Alarma e
incertidumbre entre la población por la creciente actividad sísmica de los últimos
días en la Falla Amposta ,
y por su cercanía a las dos Centrales Nucleares de Ascó-Vandellós. Según el
Instituto Geográfico Nacional, ayer a las 23.06 y a las 23.29 se registraron terremotos de
4,1 grados que se han notado en localidades de las provincias de Castellón,
Tarragona y Barcelona.
El Ministerio de Industria ordenó el pasado 26 de
septiembre el cese temporal de la actividad de extracción de
gas en la planta Castor para investigar las causas del aumento de la actividad sísmica
en la zona.
Desde finales de los años 60 se sabe que inyectar fluidos a alta presión en el subsuelo provoca terremotos leves. En 1.961, el Ejército de EEUU estaba introduciendo residuos en un pozo bajo su arsenal de las Montañas Rocosas cuando se desencadenaron terremotos que llegaron a sentirse en Denver, a varios kilómetros de distancia.
En 1970, un equipo de científicos hizo un experimento incrementando la presión de pozos petrolíferos agotados en Colorado. Cuando inyectaban agua en el subsuelo, la actividad sísmica subía y cuando la retiraban, la presión se reducía y los sismógrafos se calmaban. Los terremotos eran leves, pero la relación era clara.
Por ese motivo, para los expertos, muchos de los más de 300 seísmos que se han registrado desde el 13 de septiembre en las inmediaciones de Vinaroz (Castellón), a pocos metros de un proyecto frente a su costa que almacena gas natural en un antiguo pozo petrolífero submarino, no fueron una sorpresa. “No es raro que haya sucedido”, reconoce José Martínez-Díaz, profesor de Geodinámica de la Universidad Complutense. En esa misma línea se ha manifestado el catedrático de Ingeniería Geológica de la misma universidad, Luis González de Vallejo, que dice no entender la sorpresa que han causado al Gobierno estos episodios.
Menos frecuente es que se alcancen magnitudes como los 4,2 puntos en la escala de Richter registrados el martes en el Golfo de Valencia, pero ya se conocen casos de sismos más graves relacionados con la inyección de fluidos en el subsuelo.
El 6 de noviembre de 2011, cerca de Prague, una pequeña población del estado de Oklahoma (EEUU), se produjo un terremoto de magnitud 5,7, el más grande de la historia de ese estado. Destruyó 14 casas y una autopista, y dejó dos heridos. Un estudio publicado este año en la revista Geology relacionaba aquel suceso con la inyección en bolsas subterráneas de aguas residuales producidas en pozos petrolíferos.
Otro artículo que apareció en Science el pasado mes de julio, liderado por Nicholas van der Elst, de la Universidad de Columbia, advertía de una creciente sismicidad en algunas regiones de EEUU vinculada a las mismas prácticas. Además, consideraba que la gravedad de la sacudida de Oklahoma se desencadenó cuando las ondas sísmicas de un gran terremoto de 8,8 puntos en Chile hicieron liberar la tensión de unas fallas que habían al límite de su resistencia bajo la presión de las inyecciones de aguas residuales.
En Estados Unidos hay más de 30.000 pozos dedicados a guardar este tipo de desechos y más de 400 almacenes subterráneos de gas natural como el del proyecto Castor, como se conoce la plataforma de Castellón. En España, hay cuatro además de esa, en Huesca, Bermeo, Guadalajara y Huelva.
El proyecto Castor emplea un antiguo pozo petrolífero situado a 1.750 metros de profundidad como almacén de gas desde el que suministrarlo a los consumidores según las necesidades. El mapa de peligrosidad de terremotos del Instituto Geológico Minero indica que la plataforma de inyección de gas se encuentra encima de una falla activa. Sin embargo, según Martínez-Díaz, uno de los expertos que han colaborado en la elaboración de ese mapa, “aunque hay fallas activas, hay pocos terremotos”. “Se trata de una zona de fallas muy lentas, donde solo hay terremotos cada varios miles de años”. “Es muy poco probable que esas fallas se reactiven, pero si eso va a suceder y cuándo es muy difícil de predecir”, concluye.
Pese a lo alarmante de la historia, algunos expertos, que prefieren no ser citados, indican que unos movimientos sísmicos de esta magnitud son raros y que, en cualquier caso, para entender qué es lo que está sucediendo realmente, habrá que esperar a que la empresa Escal UGS, responsable del almacén, y el Ministerio de Industria, Energía y Turismo pongan a su disposición datos más detallados sobre las instalaciones, el modo de inyección del gas o el ritmo y la presión a la que se inyecta. De momento, el Gobierno ya ha encargado un informe sobre lo sucedido a varias instituciones como el Instituto Geográfico Nacional (IGN) o el Instituto Geológico Minero de España (IGME). Los dos organismos han dado instrucciones a sus expertos para que no informen a los medios de comunicación bajo directrices de Industria.
Lo sucedido en Castellón puede tener repercusiones sobre otras actividades que implican técnicas similares. La explotación no convencional de gas a través del método de fracturación hidráulica, el conocido como Fracking, suele producir terremotos de menor intensidad que la inyección subterránea de fluidos. Sin embargo, esta actividad puede implicar ciertos riesgos sísmicos por dos motivos. En primer lugar, la acumulación de presión sobre las fallas activas puede ayudar a que otros fenómenos acaben por provocar movimientos más intensos. En segundo lugar, aunque el fracking en sí no sea tan estresante para las placas tectónicas, igual que las explotaciones petrolíferas, produce agua contaminada de la que hay que deshacerse, y una técnica frecuente para hacerlo es inyectarla en el subsuelo.
Proyecto Castor: Sismicidad antropogénica, moderada, generada por inyección de gas natural http://youtu.be/Dv4Qhsqlyno
ResponderEliminarMuchas gracias por compartir este video, vuelvo a poner el link a ver si funciona http://www.youtube.com/watch?v=Dv4Qhsqlyno
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