Con la
evolución de los juegos de azar cualquier persona puede tener acceso a la
amplia variedad de formas de apostar en distintas actividades, con la
percepción errónea de ganar dinero de manera rápida y fácil. El acceso fácil y
la publicidad (casinos, apuestas deportivas, loterías tradicionales, cupones,
loterías rápidas, cartas, dados, máquinas tragaperras, etc.), junto a variables
personales y sociales, facilitan que cada vez haya más personas con
dificultades para controlar los comportamientos relacionados con la actividad
de jugar.
Las señales
de alarma que nos indican que podemos estar ante un problema de juego
patológico son las siguientes:
- La persona
tiene una preocupación frecuente e intensa por el juego o para
obtener dinero para jugar.
-
Apuestan más cantidad de dinero del que tenían previsto inicialmente
y van aumentando progresivamente el tiempo que dedican a jugar.
- Sensación
de intranquilidad e irritabilidad en situaciones en las que no pueda jugar, síndrome
de abstinencia.
- Pérdidas de
dinero como consecuencia del juego e intentos de recuperar las pérdidas,
invirtiendo cada vez más dinero.
- Estados
emocionales que cursan con ansiedad y depresión.
- Dificultades
en la relación familiar, amistades e incluso a nivel laboral.
-
Contraer deudas con bancos, familiares o amigos.
- En muchos
casos problemas delictivos como robos.
-
Consumir alcohol a veces como excusa para jugar.
Uno de los
primeros pasos que tiene que dar una persona con este tipo de dificultades
es reconocer que efectivamente tiene este problema. Le ayudará hacer
un registro objetivo, con datos encima de la mesa, de los gastos que tiene
al mes, de sus deudas, de cómo se siente, de sus pensamientos relacionados con
el juego, cómo le ve su familia y amistades, en qué se ve limitado como
consecuencia del juego. Si reconoce que tiene este problema porque
reúne la mayor parte de las características comentadas, es imprescindible
ponerse en contacto con un psicólogo que trabaje con este tipo de casos para
iniciar una intervención psicológica con el principal objetivo de no volver a
jugar. Es muy difícil salir sólo por lo que se necesita el apoyo
familiar para superar la fase de abstinencia y para realizar cambios
importantes en su vida cotidiana. Hay que ponerse en marcha para diseñar
objetivos en todas las áreas importantes de su vida y recuperar la ilusión por
las cosas, por la familia, por los amigos, por su ocio, por su salud.
Los módulos de
trabajo en la intervención psicológica son los siguientes, teniendo en cuenta
que hay que hacer un traje a medida de la persona y su situación:
• Conocer
el problema: Se le explica el diagnóstico y sus características. Las fases de
esta adicción. Los factores que le han llevado a jugar de manera compulsiva. En
qué consiste el pensamiento mágico del jugador, que no es otra cosa que asociar
una circunstancia a ganar o perder en la apuesta del juego, como por ejemplo
llevar una determinada camisa por pensar de manera irracional que le da suerte
porque un día salió un especial y la llevaba puesta. Se evalúa y se objetiva
las consecuencias psicológicas, emocionales, familiares y sociales de mantener
una adicción de estas características.
• Conocer
el tratamiento. Tratamiento cognitivo-conductual focalizando la atención
terapéutica en el entrenamiento en estrategias para disminuir la ansiedad y
gestionar las emociones, intervención para ganar estabilidad emocional y salir
de la depresión. Cambiar los pensamientos erróneos sobre su vida en general y
sobre el juego en particular. Cómo manejar situaciones conflictivas, gestión
del dinero y deudas. Intentar mejorar la relación familiar. Entrenamiento en
habilidades sociales para romper con el aislamiento y la soledad y aprender a
resolver problemas. Planificación del tiempo que antes lo dedicaba a jugar y
que a partir de ahora tendrá actividades alternativas. Fortalecer la autoestima
y cómo prevenir las recaídas. Implicar a la familia para facilitar el control
del juego y reducir riesgos. El psicólogo utilizará técnicas y entrenamientos para
llegar a los objetivos diseñados para cada uno de los aspectos descritos.
También es importante conocer la experiencia de otras personas que han pasado
por esta situación y que afortunadamente han conseguido dejar de jugar.
Participar en alguna asociación de exjugadores puede complementar la
intervención psicoterapéutica.
• Conseguir
una buena adherencia al tratamiento. Es muy importante que tanto la persona y
su familia se impliquen en el tratamiento psicológico. Tener claro que quiere
dejar de jugar y motivarse para ello. Aprender a prevenir recaídas y
afrontarlas en el caso en que se den. Cumplir las tareas que le mande el
psicólogo y asistir regularmente a las citas.
Cada vez hay
más personas con este trastorno del comportamiento, pero afortunadamente la
intervención psicológica es muy eficaz para resolver estos problemas. El mejor
tratamiento es la prevención por lo que es importante ser conscientes de
las consecuencias que tienen nuestros comportamientos a corto, medio y largo
plazo.
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