Hasta
hace unas décadas, creíamos que los extraterrestres eran cosa del cine. Nadie en la comunidad científica creía que
teníamos la posibilidad de encontrar vida extraterrestre en el
futuro. En los últimos años los descubrimientos científicos
sugieren que es más probable de lo que imaginábamos.
Científicos
de la NASA reprodujeron los componentes básicos de la vida y
precursores de material genético en condiciones espaciales,
simuladas en el Centro de Investigación Arnes, en Silicon Valley,
EE.UU. El experimento reveló que el Universo puede llenarse con todo
tipo de golosinas biológicas que pueden llover sobre planetas y
sembrar vida.
Anteriormente,
solíamos pensar que los primeros organismos terrestres solo pudieron
concebirse gracias a las condiciones especiales de la Tierra joven,
cuando una combinación de fuentes hidrotermales y radiación solar
permitieron que la vida surgiera. Pero los científicos demostraron
que no solo no se requiere un planeta, y tampoco son necesarios
eventos astronómicos particulares para formar bases genéticas.
Colocaron
compuestos orgánicos que pueden encontrarse en todo el cosmos al
interior de un tubo e irradiaron la mezcla con radiación
ultravioleta. Uracilo, citosina y timina resultaron de esta
exposición componentes claros en el ADN y ARN. Un escenario con
muchas probabilidades de suceso en todo el Universo, según los
investigadores.
Existen
muchos planetas potencialmente habitables en el Universo. En 2013,
astrónomos de la Universidad de California en Berkeley en
colaboración con colegas de la Universidad de Hawai, concluyeron que
tan solo la Vía Láctea – una galaxia espiral de 100 mil años luz
– puede albergar a 20 mil millones de planetas como la Tierra
orbitando a sus estrellas.
Los
investigadores extrapolaron el número partiendo de datos ofrecidos
por el Observatorio Kepler. A lo largo de los últimos cinco años,
el observatorio ha rastreado 150 mil estrellas y descubierto más de
4.000 candidatos a planetas extrasolares.
Entonces
se hizo evidente que aproximadamente el 20% de las estrellas en
nuestra vecindad galáctica poseen planetas – la más parecida
reside a tan solo 12 años luz de distancia – de forma que, a
escala universal, con varias centenas de miles de millones de
galaxias, potencialmente tenemos mil trillones de planetas parecidos
a la Tierra – y esto solamente en estrellas parecidas con el Sol.
Esta
cuenta también excluye a los satélites, entornos que podrían
resultar habitables como planeta. Es decir, uno de esos tanto mundos
tiene que tener vida extraterrestres... sería muy extraño que no
fuera así.
Un
grupo de científicos anunció que encontraron evidencias de que la
vida surgió en el lodo primitivo de la Tierra mil millones de años
antes de lo que se creía. Esto significa que los primeros organismos
en nuestro planeta aparecieron hace 3,2 mil millones de años.
Los
investigadores llegaron a esta conclusión analizando rocas
extremadamente antiguas en Australia. Allí descubrieron evidencia de
la conversión del nitrógeno, un gas esencial para aquellos
organismos primitivos. Estas criaturas embarazosamente simples se
esparcieron sobre la tierra, formando una espesa película de células
que se alimentaban de nitrógeno, de ahí los rastros encontrados en
las rocas. Dado que “expulsaban” oxígeno, las criaturas
terminaron transformando nuestra atmósfera en un lugar más digno
para los organismos multicelulares que les precedieron.
Si
enzimas complejas producidas por criaturas vivas existían en nuestro
planeta 3,2 mil millones de años en el pasado, eso significa que
dichos fenómenos pueden suceder más fácilmente y más
frecuentemente de lo que pensábamos.
Por
ejemplo, esporas de moho enviadas al espacio regresaron ilesas 18
meses después en la superficie exterior de la Estación Espacial
Internacional. Algunos de los individuos menos resistentes a los
rayos ultravioleta murieron en un gran drama cósmico, pero una buena
parte regresó a casa con sus descendientes.
De
la misma forma, un estudio exobiológico realizado por la Agencia
Espacial Europea lanzó un vehículo lleno de líquenes (pequeñas
comunidades de células de algas y hongos) a la órbita inferior de
la Tierra, donde fueron expuestos a un letal vacío cósmico durante
14,6 días... regresaron a la Tierra con sin daños celulares. De
hecho, la vida ha probado ser tan dura en el espacio que,
curiosamente, se convirtió en un problema para la NASA. Los
microbios en el interior de la estación espacial se multiplican a
toda prisa. Incluso la respiración de un astronauta puede
transportar criaturas que se instalan en las superficies, poniendo a
toda la misión en riesgo.
Ante
todo esto, la agencia espacial hizo enormes esfuerzos para no
contaminar ambientes con intrusos terrestres. Esparcir gérmenes de
nuestro planeta por el universo obstaculizaría los avances
científicos, además de otras potenciales consecuencias.
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