31/1/21

La Serpiente Emplumada

 El Creador, el Antiguo, el Dominador y la Serpiente Emplumada son los seres creadores de la humanidad mencionados en el Libro Sagrado maya, el Popol Vuh, “Ellos que dan la existencia, cerniéndose sobre el agua como una luz al amanecer”.

Se pensaba que los antepasados mayas utilizaban el término «Ellos» cuando intentaban hablar de los creadores de la humanidad. Curiosamente, relatan cómo todo llegó a ser y podremos apreciar claramente la supuesta influencia que tuvieron «Ellos» en la creación del hombre.

Al leer el capítulo Uno del libro encontramos lo siguiente:

«Estaban ocultos bajo plumas verdes y azules, por eso se les llama Gucumatz (Serpiente Emplumada). De grandes sabios, grandes pensadores es su naturaleza. De esta manera existía el cielo y también el Corazón del Cielo, que éste es el nombre de Dios. Así contaban. Llegó aquí entonces la palabra, vinieron junto con Tepeu (el Dominador) y Gucumatz (la Serpiente Emplumada), en la oscuridad de la noche, y hablaron entre sí Tepeu y Gucumatz.

Hablaron, pues, consultando entre sí y meditando; se pusieron de acuerdo, juntaron sus palabras y su pensamiento. Entonces se manifestó con claridad, mientras meditaban, que cuando amaneciera debía aparecer el hombre. Entonces dispusieron la creación y crecimiento de los árboles y los bejucos y el nacimiento de la vida y la creación del hombre. Se dispuso así en las tinieblas y en la noche por el Corazón del Cielo, que se llama Huracán. El primero se llama Caculhá Huracán (El Relámpago). El segundo es Chipi-Caculhá (El Surco del Relámpago). El tercero es Raxa-Caculhá (El Rayo que Golpea). Y estos tres son el Corazón del Cielo.»

Es interesante señalar que el Creador, el Antiguo, el Dominador y la Serpiente Emplumada no sólo crearon al hombre, sino que además:

«Luego la tierra fue creada por ellos. Así fue en verdad como se hizo la creación de la tierra. ¡Tierra!, dijeron, y al instante fue hecha. Como la neblina, como la nube y como una polvareda fue la creación, cuando surgieron del agua las montañas; y al instante crecieron las montañas. Solamente por un prodigio, sólo por arte mágica se realizó la formación de las montañas y los valles; y al instante brotaron juntos los cipreses y pinares en la superficie.

Y así se llenó de alegría Gugumatz, diciendo: ¡Buena ha sido tu venida, Corazón del Cielo; tú, Huracán, y tú, Chípi-Caculhá, Raxa-Caculhá! Nuestra obra, nuestra creación será terminada, contestaron. La tierra entonces fue cubierta con las diversas formas de vida animal.

El Creador y el Antiguo dice a los animales: Decid, pues, nuestros nombres, alabadnos a nosotros. Pero ¡los animales no podían hablar como un hombre! Entonces dijeron sus autores: Nuestra gloria aún no es perfecta, ya que vosotros no podréis invocarnos. Guaridas y alimentos tendréis, pero en cuanto a tu carne, se comerá. Este es tu destino.»

¿Leemos en este antiguo texto que varias veces «Ellos» trataron de crear al hombre?. Parece como si estos seres hubiesen fallado al principio y entonces «Ellos» se sentaran en el «cielo» y lo pensaran una vez más.

«Vamos a intentarlo de nuevo, hagamos de ellos los que han de ser nuestros vehículos y alimentadores.»

Así que los Creadores estaban decididos a crear al hombre:

«De la tierra roja ellos moldearon su carne; pero cuando lo hicieron, vieron que no era bueno. Él era incoherente, no tenía fuerzas, era inepto, acuoso; había sido dotado con el habla, pero no tenía la inteligencia; y luego se consumió en el agua sin ser capaz de mantenerse en pie».

Parecía como si el Creador, el Antiguo, el Dominador, la Serpiente Emplumada, «Ellos» que engendran, «Ellos» que dan existencia, no hubiesen quedado satisfechos con su creación y volvieran a desaparecer para reunirse de nuevo:

«Una vez más los dioses entraron en consejo. Se decidió que el hombre fuera hecho de la madera del tzité (alcornoque), y la mujer de la médula del zibac (sauce); pero el resultado no fue satisfactorio: eran meramente maniquís de madera. Y éstas han sido las personas que han habitado la superficie de la tierra. Existieron y se multiplicaron, pero no tenían ni el corazón ni la inteligencia, ni la memoria de sus creadores. Llevaban una vida inútil y vivían como los animales. No eran sino un intento de hombres. Debido a que no dirigían sus pensamientos hacia el Corazón de los Cielos, la faz de la tierra se oscureció, y una triste lluvia comenzó a caer. Llegaron (entonces) todos los animales, grandes y pequeños (y los hombres fueron) golpeados en sus propias caras con palos y piedras. Todos los que les habían servido hablaron, para atormentarlos; incluso sus utensilios tomaron forma y voz para añadirse a su miseria. Entonces los hombres corrían de aquí para allá, desesperados. Buscaron refugio en los tejados, pero las casas se derrumbaron sobre ellos; trataron de subir a los árboles, pero los árboles les tiraban abajo; intentaron entrar en las cavernas, pero las cavernas se cerraron ante ellos. De esta manera se logró la destrucción de estas criaturas, salvo unos pocos de sus descendientes que ahora existen en el bosque como pequeños monos.»

La tercera parte del Popol Vuh continúa la historia de la creación con el siguiente texto:

«Una vez más los dioses comulgaron juntos, y el Creador y el Antiguo hicieron cuatro hombres perfectos: su carne estaba compuesta enteramente de maíz amarillo y blanco. El nombre del primero era Balam-Quitze; el del segundo, Balam-Agab; el del tercero Mahucutah; el del cuarto, Iqi-Balam.»

Y aquí llega la parte más interesante del Popol Vuh:

«Ellos no tenían ni padre ni madre, ni nacieron por efecto de los agentes ordinarios en la obra de la Creación, sino que su venida a la existencia fue un milagro extraordinario causado por la intervención especial del Creador: Verdaderamente al fin, los dioses veían a unos seres que eran dignos de su origen.»

Como se puede observar en los párrafos anteriores del Popol Vuh, tenemos descripciones detalladas de cómo unos seres, que no eran de la Tierra, crearon al hombre.

La Serpiente Emplumada (Kukulcán o Quetzalcóatl) en el Templo de Quetzalcóatl de Teotihuacán (México). 

Fuente: Ancient Origins


24/1/21

Chicanna (Casa de la Boca de la Serpiente)

 

El nombre de Chicanná, se deriva de una combinación de tres palabras de la lengua maya, ‘chi’, ‘can’ y ‘na’. La primera significa ‘boca’, la segunda, ‘serpiente’, y la tercera, ‘casa’. Por lo tanto, Chicanná significa literalmente Casa de la boca de la serpiente. Este peculiar nombre fue dado al lugar debido al diseño encontrado en el edificio más famoso descubierto en el asentamiento.

Los mayas construyeron la puerta como si fuera la enorme boca abierta de un monstruo, con los dientes de la criatura en el dintel (en la parte superior) y sobre el porche (abajo). Además, unos ojos con pupilas en espiral similares a ganchos miran hacia abajo, observando a todo aquel que se acerca a la entrada. Se ha especulado que este edificio servía a una función ritual o religiosa para los mayas. Al entrar en la plaza a través de la boca de la serpiente, los sacerdotes mayas serían capaces de acceder al inframundo, realizar los rituales necesarios y regresar al asentamiento.

Chicanná es un yacimiento arqueológico ubicado en el estado suroriental mexicano de Campeche, en la península de Yucatán. El lugar fue descubierto durante la década de 1960, y pertenece al Período Clásico de la civilización maya. Chicanná destaca por el estilo arquitectónico de sus edificios, es decir, el conocido como estilo Rio Bec, que también fue utilizado en otros asentamientos de la región, entre ellos Becán, y Xpujil, dos yacimientos cercanos a Chicanná. Se cree que el lugar vivió la cumbre de su poder entre los años 300 a.C. y 250 d.C. Fue abandonado en torno al año 1.100.

El significado religioso de la Casa de la Boca de la Serpiente podría además haberse extendido al resto del lugar. Esto puede observarse, por ejemplo, en el hecho de que el asentamiento está situado sobre una elevación natural que se encuentra en la zona. Esto permitía que las estructuras construidas en el lugar parecieran más altas, lo que a su vez significaba que llevaban a la gente más cerca de los dioses. Como consecuencia de este cercanía a los dioses, Chicanná habría sido el lugar ideal para la realización de diversas ceremonias religiosas y rituales.

Una de las ciudades vecinas que estaba habitada al mismo tiempo que Chicanná era Becán. Esta última se encuentra unos 2 kilómetros al este de la primera, y se cree que las dos ciudades estaban relacionadas entre sí. Por ejemplo, se ha observado que los estilos arquitectónicos de Chicanná y Becán son bastante similares, un indicio de que eran contemporáneas. Becán, sin embargo, era una ciudad mucho mayor que Chicanná, y se ha sugerido que era la capital política, económica y militar de la provincia maya de Río Bec. Por otro lado, Chicanná, que dependería de Becán, habría servido como zona residencial para los gobernantes de esta capital provincial.

Fuente:www.ancient-origins.es


21/1/21

Leviatán

 Leviatán (del hebreo לִוְיָתָן, liwyatan, enrollado), es el monstruo marino por excelencia.

Es una figura mitológica cuya representación más conocida se encuentra en el Antiguo Testamento. Es un monstruo marino imponente; una bestia de gran fuerza. Símbolo del caos y de los poderes anti-divinos.

En la Biblia, el capítulo 41 del Libro de Job (Antiguo Testamento) da muchos detalles sobre Leviatán como criatura marina. Está bien protegido por escamas; tiene una poderosa dentadura; de su boca salen llamas y chispas; y le sale humo por las fosas nasales. Nada puede derrotarlo; no puede ser apresado, porque rompe el hierro como si fuera papel. Y cualquiera, con solo mirarlo queda paralizado por el miedo. El mar hierve bajo el cuerpo del monstruo; deja un rastro luminoso y el abismo se cubre de espuma blanca.

En la Biblia, el Leviatán se describe como “la rápida y retorcida serpiente” o “el monstruo del mar”, y fue utilizado más tarde como una referencia al caos que existía antes de la creación, sometido cuando el orden fue establecido por Dios.

Leviatán posiblemente deriva de la diosa babilónica Tiamat, la madre de todo el cosmos, la diosa primordial de los océanos y las aguas saladas. Se la representa en la iconografía tradicional como una serpiente marina o un dragón.

Enûma Elish, el poema babilónico que narra el origen del planeta, afirma que Tiamat dio a luz a dragones y serpientes entre una lista más general de monstruos, incluidos los hombres escorpión, sirenas y tritones, pero no identifica la forma de Tiamat como la de un dragón; sin embargo, otras fuentes que contienen el mismo mito se refieren a ella como tal.

Leviatán ya se conocía en la mitología cananea (fenicia) con el nombre de Lotan o Lothan (derivado de lawtan).

En textos ugaríticos del siglo XIV a.C. Leviatán se describe como el enemigo del dios de la tormenta Baal y siervo del dios del mar Yam.

Cuando se descubrieron los textos referentes al antiguo mito cananeo de la creación, en el que Baal derrotó a Lotan, así como Marduk derrotó a la serpiente Tiamat, el origen del mito Leviatán quedó claro en relación con los babilonios.

También quedaría el mito relacionado con los posteriores referentes a las cosmogonías, en los que el dios supremo del panteón vence al caos eliminando a una bestia que, habitualmente, es un dios anterior.

Según otros, la figura de Leviatán está tomada de Sobek, el dios cocodrilo egipcio, amo de las aguas.

El filósofo inglés Thomas Hobbes (1588-1679) dedicó su obra política más conocida a la figura del Leviatán, escrita en 1.651, en la que el monstruo marino se transformó de en símbolo del Estado.

Fuente:https://elretohistorico.com/el-leviatan-el-monstruo-marino-de-la-mitologia-biblica/


15/1/21

Laocoonte

 

  Laocoonte y sus hijos.

En esta pieza se representa el momento exacto en que las serpientes marítimas se enroscan en el cuerpo del sacerdote troyano y sus dos hijos.

La historia de Laocoonte, sacerdote de Poseidón (Neptuno para los romanos), ha sido narrada en repetidas ocasiones pero la versión más conocida es la del mito de Virgilio en la Eneida, donde cuenta que después de años inútiles de asedio, los griegos deciden tomar Troya a través de un engaño, aconsejados por el astuto Ulises, simularon que abandonaban su campamento zarpando con todas sus tropas, dejando delante de las puertas de la ciudad un enorme caballo de madera.

Cuando despertaron los troyanos, incautos a causa de la aparente victoria, decidieron llevar el misterioso regalo griego dentro de las murallas de la ciudad, Laocoonte intentó en vano disuadir a sus conciudadanos, tratando de hacerles ver que se podía tratar de una trampa, con extremada violencia y fuerza tiró una lanza contra el caballo, el sonido de la lanza al chocar con el gran caballo fue hueco, lo que reveló que en su interior podía esconder a guerreros enemigos, aún así nadie quiso escucharle y ante el desafío de Laocoonte, en ese momento emergieron de las aguas dos grandes serpientes mandadas por Atenea, Caribea y Porce, devorando a sus hijos, Laocoonte angustiado se lanza a luchar y también resulta devorado.

De la tradición de Virgilio se interpreta que el castigo de Laocoonte se debe a la profanación que supone tratar de destruir un regalo a la deidad.

Según las fuentes antiguas, existe una sola mención por el escritor romano Plinio el Viejo, que en su libro Naturalis Historia, cuenta que la obra se encontraba en el palacio del emperador Tito, cerca del año 70 d.C. y proporciona el nombre de los tres artistas que la esculpiero, Agesandro, Atenodoro y Polidoro de Rodas, probablemente se esculpió entre el 170 y 150 a.C.

En el Laocoonte los tres escultores han representado una amplia variedad de sentimientos; en el centro, el rostro contraído del padre que expresa su desesperada lucha por salvar a sus hijos y a él, a la izquierda, el hijo pequeño se retuerce de espasmos producidos por la inminente muerte, y a la derecha el hijo mayor horrorizado e impotente por la irremediable muerte de su padre y hermano, consciente de sufrir la misma suerte .

La obra Laocoonte y sus hijos fue descubierta el 14 de enero del año 1.506 en un viñedo romano propiedad de Felice de Fredis por un campesino. El propio Miguel Ángel Buonarroti fue uno de los primeros testigos en aparecer en la excavación, quien confirmó la correspondencia entre el relato de Plinio el Viejo y la pieza encontrada, hoy se puede apreciar en el Museo Pío-Clementino de la ciudad del Vaticano (Roma).

Fuente:https://www.culturagenial.com/es/escultura-laocoonte-y-sus-hijos/