Estela de Dyet (Museo del Louvre)
Dyet o Uadye "serpiente", fue el cuarto faraón de la primera dinastía de Egipto (2.927-2.914 a.C.). Manetón le denomina Uenefes y le atribuye 23 años de reinado. Según la versión armenia de Eusebio reinó 42 años. Su reinado estaba incluido en la parte dañada y perdida de la Piedra de Palermo.
En
tiempos de Dyet vivía Merytneit, según su tumba en Abidos.
Posiblemente Merytneit era la esposa del faraón Dyer y la madre de
Dyet y Den. Ella sería regente en el primer período del reinado de
Den.
Por
el testimonio de los antiguos, corroborado por los descubrimientos
modernos, sabemos que en Egipto y Caldea hubo numerosas catacumbas o
criptas, entre las cuales gozaban de mayor fama las de Tebas y
Menfis. Las de Tebas se abrían en la margen occidental del Nilo,
dilatándose hacia el desierto de Libia y se las llamaba catacumbas
de la Sierpe. Allí tenían efecto los Misterios del kúklos ànágkes
(ciclo ineludible o ciclo de necesidad), esto es, la inexorable
sentencia de toda alma después de haber sido juzgada, al morir el
cuerpo, en la región del Amenti.
Los
hierofantes egipcios y babilonios se llamaban “hijos de la divina
Sierpe” o “hijos del Dragón”, no porque, como apunta
erróneamente Des Mousseaux, fuesen la progenie del incubo Satán o
serpiente del Paraíso, sino porque la serpiente simboliza en los
misterios la Sabiduría y la Inmortalidad.
Dice
Movers que los sacerdotes asirios tomaban siempre el nombre de su
dios. Los druidas celto-británicos se daban también el nombre de
serpientes y exclamaban: “Soy una serpiente, soy un druida”.
El
Karnak egipcio es gemelo del Karnak celta y este último significa la
montaña de la serpiente. En tiempos antiguos abundaron en todo el
mundo conocido los Templos de Dragón, símbolo del sol, idéntico al
Elón o Elión fenicio que Abraham llamó El Elión (Génesis).
Además
de “serpientes” se les dieron a los sacerdotes los nombres de
“constructores” y “arquitectos” porque sus templos y
monumentos eran de tan abrumadora magnificencia que, como dice
Taliesin, sus desmoronados restos desafían el cálculo matemático
de los arquitectos modernos.
Dice
Bourbourg que los caudillos aztecas que llevaban los nombres de Votán
o de Quetzocohuatl eran descendientes de Cam y Canaán y se titulaban
“hivimes”, pues decían “Soy hivim y pertenezco a la excelsa
raza del Dragón. Soy serpiente porque soy hivim”.
Respecto
a la filiación de los hevitas, conforme transcurra el tiempo, habrá
más pruebas de que algunos indígenas de la América Central
descienden de los fenicios y de los israelitas que profesaron la
heliolatría tan ardorosamente como los mejicanos.
La
Biblia nos proporciona una prueba de ello en que tres de los hijos de
Jacob (Judá, Leví y Dan), contrajeron matrimonio con mujeres
cananeas, cuya religión aceptaron. Además, el patriarca Jacob en su
lecho de muerte bendice a sus hijos y al llegar a Dan exclama: “sea
Dan serpiente en el camino, que muerde las pezuñas del caballo para
que caiga atrás su jinete.”
De
Simeón y de Leví dice el patriarca: “Simeón y Leví hermanos,
instrumentos guerreadores de iniquidad. No entre mi alma en el
secreto de ellos”. Aunque el texto original dice “sod” en vez
de secreto; y sod era en los misterios mayores, el nombre común de
los dioses solares como Baal y Adonis, que tenían la serpiente por
símbolo.
Los
cabalistas explican la alegoría de las serpientes de fuego, diciendo
que este nombre era común a todos los levitas y que Moisés fue el
jefe de los sodales. Dice Freund que los sacerdotes colegiados se
llamaban sodales. Y Cicerón, que los sodalidades eran colegios
sacerdotales que se constituyeron en los Misterios de la Potente
Madre.
Continuará...
Continuará...
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