Ningún
investigador cree hoy en el supuesto origen misterioso de la lengua y
etnia vasca. Todas las crónicas de la historia demuestran que
aquellos hombres a quienes los celtas pusieron el nombre de vascones
(barscunes) que en lengua celta significa los de las cumbres o
monterizos (de 'bars': cumbre, Proto-Indo-Europeo *wers- y 'cun' :
cuna, estirpe) y a quienes los romanos describieron como “guerreros
salvajes de razas varias” y “de lengua y costumbres diferentes en
todo a los pueblos celtas de la zona”, no eran pobladores
autóctonos del territorio que hoy se denomina 'Pais Vasco', sino que
entraron en España con las invasiones púnicas que abandonaron a
Anibal Barca (219 aC) cuando al atravesar los Pirineos conocieron que
los llevaban a luchar contra Roma.
Se
tiene por admitido que la mención más antigua de los vascos aparece
con el nombre de Vacceos en el fragmento 91 de Livio que narra las
campañas del 76 de las guerras Sertorianas, según Schulten, que
sostiene que Calagurris era ciudad vascona lo que afirma
contradiciendo a Livio y a Plutarco que la atribuye a los vacceos,
sin embargo esta ciudad estaba adherida al partido de Sertorio y los
vascos no aparecen mencionados en esta guerra sertoriana, ni en las
sublevaciones de los pueblos del Ebro (Borja, Cascante, Cortes)
próximas a Calagurris, donde si son mencionados los ataques que
sufrieron estas ciudades de los púnicos o cartagineses que,
sometidas al control púnico aparen como "aliadas" de los
cartagineses y enemigas de Roma, como ocurrió primero con la
Calagurris de los Berones, después la Jaca de los Iacetanos y
finalmente los territorios de los Suessetanos, todas ellas, sitiadas
y asaltadas por Anibal (Tito Livio según M.Pedro de Medina). El
primer caso fué el de los jacetanos, que dejaron de ser mencionados
como pueblo, en el período entre Catón y Graco (184 aC) en las
zonas donde luego se sitúa a los vascones.
La
crónica poética de Silio Italico del año Año 68 dC cita siempre a
los vascos como parte de las tropas púnicas de Anibal junto a otras
gentes de la Baetica y Baleares. En Punica. IX.227-234 cita a los
Cantabros combatiendo frente al ejercito cartagines de Magon formado
por Vascos, lanzaderos Baleares y Baeticos: "At parte in dextra,
sinuat qua flexibus undam Aufidus et curvo circum errat gurgite
ripas, Mago regit. Subiere leves quos horrida misit Pyrene, populi
varioque auxere tumultu flumineum latus: effulget caetrata iuventus:
Cantaber ante alios nec tectus tempora Vasco ac torto miscens
Baliaris proelia plumbo Baetigenaeque viri."
A
finales del Siglo I aC, los poenos o fenicios ya se habían extendido
en agrupaciones mas o menos numerosas por toda el área cantábrica,
haciendo continuas correrías sobre sus poblaciones, desde sus
refugios de montaña, provocando las llamadas Guerras Cántabras,
última fase de la guerra contra estas invasiones orientales en
Europa, que en Hispania comenzaron el año 29 aC. durante el reinado
de Augusto y concluyeron el 19 aC. en las regiones de los Galaicos,
Astures y Cántabros.
Las
fuentes clásicas que se refieren a estas guerras proceden de Floro,
Dion Casio y Orosio, que toman los hechos del historiador Tito Livio
coetáneo de las guerras. Dion Casio habla de estas guerras en el
libro 53, (con alguna breve mención en el 54) en tanto que en el
libro 56, ponderando la clemencia de Augusto, dá cuenta de los
continuos saqueos perpetrados sobre tierras cántabras por el bandido
vasco Corocotta al frente de su cuadrilla, por cuya captura se llegó
a ofrecer una importante recompensa en tiempos del Emperador Augusto.
La referencia que hace Dión Casio (56, 43, 3) de Corocotta es "tina
lestés en Iberíai", esto es, "un tal Corocotta, ladrón
en Iberia". El hecho de que las crónicas situaran las
operaciones de saqueo de estas bandas en tierras cántabras, llevó a
los historiadores posteriores a suponer cántabro al personaje,
forjándose en torno a él una leyenda. Pero lo cierto es que las
crónicas romanas nunca confundieron a los cántabros con los vascos
y el nombre Corocotta es púnico procedente de la raíz kur que en
lengua líbica (curucuta) denomina a la hiena; en vasco actual
txa-kur, za-kur es perro; es nombre presente desde Etiopia hasta la
India (Kurkuta, Kurkutta o Korkuta), tal como se expone en los
estudios de Schuchardt y Schulten (Numantia) y Garcia Bellido (La
Península Ibérica en los Comienzos de su Historia). El hecho de que
el nombre del personaje fuera libio y que la hiena era un animal
inexistente en España desde el Holoceno y existente únicamente en
tierras africanas, donde era además un animal particularmente
respetado (divinidad en Egipto), confirma la condición extranjera de
este pueblo y por otro, dada la indiscutida Celticidad de los
cántabros plenamente acreditada en su legado y descritos como celtas
(Keltai, Celtae) por las crónicas griegas y romanas de todas las
épocas, es evidente que la presencia de bandas líbicas como la de
Curucutta en aquellas latitudes debía proceder sin duda de las
tropas berberiscas procedentes de la descomposición de las
invasiones púnicas dispersadas por la península ibérica, que
esporádicamente siguieron atacando en bandadas las ciudades
fortificadas celtíberas, o se hacían fuertes en su interior,
tomando como rehenes a sus habitantes, como ocurrió con Numancia
bajo el reinado de Retogenes Carausio (Recto y Cariñoso). Y a la inversa,
prueba también de la procedencia líbica, púnica o berebere de los
vascos, es el hecho de que carecen de palabras propias para designar
conceptos tan característicos de las zonas que ocuparon como oso o
haya, inexistentes en sus tierras de procedencia, y utilizan para
denominar al oso el préstamo hispano del antíguo nombre celtíbero
del oso: artkos (griego arktos, como artico forma adjetivada de oso)
que pronuncian hartza, y para denominar al haya utilizan la antigua
palabra española fago (gallego: faia, latin: fagus, griego: phegos,
catalan: hagi, castellano antíguo: fago, castellano actual: haya).
El
origen africano del bandido Corocotta lo refuerza Dión Casio (Dión
Casio 56, 43, 3) que no describe a Corocotta como bandido hispano,
según la traducción erronea más divulgada, sino como bandido “en
Hispania” "tina lestés en Iberíai" (ladrón en Iberia),
por tanto Corocotta no era “hispano”, sino que “actuaba”,
robaba “en Hispania”, pero este bandolero que viene,
asombrosamente, siendo considerado, como “un héroe de la
resistencia cántabra contra Roma”, basándose probablemente en un
comentario, bastante desaforado de Adolf Schulten, era en realidad
africano, tal como también lo confirma el Testamentum Porcelli (350
d.C., que ya existía antes en el anecdotario literario romano),
donde el cerdito Corocotta dice que deja al cocinero el almirez
(mortero) y la mano (mazo) del mismo, “que me había traído
conmigo desde Thebeste” que es ciudad próxima a Cartago, en el
moderno Túnez. Además, existió otro Corocuta, un Tutilio(rum)
ser(vus) en Hispania, en Emerita. CIL II 550 (Mérida) que era
esclavo -ser(vus)- mientras que su madre Tutilia Alb[---] era libre
en el momento de la inscripción, lo que refuerza el origen africano
o al menos, no hispano del padre de la criatura y el diferente
estatus del progenitor y el hijo de estas uniones (forzosas o
voluntarias) de los púnicos con hispánicas, probable origen de
nuestra tradición de ser el único país europeo en el que la mujer
conserva sus apellidos después de casada. Ramírez Sadaba, indica
que al nombre de la madre (Cecilia) le sigue uno de los muchos
Albuia, Albura, Albicia, Albonia, de origen hispanocelta. Lo cierto
es que el único paralelo real de Curucutta (AE 1996, 1708) es
africano, comenzando por el propio nombre del híbrido de hiena,
presente en la Cottia Biri/hut de Bordj M'Raou (CIL VIII, 16768). La
confusión o identificación entre cántabros y vascos, estuvo en
boga durante un tiempo, porque convenía y era necesaria para avalar
el reivindicado autoctonismo de los vascos en lo que actualmente se
denomina País Vasco.
Otro
grupo del mismo origen étnico fueron los “macips” (esclavos) en
Cataluña, que se autodenominaban bastaixos (del vasco bazter:
separados, apartados), que aunque ya eran libres en el primer cuarto
del siglo XIV y organizados en cofradías, las ''Usatges'' Catalanas
les atribuían las obligaciones propias de los siervos, como acarrear
sobre sus espaldas desde la cantera real de Montjuic las
impresionantes rocas que después serían labradas a pié de obra de
la catedral de Santa Maria del Mar de Barcelona. También eran
traídos de Canarias como esclavos, en concreto está documentada la
traída a España desde La Gomera de cientos de esclavos denominados
"moros" por Ferrand de Peraza, hijo de Diego de Ferrara,
tráfico que finalizó en 1477 por carta ejecutoria de los Reyes
Católicos ante las protestas de la iglesia que ya los consideraba
como "cristianos e libres, pues estavan en amparo de la Santa
Madre Iglesia", como imploraba Fray Juan de Frías ante los
reyes Isabel y Fernando, que denunció también la complicidad del
Gobernador de Canarias Fernando Peraza en este tráfico indigno y,
tras su muerte, de su viuda Doña Beatriz de Bobadilla que continuó
con este tráfico a través de Alonso de Cota.
+ INFO: Se confirma que la lengua vasca es una lengua africana.
¡¡¡MUY INTERESANTE, GRACIAS!!! Ya conocía el origen bereber de los vascos , pero agradezco mucho el exhaustivo estudio que has compartido en tu blog.
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