En una profunda garganta en Nuevo México, los arqueólogos han descubierto un sitio único que cuenta la historia de una confederación nómada en el corazón de América del Norte .
En 1834, una expedición americana a los Llanos, encontró a un jefe Comanche ondeando una piel de búfalo blanco como una bandera de tregua. El registro arqueológico de la vida Comanche ha sido explorado recientemente. Se hacían llamar Numunu, "el pueblo", y durante siglos habían sido cazadores-recolectores viviendo en pequeños campamentos en las montañas rocosas. Pero en algún momento antes de 1701, cuando fueron documentados por los franceses en un mapa de las Altas Planicies, los Numunu dejaron las montañas y los caballos, se unieron con sus primos lingüísticos, el Ute, o la gente del pueblo del norte de Nuevo México.
A mediados del siglo XVIII, se les conocía como Comanche, un nombre derivado de la palabra Ute para "cualquier persona que quiera pelear conmigo todo el tiempo," y dada la fuerza de sus habilidades ecuestres sin precedentes, estaban en camino de ser la nación india dominante del oeste americano.
Entre los guerreros montados más temidos en la historia, el Comanche forjó una cultura nómada que sirvió de modelo para otros indios de las llanuras. Iban desde Canadá hasta llegar al centro de México, una patria que sería conocida como Comanchería, que incluía gran parte de la actual Texas, Nuevo México, Oklahoma, Kansas y Colorado, y que duró hasta la mitad siglo XIX.
Hasta ahora, a pesar de que ellos controlaban una vasta cantidad de territorio durante casi dos siglos, el Comanche ha sido prácticamente ignorado por los arqueólogos."Pensamos que el Comanche tenía una cultura diseñada para ser invisible y no ser detectados", dicen los arqueólogos.
Pero la reciente identificación de paneles de roca pintados en un campamento Comanche en Rio Grande (Gorge de Nuevo México) se opone a la idea de que no dejaron huellas físicas.
El descubrimiento coincide con el surgimiento de una nueva generación de historiadores, que, junto con los propios Comanche, están releyendo registros coloniales y revisando la historia Comanche.
Este nuevo punto de vista contradice la imagen del Comanche en el imaginario popular, lo que los pone en la piel del salvaje más brutal de los indios de las praderas, cuyas incursiones implacables estancaron la expansión de la frontera de Estados Unidos durante décadas. En el nuevo enfoque, con más matices de la historia Comanche, los "Señores de las Planicies del Sur" surgen en su lugar, como estrategas expertos y diplomáticos capaces de reunir a miles de guerreros para avanzar en sus intereses políticos y económicos.
El arte recién descubierto en Nuevo México, encontrado por un equipo de arqueólogos, dirigido por Severin Fowles, podría ayudar a iluminar este período en gran parte desconocido.
Arte Rupestre.
En Rio Grande, Severin Fowles y su equipo han registrado cientos de paneles de arte rupestre apenas visibles, dejados por Comanches alrededor de una cuenca conocida como el sitio de Vista Verde. Grupos de Comanches viajaron a la zona de las Grandes Llanuras durante el siglo XVIII para participar en incursiones o expediciones comerciales. Muchos de los paneles representan guerreros a caballo luchando contra otros nativos americanos o capturando caballos. A diferencia de la mayor parte del arte rupestre, que a menudo representan temas ritualmente importantes, estos paneles parecen representar los acontecimientos de la vida real, tal vez trazadas en las rocas por los guerreros deseosos de recordar a su compañero Comanche sus valientes hazañas.
A continuación se presentan los trazados que Fowles y su equipo hicieron de algunos de los paneles, encontrados en los cantos rodados de basalto.
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