Guaca del Dragón en Trujillo (Perú)
La
relación próxima entre el hombre andino y las guacas puede
comprobarse por la gran cantidad que hay dispersas en el
Tawantinsuyu, las mismas que en algunos casos, aún en la actualidad
son objeto de veneración. Como centro religioso, las guacas son
también famosas por ser el lugar donde se depositaban ofrendas.
En
los Andes centrales del territorio del actual Perú, fue el lugar de
donde según la mitología inca salió la primera pareja formadora de
cada comunidad andina (aillu) después del diluvio universal, de
acuerdo al mandato de Apu Kon Ticci Viracocha (en quechua: Apu Qun
Tiqzi Wiraqucha), El Hacedor, que les determinó un tiempo y lugar
donde deberían resurgir a fin de que se volviera a repoblar la
tierra y fueran los padres de las diferentes naciones o comunidades
andinas (Manco Cápac y Mama Ocllo fueron una de estas parejas).
Es
este lugar de origen (que podía ser una cueva, un árbol, el sitio
donde cayó un rayo, un cerro, una mina, un lago, etc.) donde los
aillus más prósperos solían construir los respectivos adoratorios
de adobe (costa), piedra (sierra) o sobre una isla (lago), lugares
que por extensión también fueron conocidos como guacas. También
por mandato de Wiracocha, estas primeras parejas fundadoras del aillu
retornaban al estado en que salieron a su muerte y se volvían las
deidades protectoras (apus) de la comunidad a los que se veneraban.
Los
soldados imperiales incas marchaban a la guerra formados por
escuadrones de acuerdo a su comunidad de origen y por lo tanto tótems
que representaban a su respectiva guaca (el rayo, el cóndor, el
cerro, el arcoíris, etc.), por ello una de las maneras más
terribles para castigar a los pueblos muy rebeldes era justamente la
destrucción de sus guacas y momias, con lo que se rompían los
vínculos que mantenían unida a esa comunidad; por la misma razón,
cuando se conquistaba un reino de respeto en el que se reconocía de
la misma cultura y cosmovisión andina el rey vencido (o un rey
aliado de buena fe) era reconocido y llevado con todos los honores a
la ciudad del Cuzco, donde a su muerte su momia pasaba a integrar y
vivir espiritualmente como un todo con el Ombligo del Mundo, de ahí
el estatus de sagrada de la ciudad imperial como mayor centro
religioso andino, porque de esta manera la sagrada Guaca Viviente (el
sinchi, curaca o Capac, jefe, señor feudal o rey), descendiente de la
primera guaca, solo fijaba un nuevo punto de adoración. Tal es el
caso del Chimú Cápac o Rey Chimú (descendiente del Señor de
Sipán) y de los reyes Lupaca y Zapana de los dos Reinos Collas
(aymaras) del Altiplano, derrotado uno, aliado del otro.
En
el Cusco, los ceques consistían en líneas imaginarias que partían
desde el Coricancha y se dirigían hacia cada guaca, conformando un
total de 328 guacas. Cumplían funciones de orden político, social y
religioso.
El
Coricancha era el principal templo de la cultura inca. Al amanecer
del equinoccio, el Sol atraviesa la puerta del recinto oriente y
cruza el pasillo de la guaca. Al atardecer realiza el camino inverso.
La diagonal del pasillo de acceso señala la línea Norte-Sur.
Mediante este sencillo método, y utilizando barro y piedras como
materiales de construcción, los astrónomos incas lograban
observaciones de gran precisión.
En
Colombia, guaca se refería entre los pijaos, a lugares sagrados o
con valor religioso, santuarios naturales (cavernas, volcanes,
fuentes de agua), templos para ritos y otros lugares sagrados para
sus comunidades como las tumbas de sus ancestros; en general espacios
en los que se celebraba respeto sacramental.
Algunos
cronistas de indias lo describen así:
...Hubo
en las Indias gran curiosidad de hacer ídolos y pinturas de diversas
formas y materiales y a estas adoraban por dioses las llamaban Guaca.
(P. Acosa).
...Llamaban
a estos cementerios que ellos tienen por sagrados, Guaca. (Cieza de
León)
Continuará...
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