La firma y la
rúbrica de una persona, van cambiando a lo largo de la vida, especialmente
desde la adolescencia hasta la ancianidad, la firma de Adolf Hitler, es un
claro ejemplo de este proceso evolutivo.
Aunque no ha sido posible la observación de los documentos originales, y por lo tanto, hay algunos aspectos que sería necesario confirmar, analizando estas catorce firmas, podemos tener una visión muy completa de la personalidad íntima de Hitler, de su auténtica forma de ser.
Ya en la primera firma (17 años), se aprecia un carácter fuerte, y una importante confusión ideológica y emotiva, que le lleva a ser contradictorio. Aunque cierto nivel de desorientación es normal en la adolescencia, se adivinan en esta firma, ciertos rasgos de la personalidad de Hitler, que se agravarán a medida que aumente su edad: la necesidad de imponerse, la inadaptación, la rigidez de ideas y la tendencia a cometer actos violentos.
Además, el desarrollo inferior de la rúbrica, nos habla de una persona materialista, en la que predomina el mundo instintivo, y se apunta ya una tendencia al pesimismo, que en éste momento intenta superar a base de fuerza de voluntad, y ésta situación le acompañará a lo largo de su existencia.
También se va acentuando paulatinamente, y especialmente a partir de los 31 años (quinta firma) como gesto-tipo, y de forma muy acentuada, el rasgo de la brutalidad. Este rasgo conlleva además de dicha brutalidad, fuertes descargas de carácter, y reafirma la tendencia a la violencia física y a la inadaptación.
Por otro lado, y sobretodo a partir de los 40 años (séptima firma) se asienta su carácter combativo e intransigente. Se va convirtiendo en una persona rígida en sus principios, dura e inflexible, coincidiendo con la consolidación de su vida militar. Organiza sus metas y acciones para alcanzar un puesto de mando importante. Es en ésta época, cuando se arraiga su egoísmo y su capacidad de venganza. Además se consolidan sus dotes de mando, ejerciendo el poder con expresiones que pueden llegar a atemorizar, y con grandes dosis de conflictividad.
Aunque no ha sido posible la observación de los documentos originales, y por lo tanto, hay algunos aspectos que sería necesario confirmar, analizando estas catorce firmas, podemos tener una visión muy completa de la personalidad íntima de Hitler, de su auténtica forma de ser.
Ya en la primera firma (17 años), se aprecia un carácter fuerte, y una importante confusión ideológica y emotiva, que le lleva a ser contradictorio. Aunque cierto nivel de desorientación es normal en la adolescencia, se adivinan en esta firma, ciertos rasgos de la personalidad de Hitler, que se agravarán a medida que aumente su edad: la necesidad de imponerse, la inadaptación, la rigidez de ideas y la tendencia a cometer actos violentos.
Además, el desarrollo inferior de la rúbrica, nos habla de una persona materialista, en la que predomina el mundo instintivo, y se apunta ya una tendencia al pesimismo, que en éste momento intenta superar a base de fuerza de voluntad, y ésta situación le acompañará a lo largo de su existencia.
También se va acentuando paulatinamente, y especialmente a partir de los 31 años (quinta firma) como gesto-tipo, y de forma muy acentuada, el rasgo de la brutalidad. Este rasgo conlleva además de dicha brutalidad, fuertes descargas de carácter, y reafirma la tendencia a la violencia física y a la inadaptación.
Por otro lado, y sobretodo a partir de los 40 años (séptima firma) se asienta su carácter combativo e intransigente. Se va convirtiendo en una persona rígida en sus principios, dura e inflexible, coincidiendo con la consolidación de su vida militar. Organiza sus metas y acciones para alcanzar un puesto de mando importante. Es en ésta época, cuando se arraiga su egoísmo y su capacidad de venganza. Además se consolidan sus dotes de mando, ejerciendo el poder con expresiones que pueden llegar a atemorizar, y con grandes dosis de conflictividad.
Asimismo se
afianza, a partir de los 36 años (sexta firma) un rasgo de su personalidad que
le acompañará hasta su muerte: la vanidad orgullosa. Su presunción le lleva al
desprecio de los demás, y la excesiva importancia que concede a las apariencias
hace que no profundice en los auténticos valores humanos.
Igualmente se observa que la firma se va resumiendo y va avanzando en ilegibilidad. Hasta los 25 años (cuarta firma), está formada por el nombre “Adolf” y el apellido “Hitler”, y a partir de ese momento, el nombre se va reduciendo hasta llegar a la octava firma (45 años) en la que el nombre lo conforman un trazo vertical (reducción de la “A”), un enlace ascendente y otro trazo descendente que configura la letra “f”.
El nombre nos indica el yo íntimo y familiar, y la infancia, y en este caso refleja rigidez consigo mismo, egocentrismo y necesidad permanente de afirmación de la personalidad, no se permite ningún rastro de vacilación.
Igualmente se observa que la firma se va resumiendo y va avanzando en ilegibilidad. Hasta los 25 años (cuarta firma), está formada por el nombre “Adolf” y el apellido “Hitler”, y a partir de ese momento, el nombre se va reduciendo hasta llegar a la octava firma (45 años) en la que el nombre lo conforman un trazo vertical (reducción de la “A”), un enlace ascendente y otro trazo descendente que configura la letra “f”.
El nombre nos indica el yo íntimo y familiar, y la infancia, y en este caso refleja rigidez consigo mismo, egocentrismo y necesidad permanente de afirmación de la personalidad, no se permite ningún rastro de vacilación.
En el apellido,
la firma se hace cada vez más ilegible, (a partir de los 45 años, novena firma)
sólo se lee la “H”, lo que nos indica que estamos ante una persona que oculta
sus verdaderas intenciones. En el fondo se siente inferior, aunque trata de
ocultarlo con su actitud prepotente.
Es también digna de mención la inclinación de la escritura, que va aumentando, hasta ser prácticamente tumbada. Lo vertical se convierte en horizontal. (letra “H” a partir de los 40 años, firma número siete). Esta es otra característica escritural que refuerza el carácter agresivo de la persona, así como su tendencia a perder el control y a la irreflexión (toma sus decisiones sin el necesario periodo de meditación).
Destaca también, por su notoriedad, la dirección descendente de las líneas. Ya a los 19 años (segunda firma), se observa el descenso final del apellido “Hitler”, y es a partir de los 40 años (séptima firma) y hasta la última firma (56 años, el día anterior a su suicidio), cuando descienden casi hasta la verticalidad, las dos palabras que forman la firma. Esta escalera descendente tan evidente, indica un estado de ánimo pesimista y desolado, contra el que lucha, no se deja vencer por la adversidad y la depresión.
Por otra parte, aunque no ha sido posible la observación de los originales, se deduce una fuerte presión (se dice que, en ocasiones, rompía el papel al escribir) y se aprecia que predomina la presión en sentido vertical. De ello se deduce una gran fuerza física y reitera la intransigencia, el egocentrismo y la necesidad de imponerse al ambiente afirmando su personalidad, y haciendo que prevalezca, por encima de todo, su criterio.
En definitiva, los aspectos más significativos de la firma de Hitler evolucionan configurando una personalidad agresiva, dominante, y con una capacidad de liderazgo, que junto a la rigidez de sus principios e ideas, forman una mezcla preocupante. Además es vanidoso y obstinado hasta el último momento, oculta un gran sentimiento de inferioridad, y se adivinan algunos rasgos patológicos de desequilibrio mental (que sería necesario corroborar en otros escritos).
Es también digna de mención la inclinación de la escritura, que va aumentando, hasta ser prácticamente tumbada. Lo vertical se convierte en horizontal. (letra “H” a partir de los 40 años, firma número siete). Esta es otra característica escritural que refuerza el carácter agresivo de la persona, así como su tendencia a perder el control y a la irreflexión (toma sus decisiones sin el necesario periodo de meditación).
Destaca también, por su notoriedad, la dirección descendente de las líneas. Ya a los 19 años (segunda firma), se observa el descenso final del apellido “Hitler”, y es a partir de los 40 años (séptima firma) y hasta la última firma (56 años, el día anterior a su suicidio), cuando descienden casi hasta la verticalidad, las dos palabras que forman la firma. Esta escalera descendente tan evidente, indica un estado de ánimo pesimista y desolado, contra el que lucha, no se deja vencer por la adversidad y la depresión.
Por otra parte, aunque no ha sido posible la observación de los originales, se deduce una fuerte presión (se dice que, en ocasiones, rompía el papel al escribir) y se aprecia que predomina la presión en sentido vertical. De ello se deduce una gran fuerza física y reitera la intransigencia, el egocentrismo y la necesidad de imponerse al ambiente afirmando su personalidad, y haciendo que prevalezca, por encima de todo, su criterio.
En definitiva, los aspectos más significativos de la firma de Hitler evolucionan configurando una personalidad agresiva, dominante, y con una capacidad de liderazgo, que junto a la rigidez de sus principios e ideas, forman una mezcla preocupante. Además es vanidoso y obstinado hasta el último momento, oculta un gran sentimiento de inferioridad, y se adivinan algunos rasgos patológicos de desequilibrio mental (que sería necesario corroborar en otros escritos).
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