cuando eran aliados de Roma, igual que los pelignos, y concedieron paso a los romanos hacia el Samnio y Campania. En la segunda guerra samnita permanecieron neutrales (311 a.C.) cuando sus aliados vestinos fueron atacados por el ejército romano, pero en el año 308 a.C. ya estaban en guerra con Roma, sin que sean conocidas las causas de su participación.

En 304 a.C., los marsos, marrucinos, vestinos y pelignos, concertaron un tratado con Roma después de la derrota de los ecuos. En 301 a.C., los marsos se rebelaron para oponerse a la fundación de la colonia de Carseoli en el límite de su territorio, pero fueron derrotados, y las tres ciudades de Plestina, Milionia y Fresilia, fueron conquistadas por los romanos. Los romanos se vieron obligados a firmar la paz y a ceder una parte de su territorio. Las condiciones del tratado fueron bastante aceptables y desde entonces fueron aliados de Roma y proveyeron contingentes auxiliares a los ejércitos romanos.

En 225 a.C. Polibio sitúa a los marsos, marrucinos, vestinos y frentanos como un conjunto y omite a los pelignos.
Dionisio de Halicarnaso menciona a los marrucinos, pelignos y frentanos como aliados de los romanos en la Batalla de Asculum, pero no nombra a los marsos ni a los vestinos.
Silio Itálico dice que fueron aliados de Roma en la Batalla de Cannas. Ennio les asocia con los pelignos y los vestinos.
Su territorio fue asolado por Aníbal en la segunda guerra púnica, pero permanecieron leales a Roma y participaron con un contingente en la expedición de Escipión a África en 205 a.C.
En la guerra social formaron el núcleo central de los confederados italianos, por lo que muchos autores dan a la guerra social el nombre de guerra mársica.
Quinto Popedio Silo, uno de los narradores de la guerra, era marso. Después de los picentinos, los marsos tomaron las armas y fueron secundados por los pelignos, marrucinos, vestinos, frentanos, samnitas y lucanos.

Los marsos asediaron Alba Fucens (91 a.C.), colonia romana y fortaleza, pero el cónsul Publio Rutilio Lupo fue enviado allí y los rechazó (90 a.C.).
En los años siguientes, los marsos desaparecieron como nación de la Historia. A pesar de ello, aún durante un tiempo dejaron marcado su carácter en la zona. Fueron incluidos en la tribu romana Sergia. En tiempos de Augusto quedaron dentro de la cuarta región y más tarde en la provincia llamada Valeria.
Su territorio, tenía en época cristiana un obispo con sede en Marruvium (Episcopus Marsorum), que en el siglo XVI se trasladó a Pescina. La familia romana de los Colonna lleva el título de Condes de los Marsos.

Característica de los marsos, aparte de su valentía en combate, mencionada por algunos autores, creían en la magia y en los encantamientos, concretamente en el de los reptiles venenosos para hacerlos inofensivos, facultad que decían derivaba por ser descendientes de la hechicera Circe o de la divinidad local Angitia supuesta hermana de Circe. Estas facultades no eran individuales, sino que eran comunes a toda la nación según Silio Itálico.
La principal ciudad de los marsos fue Marruvium, probablemente la única que era realmente una ciudad. Se nombran otras que debían ser pequeños vicus o castillos. Plinio el Viejo menciona Anxantia o Anxantini, Antinum (habitada por los antinates), y Lucus (habitada por los lucenses) más propiamente Lucus Angitiae (moderna Luco dei Marsi).

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19/8/18

Diosa Sirona


Sirona en la mitología celta, era una diosa de las sanaciones asociada con las aguas termales. Sus atributos eran las Serpientes y los huevos, a veces lleva uvas, granos o frutas en sus manos. A veces se la representa junto a Borvo que es el dios termal más importante de la Galia, y como dios sanador se compara a Borvo con el dios griego Apolo.

Adorada principalmente en el Este de la Galia central y a lo largo del limes danubiano, por los réveros en el valle del Mosela. La difusión de Sirona, tanto epigráfica como en representación escultórica, se concentra principalmente en la Galia central, hasta las líneas germanas, y a lo largo del limes del Danubio hasta el Este de Budapest. También se ha encontrado alguna evidencia en Aquitania, Bretaña y en Italia, pero no se ha encontrado ninguna en Britannia, Hispania, o en cualquiera otra provincia romana.
Su nombre, asociado con el dios Apolo se encuentra en Lorena, en la Sainte Fontaine de la comuna de Freyming-Merlebach en Mosela o en la antigua fuente de Graux (Vosgos). También se asoció con Apolo en Luxeuil-les-Bains, en una dedicatoria en un altar de piedra arenisca blanca que se encontraba en el jardín del edificio termal.

Belenus, también conocido como Belinus, Belenos o Belanus, es un dios en la mitología celta, asociado como compañero a la diosa Sirona.
Belenus significa brillante, resplandeciente y designaba a un dios de la Luz, el Sol y el Fuego, Belenus era el nombre tanto irlandés como galo y astur. Las Baltené eran una de las grandes fiestas irlandesas que se celebraban el 1 de mayo y provenían del culto a esta divinidad. En Asturias su nombre ha quedado reflejado en la toponimia local, en el concejo de Ponga se encuentra la localidad de Beleño, cuyo nombre deriva del dios celta.
Asímismo fue conocido con otros nombres como: Grannios y Borno de la celtia continental - Balor y Beltayne de la celtia irlandesa - Beli y Balor de los celtas galeses - Bel y Belenos de los celtas de la isla de Mann - Bile y Belenos de los celtas escoceses.

Belenos fue confundido con otros dioses como Borvo. En la mitología céltica gala, Borvo (conocido también con las grafías Bormo, Boramus o Borvoni) es un dios sanador, asociado al agua. El nombre se descompone en berw (caliente, ardiente, hirviente) y von (fuente), el sentido es «agua hirviente». Se le conoce por inscripciones de la época galorromana.

El teónimo Borvo aparece en cierto número de topónimos como La Bourboule, Bourbonne-les-Bains, Bourbon-l'Archambault, Bourbon-Lancy y Barbotan-les-Thermes en Francia, así como Burtscheid y Worms en Alemania.
El número de estos topónimos atestigua la difusión e importancia del culto consagrado a esta divinidad de las fuentes termales. Su paredra es Damona cuyo nombre significa «Gran vaca» (también se la llama Bormana), el paredra significa "que está sentado al lado", describe una deidad, a veces de menor categoría, que está asociada a la adoración de un dios o una diosa más influyentes. También se usa para indicar al consorte de la deidad, que puede ser de igual rango.

Borvo era el dios tutelar de los Boyos (griego Βόϊοι), es el nombre romano de una tribu de la Edad del Hierro ubicada al principio de su historia en la Europa central, quizás en las regiones que aún conservan su nombre: Baviera y Bohemia.
Los historiadores griegos y romanos de finales de la República romana los consideraban una tribu gala o celta, de un grupo étnico europeo más amplio. Las inscripciones en diversas ubicaciones indican que hablaron idiomas de la familia céltica, aunque la lengua específica de los boyos, se desconoce. Aparecen por vez primera en la historia en relación con la invasión gala del norte de Italia, 390 a.C., que desplazó a algunos etruscos en el valle del río Po. Tras una serie de guerras en que fueron derrotados por los romanos, se convirtieron en parte de la provincia de la Galia Cisalpina (norte de Italia).

Los boyos y otros celtas de la región del Danubio pudieron haber formado parte de la invasión celta de Grecia un siglo después de la invasión de Italia. Fueron derrotados, pero no antes de haberse asentado en Anatolia central, región que pasó a ser conocida como Galacia. Dos siglos más tarde Julio César documentó el último desplazamiento de los boyos de la región del Danubio por los Suevos germanos, la pérdida de la mayor parte de su población en batallas contra los romanos y la dispersión de los supervivientes entre otras tribus; en época del Imperio Romano se habían asimilado a las culturas dominantes en sus regiones. La estructura tribal fue reemplazada por un gobierno tipo monárquico o imperial, y los boyos desaparecieron en todo salvo en nombres y tradiciones locales que perduraron algún tiempo.

De los diferentes nombres de pueblos celtas en la literatura e inscripciones, es posible abstraer un lexema del céltico continental boio-. Hay dos derivados principales de este lexema en las lenguas celtas, ambas suponiendo que pertenezca a la familia de lenguas indoeuropeas: vaca y guerrero. Los boyos serían «pueblo del ganado» o «pueblo guerrero».
En una referencia a los primeros boyos históricos, Polibio relata que su riqueza estaba formada por ganado y oro, que dependían de la agricultura y de la guerra, y que el rango de un hombre dependía del número de compañeros y siervos que tenía. Los segundos eran, presumiblemente, los ambouii, en oposición al hombre de rango, que era bouvios, un ganadero, y los bouii eran originariamente una clase, "los ganaderos".

Palabras contemporáneas derivadas incluyen Boiorix rey de los boyos, uno de los jefes de los cimbrios y Boiodurum, puerta/fuerte de los boyos, moderna Passau en Alemania. Su memoria también perdura en los nombres regionales modernos de Bohemia, una forma mixta de boio y protogermánico haimoz "casa" casa de los boyos, y Bayern, Baviera, que deriva de la tribu germánica Baiovarii (germ. baio-warioz: el primer componente se explica como una versión germánica de Boii; la segunda parte es un morfema formacional de nombres tribales germánicos, que quiere decir 'moradores', esta combinación "boyos-moradores" puede haber significado "aquellos que viven donde anteriormente estuvieron los boyos"). 


15/8/18

Maia y Maju (El culebro)


Mari, también llamada Maia (máya), era la diosa suprema de la antigua religión vasca, su símbolo cósmico era el Sol y su representación gráfica el disco solar llamado Lauburu. El lauburu puede variar de número de brazos pero el más extendido y conocido por todos los vascos es el de cuatro que forma una cruz. Los discos solares con alguna que otra modificación pueden encontrarse en todas las culturas euroasiáticas antiguas, desde la Península Ibérica hasta Alaska y en antiguas civilizaciones de América.

Mari tenía un compañero que se llamaba Sugaar "Serpiente Macho", se tradujo al romance medieval como "Culebro", que también era conocido con el nombre de Maju (máyu). El parecido entre el nombre de Maju y Maia, denota que Maju o Sugaar no eran más que la representación masculina de Mari, por lo que se expresaba de esta forma, que todo ser provenía y formaba parte de la naturaleza de Mari.
Mari, toma formas zoomórficas en sus moradas subterráneas (toro, carnero, macho-cabrío, caballo, serpiente, buitre, etc.) y forma humana fuera de ellas; una de estas es la de una mujer esbelta y bella, de largos cabellos, ataviada con una túnica roja que le llega a los pies, con una cinta de oro en la frente, sosteniendo un castillo de oro en su mano derecha y enroscado al rededor de sus piernas un herensuge (erénsugué; el dragón), sobre el que se alza la figura de Mari.
Sus moradas subterráneas se encuentran en los montes más altos del País Vasco (Anboto-ambóto, Oitz-óyts, Txindoki-chindóki...). Cambia de morada cada siete años y se convierte en una hoz de fuego que surca el firmamento generando un gran estruendo a su paso.

A diferencia del papel menor asignado a las diosas en las mitologías indoeuropeas patriarcales, Mari es la figura central de la cosmovisión pre-indoeuropea vasca, todos los demás seres y divinidades están supeditados a ella.
Además Mari también puede aparecer en formas muy diferentes, como un fenómeno atmosférico (tormenta, viento), como una sacerdotisa (sorgin) vinculada a espacios sagrados determinados (manantiales, cuevas o montañas), como un árbol, como una roca, etc. El sentido de estas metamorfosis y de su multi apariencia está en el hecho de que Mari no es ajena a la creación (como los trascendentes Dioses indoeuropeos y semitas), sino que ella misma es la creación, por tanto, todos los seres y fenómenos naturales no son más que distintas expresiones de una misma realidad: de Mari.

Esta religión contaba con una trinidad integrada por Mari y sus dos hijos Atarrabi (atárrabí; la representación del bien) y Mikelats (míkelách; la representación del mal), de los que surgían el resto de númenes y espíritus tanto benévolos como malévolos.
Las leyendas en torno a Mari, son común a un lado y a otro de los Pirineos. En estas leyendas quedan restos de antiguos dioses como Ortzi (órtsi; similar al Thor escandinavo) con sus variantes Urtzi (úrtsi), Ost, Ortz (orts), Egu (égu), In o Inko (ínko), que están presentes en la raíz de los nombres de los días de la semana vasca como Ostegun, día del cielo; jueves, o eguen (egú-en, jueves en vizcaíno) y de accidentes meteorológicos como por ejemplo inar (iñár; rayo de luz, chispa), inusturi (íñústurí; trueno), inontz (iñónts; rocío), ortziri (ortsíri; trueno) u osti (ósti; tormenta), entre otros. Un culto al cielo, ya que este es el significado del nombre Ortzi y sus variantes, de claro origen indoeuropeo e introducido en las tribus vascas posiblemente por los Celtas.

Antiguamente los vascos sólo disponían en su calendario de dos estaciones: Negua (negú-a; invierno) y Uda (úda; verano).
Udazkena (udáskená; "el final del verano"; otoño) y Udaberria (udáberri-á; "el nuevo verano", primavera) son estaciones que se añadieron posteriormente por influencia indoeuropea.

La semana vasca o Aste (áste; "comienzo de la lunación") regida por el ciclo lunar, comprendía inicialmente sólo tres días:
-Astelehena (astélééna; el primer día de la semana, lunes).
-Asteartea (astéárte-á; el día de la mitad de la semana, martes).
-Asteazkena (astéáskená; el último día de la semana, miércoles).

A esta semana vasca primigenia, por influencia indoeuropea se le añadió otros cuatro días:
-Osteguna (ostéguná; proveniente de: ost [cielo] + egu [égu; luz diurna], día de la luz diurna del firmamento, jueves).
-Ostirala (ostíralá; proveniente de: ost [cielo] + irargi [irárgui; variante de ilargi, luna], el día de la luna del firmamento, viernes).
-Larunbata (larúnbatá; proveniente de: lauren bat [láuren bat; cuarto de luna], el día de la media luna, sábado).
-Igandea (igándeá; el día del plenilunio, domingo).

Si bien durante la baja Edad Media la religión oficial ya era la cristiana, las dos religiones siguieron conviviendo dándose un proceso de mestizaje análogo al ocurrido en otras partes de Europa, en donde el culto cristiano se fue enriqueciendo con los ritos locales precristianos.
Es común ver en las lápidas de los cementerios del País Vasco que en lugar de utilizarse cruces cristianas, se siga con la costumbre de esculpir en las lápidas el lauburu, siguiendo de esta forma el rito antiguo de la religión de Mari.

Las zonas vascas que quedaban más aisladas de las autoridades eclesiásticas siguieron practicando abiertamente ritos como el Akelarre (akélarré; Campo del Macho Cabrío) en los que se rendía culto al macho cabrío, una de las representaciones zoomórficas de la diosa Mari.

El Akerbeltz (aker [ákerr; macho cabrío] + beltz [belts; negro]; macho cabrío de color negro), según las antiguas tradiciones, ahuyentaba los malos espíritus, las enfermedades y era símbolo de fertilidad. Hoy en muchos caseríos del País Vasco, siguiendo la tradición, entre los animales de la cuadra se dispone de un akerbeltz.
Fruto del desconocimiento de estos ritos y costumbres, dado su origen foráneo, y también por la necesidad de hacer desaparecer esta religión, las autoridades eclesiásticas de aquellas épocas asociaron los Akelarres con ritos de adoración a Satanás, ya que en la iconografía cristiana se asociaba este animal con el culto al diablo.


8/8/18

La Serpiente en la Península Ibérica

En Burgos, en el capitel románico de la iglesia de Teza, se ven un par de serpientes mamando de los pechos de una mujer desnuda.

La presencia de la serpiente en la simbología antigua de la Península ibérica, la encontramos como en todo el Mediterráneo, en todas sus culturas.
Este animal no es extraño en los cultos mistéricos, se encuentra ampliamente representado en todo el panorama religioso peninsular, tanto prerromano como romano, indígena, tartésico, celta, etc., tiene un valor muy amplio, una significación muy compleja y variada, tanto en Oriente, donde la conocemos en época histórica ya desde el IV milenio en Irán y Elam, como en Egipto, donde representa el poder de los faraones y su capacidad de repeler a los enemigos, colocada en la corona real, o tomando esta forma diferentes dioses y diosas, como Renenutet, Wadjet o Isis Thermoutis.

Son numerosas las serpientes que encontramos en la Península Ibérica, representadas en cuevas prehistóricas, en petroglifos gallegos, en joyas y vasos tartésicos, e incluso en esculturas de Despeñaperros, hoy en el Museo de Jaén, en cerámicas ibéricas como las de Liria, en la llamada Ara de la Salud de Cartagena, y en aras como las de Ampurias y Sevilla. Aparece en la cerámica de Elche unida a la representación femenina llamada “Potnia Théron”. 
Esta diosa ibérica contestana, se supone que fue adorada en el Levante peninsular, siendo más tarde asimilada por una deidad púnica, tal vez Tanit.

La presencia de la serpiente, puede detectar también un tipo de divinidad masculina sanadora, un tipo de Eshmun púnico que más tarde conoceremos como el Asclepio griego o el Esculapio romano. 
Divinidad que puede estar relacionada con hallazgos en el Levante hispano, como el ara de la Salud de Cartagena, y la Cueva Negra de Fortuna en Murcia, en cuyos versos se cita a la serpiente, cuya relación es probable, dada su proximidad geográfica. Esta cueva estuvo relacionada posiblemente con el culto a una divinidad sanadora ibicenco-púnica tipo Eshmun-Esculapio.
Aparece en todas las culturas antiguas peninsulares. Se supone que su valor es positivo y apotropaico, pues es un animal del que se creía que renacía cada año, como los dioses de la vegetación, con los que a veces se la relaciona.

La serpiente encontrada en la Península Ibérica está relacionada con diferentes divinidades, aunque nunca adorada por sí misma, por lo que no se puede considerar ofiolatría. Ha sido en Oriente y en Egipto donde hemos encontrado dioses y diosas en forma de serpiente, es decir "ofiolatría".

No encontramos en época clásica ni en Grecia, ni en Roma signos de adoración a la serpiente, sino la presencia de esta como animal que a veces, representa a un dios, como en el caso de Zeus Meilichios o el Agathodaimon o Buen espíritu, pero otras veces acompaña simplemente a la divinidad, expresando unas cualidades divinas, como puede ser su relación con la salud y con el mundo subterráneo, la fertilidad, posiblemente también con el poder curativo de las aguas de los manantiales termales. Y es también profética, por su relación con el más allá está muy ligada al mundo de la magia.
Al utilizar el término "serpiente" como "la que liga" se une la magia de la palabra con la derivada de la figura y de los poderes mágicos de la serpiente, con lo que la magia es más poderosa. La serpiente se convierte así en una "cuerda viviente", un vínculo viviente como viene específicamente definido en el Atharva Veda 14,3 (India).

Transmisora de conocimiento y sabiduría, la serpiente adopta multiplicidad de representaciones artísticas, desde la mujer celta-romana que amamanta niños, la mujer o sirena que amamanta serpientes del románico, hasta la iconografía alquimista, renacentista o sacra del barroco, donde "el bautismo de leche" entroncará decididamente, con el ensalzamiento de la transmisión del Conocimiento.
En esta talla, un par de serpientes mamando de los pechos de una mujer desnuda cuya cabeza está cubierta con toca medieval, se mantiene hieráticamente erguida mientras las serpientes que se nutren de sus senos rodean su cuerpo. La mujer sitúa sus manos sobre el vientre y con su derecha señala una peculiar espiral perfectamente trazada que parece tener su núcleo en el ombligo. Dos simétricos pájaros permanecen estáticos sobre cada una de las serpientes.

En la Iglesia de Santa María La Real de Sangüesa, Navarra, se puede ver una serpiente mamando de un pecho de una mujer, y del otro, lo que parece ser una rana.

El cruce de varias simbologías asociadas durante siglos a la escena de amamantamiento nos transporta en su migración cultural, desde la Gran Madre nutriente y dadora de vida, hasta la visión tormentosa para quienes cometen o inducen al pecado mediante el uso de dichos atributos femeninos.
El intercambio de imágenes entre unas y otras culturas, conlleva a una "cultura de imágenes". Las leyendas existen en muchos países del mundo: Centroamérica, México, Argentina, Perú, Alemania, Italia, etc. etc.

Continuará...

30/7/18

El Onphalo de Zeus (II)

El ónfalo representa el Huevo Cósmico, del que nace Ofión según la cosmología órfica.

El carácter iniciático del viaje al Oráculo, quedaba remarcado por el hecho de que los viajeros se dirigían al lugar donde se hallaba el onphalo, el “ombligo del mundo”. 
Una vez llegados a las puertas del santuario, lo primero que veían los peregrinos era el recinto sagrado de Marmaria, donde se encontraba el templo de Atenea, del que hoy apenas quedan unas ruinas, entre las que destacan las hermosas columnas del tholos o templo circular. Después se accedía a la fuente Castalia, con cuyas aguas era preciso purificarse antes de consultar al oráculo, cosa que hacían no sólo los fieles, sino también los sacerdotes y la propia Pitia.

Tras la limpieza ritual se accedía al santuario propiamente dicho, y se recorría la vía pítica, salpicada por los distintos tesoros de Delfos, ofrecidos por atenienses, sifnio o sicionios en honor a Apolo. A continuación, y como paso previo a la consulta, se procedía al sacrificio de un cordero. Éste era rociado con agua fría, y si temblaba de pies a cabeza se interpretaba que el dios accedía al sacrificio. El momento cumbre del proceso, la consulta al oráculo, tenía lugar en el interior del templo de Apolo, el lugar más sagrado e imponente del santuario, del que hoy sólo quedan ruinas.
En su interior, en un misterioso recinto denominado ádyton –del que apenas se poseen datos–, se refugiaba la Pitia para entrar en trance y hablar en nombre del dios. En aquel recinto, auténtico sancta sanctorum del templo, se custodiaban hojas de laurel, la piedra sagrada u onphalos que marcaba el centro del mundo, y el trípode o trono sobre el que se sentaba la sacerdotisa para realizar el vaticinio.
Aunque el consultante accedía al ádyton, en ningún momento podía ver a la Pitonisa, oculta tras algún tipo de estructura, y tampoco podía plantear su pregunta directamente, sino que debía plantearla a través de los sacerdotes o prophetai. A continuación, y de una forma todavía no aclarada, la sacerdotisa entraba en trance, recibiendo la “inspiración” de Apolo y recitando unas palabras apenas inteligibles que debían ser interpretadas por los sacerdotes. La respuesta, siempre ambigua, lo que permitía acertar más fácilmente, era anotada en el libro de los oráculos, y entregada al consultante.

En las primeras etapas del santuario, las consultas al oráculo de Apolo se realizaban siempre el séptimo día del mes de Bysios –cumpleaños del dios–, pero con el paso del tiempo y el aumento de popularidad, se ampliaron a todos los días siete de cada mes, con excepción de los tres meses de invierno. Esta última circunstancia se debía a que, según el mito, en ese tiempo Apolo abandonaba el santuario, que quedaba bajo la custodia de Dionisio, cuya tumba estaba supuestamente en Delfos.
Otro de los puntos oscuros sobre el santuario se refiere a las propias adivinas. Entre los pocos detalles que se poseen sobre ellas destaca el hecho de que fueran generalmente mujeres de unos cincuenta años, simples campesinas que hasta el momento de ser escogidas para tan importante papel habían desarrollado una vida normal, incluso contando con una familia. Sin embargo, todo cambiaba una vez que resultaba elegida por Apolo para servir de instrumento a sus profecías. Entonces debía abandonar a esposo e hijos y recluirse para siempre en una vivienda situada en el interior del santuario.
Los historiadores han logrado determinar que en el momento de su mayor apogeo, Delfos contó con tres sacerdotisas que ejercían la labor de forma simultánea.

Con el final de las Guerras Médicas llegó también el fin de la independencia política del santuario, que a partir de entonces pasó de forma sucesiva a estar controlado por distintas ciudades-estado, y finalmente de Roma.
Aquel fue el comienzo de la decadencia de un enclave sagrado que había atraído durante siglos la atención de reyes y mandatarios, tanto griegos como extranjeros, que acudían al oráculo en busca de respuestas a cuestiones trascendentes.
En el siglo II d.C., con el emperador Adriano en el poder de Roma se produjo un último intento por revitalizar el oráculo de Delfos. Pero aquel esfuerzo fue poco más que un espejismo. A finales del siglo IV otro emperador romano, el cristiano Teodosio, ordenó clausurar las celebraciones paganas. Terminaban así más de mil años de esplendor, durante los cuales aquel rincón recóndito e imponente de Grecia había sido el centro del mundo clásico, inspirando a fieles, políticos, reyes y emperadores respecto a cuestiones que cambiaron para siempre el rumbo de la Historia.

En el año 2.012 se llevaron a cabo los trabajos de limpieza del ónfalo ateniense hallado en el siglo XIX durante las excavaciones de Kyriakos Mylonas. Completadas las labores de saneamiento, apareció una losa de mármol que escondía una abertura, la aparición de esta piedra motivó una investigación posterior.

El ónfalo fue levantado de forma segura con la ayuda de una grúa. Lo que surgió fue un pozo circular en el que se repetía más de veinte veces la frase ΕΛΘΕ ΜΟΙ Ω ΠΑΙΑΝ ΦΕΡΩΝ ΤΟ ΜΑΝΤΕΙΟΝ ΑΛΗΘΕC: “Ven a mí, oh Peán, portando el oráculo verdadero”. Peán es uno de los epítetos que designan a Apolo.
                                                                   Apolo

Este descubrimiento tiene gran importancia ya que por primera vez se ha descubierto un antiguo oráculo que estaba justo en el centro de Atenas, ningún indicio hacía pensar que Atenas hubiera tenido un centro de adivinación. 



27/7/18

El Onphalo de Zeus (I)


El ónfalo es un antiguo betilo o artefacto pétreo de uso religioso originario del oráculo de Delfos.
Según la mitología, sería la piedra dejada por Zeus en el centro del mundo. La leyenda cuenta que Zeus hizo volar dos águilas desde dos puntos opuestos del Universo, las águilas llegaron a encontrarse en Delfos, en el lugar donde está la piedra cónica llamada ónfalo.
La piedra, en forma de medio huevo, fue encontrada durante las excavaciones cerca del templo de Apolo. Estas piedras que representaban el ombligo del mundo simbolizaban el centro o lugar a partir del cual se había iniciado la creación del mundo. Al colocarlas en un determinado espacio, se le sacralizaba y convertía en centro religioso. En el caso del ónfalo de Delfos, ese santuario se convirtió en el centro religioso de toda Grecia.

Las últimas excavaciones arqueológicas, han permitido determinar que el culto a Apolo en el lugar, surgió como muy tarde en el siglo VIII a.C. (la dedicación a una deidad femenina había sido muy anterior).
Desde aquella época, el recinto estuvo controlado por un colegio sacerdotal, con la Pitia al frente, donde acudían peregrinos de toda Grecia con la intención de recibir los vaticinios de la sacerdotisa de Apolo. Con el paso de los años, el santuario fue aumentando su importancia e influencia, hasta convertirse entre los siglos VI y IV a.C. en el auténtico centro del mundo para los antiguos griegos, tal y como reflejaba el mito protagonizado por Zeus y Atenea.
Este apogeo se produjo tras la Primera Guerra Sagrada, cuando la Anfictionía –una liga de varias ciudades griegas– se hizo con el control del santuario. Esta importancia del enclave, que se convirtió en todo un símbolo cultural para los griegos, no se debió únicamente a motivos religiosos, sino también políticos y estratégicos.
Junto a los miles de peregrinos que acudían de forma privada para consultar al oráculo, llegaban a menudo delegaciones enviadas desde las ciudades-estado. Estas embajadas sagradas, llamadas theoríai, buscaban un vaticinio que les permitiera tomar importantes decisiones de índole política, que en la mayoría de las ocasiones tuvieron una gran trascendencia histórica. Así, tras un vaticinio del oráculo, se llegó a modificar la Constitución Ateniense, se estableció la Ley básica de Esparta o se llevaron a cabo fundaciones de colonias como Sicilia. En otros casos, las consultas eran de carácter estratégico y militar, hasta el punto de que no se iniciaba una guerra sin antes consultar el oráculo de Delfos.

La Primera Guerra Sagrada, que tuvo como consecuencia el apogeo de Delfos, se declaró con la excusa de un vaticinio. La conquista de Salamina en el siglo VI a.C., fue también inspirada por el santuario, así como las Guerras Médicas o la Guerra del Peloponeso, eran influidos en todos los bandos, por las revelaciones de la Pitia en sus trances extáticos desde el santuario de Apolo. Esta circunstancia tuvo un resultado catastrófico, pues los oráculos emitidos por la Pitonisa eran célebres por su ambigüedad, lo que llevó a tomar decisiones equivocadas. En este sentido, es famoso el caso de Filipo II de Macedonia, padre de Alejandro Magno, quien perdió la vida tras interpretar erróneamente un oráculo originado en Delfos.

La consulta de los fieles al oráculo no era un acto sencillo, sino que suponía un complejo proceso ritual de carácter iniciático. De este modo, para conseguir la ansiada respuesta a sus preguntas, los fieles debían seguir una serie de pasos claramente establecidos que, de no realizarse correctamente, impedían llevar a cabo la consulta con éxito.
Normalmente, el proceso se iniciaba con el propio viaje, que la mayoría de los fieles realizaban a través de la llamada Vía Pítica, y que recorría distintas etapas que pasaban por Beocia y Fócide. En definitiva, se trataba de un auténtico camino de peregrinación que podría compararse, salvando las distancias, al que recorren hoy en día los peregrinos que se dirigen a Compostela.

Durante el ritual de adivinación, se enroscaba una Serpiente Pitón en la piedra cónica, la serpiente estaba relacionada con la Pitia. A través de la Pitón, la pitonisa daba la respuesta del oráculo.

Continuará...

25/7/18

El Ara Pacis (Altar de la Salud)


No cabe duda que la Serpiente fue elemento de culto en cualquier lugar del mundo antiguo, y que para bien o para mal siempre estuvo presente.
El Ara Pacis de Cartagena (Murcia), es posiblemente la pieza más importante y representativa de lo que llegó a ser esa ciudad portuaria en la antigüedad. Se trata de un altar romano fechado en el primer tercio del siglo I, hallado en el siglo XVI entre los cerros de El Molinete y La Concepción en Cartagena.

La estructura, realizada entre finales del reinado de Augusto y comienzos del de Tiberio, muestra el lenguaje figurativo de la Pax Romana, el periodo de estabilidad del Imperio Romano que facilitó su máximo desarrollo.
El Ara Pacis o “Altar de la Salud”, es una pieza fabricada en mármol blanco de Carrara, no contiene ninguna letra escrita, en sus cuatro costados lleva grabados en relieve diferentes motivos, por un lado tiene un timón, en otro la figura de Palas con un ramo de olivo, en un tercero una cornucopia y en el último un Caduceo de Mercurio.
Según la versión más aceptada, el Ara Pacis de Cartagena fue creado para representar la era de paz inaugurada por el emperador Augusto. Si bien es cierto que otros investigadores mantienen que la pieza estaba dedicada a los dioses Esculapio (medicina) y Salus (salud).
Para reconstruir la historia de esta pieza única nos basamos en el libro “Murcia, secretos y leyendas II”, del Cronista de Murcia Antonio Botías.

El descubrimiento del altar durante el siglo XVI en el Monte Sacro de Cartagena tuvo que ser muy celebrado. Incluso atrajo el interés del licenciado Cascales, quien en su obra “Discursos históricos sobre Murcia y su Reino” (1.621) propuso una de las primeras descripciones de la pieza. Con el tiempo se la conocería como el Ara de Espinardo, aunque nadie olvidó jamás que era de Cartagena.
Cascales recuerda que la piedra fue trasladada a Murcia por el obispo Sancho Dávila en 1.594 y más tarde se instaló en el jardín de Alonso Fajardo, marqués de Espinardo. Actualmente la pieza se expone en el Museo de Arqueología de Cataluña.

Fotos: Una réplica del Ara Pacis de Cartagena que se encuentra en el Museo Arqueológico de Murcia MAM.

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22/7/18

La Vara de Esculapio

En la Biblia Septuaginta, la versión griega temprana del Antiguo Testamento, la serpiente se llamaba "drakon". En la antigua Grecia, la palabra drakon se usaba para todas las temibles criaturas tales como serpientes, reptiles grandes y otros animales terroríficos.
Así, el término "drakon" se trasladó a través de canales semánticos a la asociación de la serpiente de alas grandes y patas como un dragón en la literatura y la cultura occidental. 

Del culto a la serpiente surgieron dos símbolos: el Caduceo y la Vara de Esculapio; los dos incluyen una vara con una serpiente enroscada, que según diversas opiniones representa una varita mágica, un báculo, un cayado de pastor o un símbolo fálico. Generalmente se considera que significa el árbol de la vida, pero todo eso pertenece a la mitología.

La palabra caduceo deriva del griego “kadux” que significa heraldo o embajador, conocido también como Caduceo de Mercurio (Apolo). Semejante al caduceo es la vara de Esculapio con una serpiente enroscada. Este emblema apareció unos 800 años a.C. en tiempos de Homero.

Según la mitología, Esculapio era hijo de Apolo y de Coronis; ésta era hija de Flegias, rey de Tesalia. Encolerizado Apolo porque Coronis estaba enamorada del hijo de Eratos, cuando nació su hijo lo dejó abandonado en el Monte Titón, donde fue amamantado por una cabra. Un pastor encontró al niño y lo entregó al cuidado del centauro Girón, quien le enseñó la medicina. 
A este dios de la Medicina, los griegos le llamaban Asklepios, y los romanos Aesculapius. Esculapio acompañó al héroe Jason jefe de la expedición de los argonautas que iban en busca del vellocino de oro.

Según otra leyenda, Esculapio estaba asistiendo a Glauco, cuando bruscamente cayó éste mortalmente herido por un rayo. Apareció en la habitación una serpiente y Esculapio la mató con su bastón; otra serpiente entró y revivió a la primera, metiéndole unas hierbas en la boca. Con estas mismas hierbas, se dice que Esculapio logró resucitar a Glauco.
A ruegos de Plutón, dios de los infiernos, Júpiter mató con el rayo a Esculapio porque curaba a los enfermos y resucitaba a los muertos, y el inframundo se quedaba desierto.
Por solicitud de Apolo, Esculapio quedó inmortalizado, permaneciendo entre las estrellas del cielo, ascendió a los cielos y se convirtió en la Constelación del Serpentario u Ofiuco (Ophicus serpens), que significa el portador de la serpiente o el cazador de serpientes. La constelación está representada por el propio Esculapio sujetando con las manos a una serpiente.
En la actualidad el propio símbolo de la Organización Mundial de la Salud posee la Vara de Esculapio, asociada a este dios en su referencia romana.

Entre los resucitados por Esculapio se encontraba el famoso cazador Orión, de ahí que se diga que Ofiuco es la continuación de la leyenda de Orión y el Escorpión. En la mitología, cuando el escorpión picó a Orión causándole la muerte, este último fue trasladado al cielo por los dioses, junto con el escorpión, pero separados para que no se volvieran a encontrar, por eso en el firmamento, cuando la Constelación de Orión resurge por el este, la de Escorpión desaparece por el oeste. Esculapio con sus poderes resucitó al cazador, y este logró vengarse del escorpión que le había causado muerte en primer lugar.

Continuará...

15/7/18

Constelación Serpens (II)

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Se ha encontrado que varias estrellas en Serpens tienen planetas.
La más brillante, Omega Serpentis, ubicada entre Epsilon y Mu, es una gigante naranja con un planeta de al menos 1.7 masas de Júpiter.
NN Serpentis, un sistema binario eclipsante envolvente posterior que consiste en una enana blanca y una enana roja, es muy probable que tenga dos planetas causando variaciones en el período de los eclipses. Se ha encontrado que el análogo solar HD 137510 tiene una enana marrón, aunque no tiene un planeta.
PSR B1534+11 es un sistema que consiste en dos estrellas de neutrones que orbitan entre sí, una de las cuales es un púlsar con un período de 37,9 milisegundos. Situado a aproximadamente 1.000 parsecs de distancia, el sistema se usó para probar la Teoría de la Relatividad general de Albert Einstein, validando los parámetros relativistas del sistema dentro del 0.2% de los valores predichos por la teoría. Se ha encontrado que la emisión de rayos X del sistema está presente cuando la estrella no pulsar se cruza con el viento pulsar ecuatorial del pulsar, y la órbita del sistema varía levemente.

La estrella más brillante en la cola, Eta Serpentis, es similar a la primaria de Alpha Serpentis, que es gigante roja de clase espectral K. Sin embargo, se sabe que esta estrella exhibe oscilaciones similares a la Solar durante un período de aproximadamente 2,16 horas.
Las otras dos estrellas en Serpens Cauda que forman su asterismo son Theta y Xi Serpentis. Xi, donde el asterismo se cruza con Mu Serpentis en la cabeza, es un sistema estelar triple ubicado aproximadamente a 105 parsecs de distancia.
Dos de las estrellas, con una magnitud aparente combinada de alrededor de 3.5, forman un binario espectroscópico con una separación angular de sólo 2.2 milisegundos de arco. El primario es un gigante blanco con un exceso de estroncio. Theta, que forma la punta de la cola, también es un sistema múltiple, que consta de dos estrellas de secuencia principal de tipo A con una magnitud aparente combinada de alrededor de 4,1 separadas por casi medio minuto de arco.

Cerca del límite con Ophiuchus están Zeta, Nu y Omicron Serpentis. Las tres son estrellas de secuencia principal de cuarta magnitud, siendo Nu y Omicron del tipo espectral A y Zeta del tipo espectral F.
Nu es una estrella única con una novena magnitud visual, mientras que Omicron es una variable Delta Scuti con variaciones de amplitud de 0,01 magnitudes.
En 1.909 la nova simbiótica RT Serpentis apareció cerca de Omicron, aunque solo alcanzó 10 de magnitud máxima.

El sistema estelar 59 Serpentis es triple, consiste en un binario espectroscópico que contiene una estrella tipo A y una naranja gigante y una naranja gigante secundaria. El sistema muestra variaciones irregulares en el brillo entre las magnitudes 5.17 y 5.2.
En 1.970, la nova FH Serpentis apareció ligeramente al norte de 59 Serpentis, alcanzando un brillo máximo de 4.5. También cerca de 59 Serpentis en la nube de Serpens hay varias variables de Orión. MWC 297 es una estrella de Herbig Be que en 1.994 exhibió un gran destello de rayos y aumentó en luminosidad de rayos X cinco veces antes de regresar al estado de reposo. La estrella también parece poseer un disco circunestelar. Otra variable de Orión en la región es VV Serpentis, una estrella Herbig Ae que se ha encontrado que exhibe pulsaciones de Delta Scuti. VV Serpentis también tiene, como el MWC 297, un disco polvoriento que lo rodea, y también es una estrella de UX Orionis, lo que significa que muestra variaciones irregulares en su brillo.

La estrella HR 6958, también conocida como MV Serpentis, es una variable Venaticorum Canum Alpha que es débilmente visible a simple vista. La abundancia de metal de la estrella es diez veces mayor que la del Sol para la mayoría de los metales en el pico de hierro y hasta 1.000 veces más para los elementos más pesados. También se ha encontrado que contiene exceso de silicio. Apenas visible a simple vista es HD 172365 un posible rezagado posterior al azul en el cúmulo abierto IC 4756 que contiene un gran exceso de litio. HD 172189, también ubicado en IC 4756, es una variable de Algol eclipsando binario con un período de 5.70 días. La estrella principal en el sistema también es una variable Delta Scuti, sometida a múltiples frecuencias de pulsación, que combinadas con los eclipses, hacen que el sistema varíe alrededor de una décima de magnitud.

Serpens Cauda contiene muchas estrellas OB masivas. Varias son visibles a simple vista, como NW Serpentis, una temprana estrella de Be que es algo variable. La variabilidad es interesante; según un estudio, podría ser uno de los primeros híbridos descubiertos entre las variables Beta Cephei y las estrellas B de pulsación lenta.
Aunque no es visible a simple vista, HD 167971 (MY Serpentis) es un sistema triple variable Beta Lyrae que consta de tres estrellas tipo O muy calientes.
Un miembro del grupo NGC 6604, las dos estrellas eclipsantes son ambas gigantes azules, siendo una de las primeras del tipo espectral O7.5III. La estrella restante es una gigante azul o supergigante de un tipo espectral O tardío o temprano B.
También un sistema binario eclipsante, el sistema HD 166734 consiste en dos supergigantes azules de tipo O en órbita alrededor de la otra. Menos extremo en términos de masa y temperatura es HD 161701, un binario espectroscópico que consta de un primario de tipo B y un Ap secundario, aunque es el único binario espectroscópico conocido que consiste en una estrella con exceso de mercurio y manganeso y una estrella Ap.

Al sur de la Nebulosa del Aguila en la frontera con Sagitario está el ecléctico binario W Serpentis, cuya principal es una gigante blanca que está interactuando con el secundario. Se ha encontrado que el sistema contiene un disco de acreción (accretion), y fue uno de los primeros Serpentis descubiertos, que son binarios eclipsantes que contienen líneas espectrales extremadamente lejanas ultravioletas. Se sospecha que tales Serpentis se encuentran en una fase evolutiva anterior, y evolucionarán primero en variables periódicas dobles y luego en variables de Algol clásicas.
También cerca de la Nebulosa del Águila está el eclipsante binario Wolf-Rayet CV Serpentis, que consiste en una estrella Wolf-Rayet y una subgigante de tipo O caliente. El sistema está rodeado por una nebulosa en forma de anillo, probablemente formada durante la fase primaria Wolf-Rayet. Los eclipses del sistema varían de forma errática, y hay dos teorías sobre por que ninguno de ellos es completamente consistente, con la comprensión actual de las estrellas.

Serpens Cauda contiene binarias de rayos-X. Uno de estos, GX 17 + 2, es un sistema binario de rayos X de baja masa que consiste en una estrella de neutrones y, como en todos los binarios de rayos X de baja masa, una estrella de baja masa. El sistema ha sido clasificado como una fuente Z tipo Sco, lo que significa que su acrecentamiento está cerca del límite de Eddington. También se ha encontrado que el sistema aumenta aproximadamente cada 3 días en alrededor de 3.5 magnitudes de banda K, posiblemente debido a la presencia de un chorro de sincrotrón (radiación). Otro binario de rayos X de baja masa, Serpens X-1, sufre explosiones ocasionales de rayos X. Uno en particular duró casi cuatro horas, posiblemente explicado por la quema de carbono en "un océano de elementos pesados".