La
lluvia de estrellas tiene lugar cuando un cometa se adentra en el
Sistema Solar y tiene contacto con el viento. En ese instante se
activan los gases y los
materiales de la superficie del cometa,
que se disparan hacia el espacio formando un enjambre de meteoros,
algunos muy famosos, como las Perseidas, conocidas popularmente como
las “Lágrimas de San Lorenzo”, que son visibles desde la Tierra,
este año la noche de más actividad será del 12
al 13
(se podrán visualizar hasta 100
meteoros por hora).
Hasta el siglo XIX, sin embargo, muy
pocos científicos se planteaban que las lluvias de estrellas
pudieran tener un origen extraterrestre.
Las
civilizaciones antiguas dejaron escasos testimonios de las lluvias de
estrellas, aunque no las catalogaron como tal. Así, en el siglo II
a.C., los chinos dejaron una referencia de una observación cometaria
en El libro del príncipe de Huai-Nan (1057 a. C.), escrito por Liu
An durante el reinado de Wu.
En
el Egipto Antiguo, en la estela de Tutmosis III, hallada en el primer
patio del templo de Amón en Gebel Barkal, hay una inscripción que
bien podría referirse a un avistamiento de estrellas fugaces. He
aquí un fragmento de la transcripción:
"Era
la segunda hora cuando vino la estrella que venía desde su sur.
Nunca había sucedido igual. Se lanzó (la estrella) hacia ellos en
oposición. Nadie permaneció allí de pie. [Yo los masacré como los
que no existen, estando ellos tirados en su sangre] [caídos en un
montón]. Entonces, estaba el [uraeus] tras ellos con el fuego
tirados hacia sus caras. Nadie encontraba su mano entre ellos ni
miraba hacia atrás. Sus caballos no estaban, estaban desbocados ..."
Existe
otra observación registrada, también en el mundo egipcio, recogida
en el documento El
cuento del náufrago.
Describe un meteoroide que supera la fricción de la atmósfera,
impacta y causa la muerte de muchos seres vivos. El relato forma
parte de la literatura egipcia, aunque no se puede descartar que
estuviera basado en un suceso real que acaeciera tiempo atrás:
"Totalizábamos
75 serpientes con mis hijos y mis hermanos sin mencionarte"
(Fuente: La
astronomía en el antiguo Egipto,
José Lull).
Otra
función más profana es el uso que le dieron los egipcios antiguos
de extraer hierro (hierro
del cielo,
lo llamaban), de alto contenido en níquel en comparación con el
hierro terrestre, con el objetivo de elaborar utensilios de gran
valor.
Los
cometas fueron interpretados en la antigüedad como mal augurio por
prácticamente todas las culturas porque se creía que no estaban
sujetos a ninguna ley natural, desafiaban el orden del Cosmos. Sin
embargo, los meteoritos, es decir, los pedazos supervivientes de los
meteoros que llegan a impactar contra la superficie terrestre, eran
en ocasiones empleados en templos como piezas del cielo vinculadas a
una divinidad de carácter celeste. De hecho, varios templos que
todavía se mantienen en pie conservan meteoritos como parte de los
elementos que rodean el culto de lo sagrado, como el aerolito de la
Piedra
Negra de la Kaaba, en La Meca.
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