Las auroras
polares son fenómenos lumínicos producidos por el choque de partículas solares
contra los polos Norte y Sur de la magnetosfera terrestre. Cuando se producen
en el Hemisferio Norte, reciben el nombre de "Boreales", cuando ocurren
en el Sur, se denominan "Australes".
Es cierto
que las primeras son características de Alaska, Groenlandia, Noruega o Rusia,
mientras que las segundas abundan en la Antártida o en el sur del océano Pacífico; sin
embargo, en anómalas ocasiones, pueden divisarse en otras partes del mundo,
como Holanda, Francia y España.
Aurora
Boreal proviene de Aurora la
diosa romana del amanecer y de la palabra griega Boreas que significa
norte. En Europa el horizonte suele aparecer de un tono rojizo
como si el sol saliera desde una dirección inusual.
A pesar de ser un fenómeno
de latitudes muy altas, en ocasiones especiales puede resultar visible en latitudes
medias o incluso en el ecuador. La probabilidad de avistar una aurora polar
depende de la latitud magnética, que no hay que confundir con la latitud
geográfica.
A 67 grados de latitud magnética son un fenómeno
habitual. Se pueden ver casi todas las noches, en el hemisferio norte, desde
finales de otoño hasta el comienzo de la primavera. A 57 grados la frecuencia
es de una o dos veces por mes, diez grados más abajo, a 47 grados tan sólo se
pueden ver en promedio una o dos por año. En el Ecuador se estima que se puede
ver una aurora boreal aproximadamente cada dos siglos.
Teniendo en cuenta que la
latitud magnética de Madrid es de 33 grados, podemos ver que las probabilidades
son bastante bajas, solo llegan a ser visibles muy cerca del horizonte cada
bastantes años. Cuando aparecen son un fenómeno llamativo e inolvidable.
El 25
de enero de 1938 en plena guerra civil se pudo observar una enorme aurora polar
en toda Europa, fue tan intensa que llegó a ser visible incluso desde Andalucía.
En la prensa española, el diario
ABC del día 26 informó que en Madrid se pensó que se trataba de un incendio
lejano en los montes del Pardo. Pero pronto se dedujo, por la altura y gran
extensión de la luz, que se trataba de un fenómeno meteorológico.
El diario “Liberación” habló
que un raro fenómeno atmosférico se observó en Alicante, causando natural
sorpresa. Se notó un gran resplandor rojo que, por momentos, iba en aumento,
decreciendo más tarde. La aurora también es recogida en el libro “La
Guerra Civil a Arenys de Mar” de Jacint Arxer.
El astrónomo Rafael
Bachiller cuenta en diario El Mundo los detalles de un fenónemo que en plena
guerra civil provocó desconcierto, bulos y mitos.
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