La
antropología oficial occidental, reiteradamente y por todos los
medios a su disposición, divulga que el origen del ser humano se dio
en África hace dos millones de años y que llegó a América pasando
por el Estrecho de Bering hace unos 12.500 años. Veamos la
inconsistencia de ambas afirmaciones:
Los
hallazgos de Darwin consignados en “el Origen de las Especies”
fueron, sin duda alguna, un aporte importante al conocimiento de la
existencia de animales antes inimaginables, de sus características
morfológicas, sus semejanzas y diferencias, su adaptabilidad a
condiciones geográficas y climáticas diferentes; él sacó
conclusiones bastante acertadas en muchos casos, en otras no, lo cual
llevó a los científicos de la época a lanzar la teoría a cerca de
que el ser humano desciende, por evolución, del mono. Sin embargo,
pronto se notó que algo no cuadraba, que hacían falta algunas
piezas en el rompecabezas, que de alguna forma tenía que haber algo
intermedio entre el mono y el humano; para solucionar el problema sin
resolverlo se postuló y aceptó que debía haber un “eslabón
perdido”, el mismo que hasta hoy sigue en el limbo.
Gracias
al avance vertiginoso de la genética, con el descubrimiento del ADN
mitocondrial a finales del siglo XXI, se determinó que el Homo
Sapiens no tiene relación genética con el Hombre del Neandertal, el
homínido inmediatamente anterior a él y con el cual alcanzó a
convivir. Con esto, la brecha entre el mono y el ser humano se tornó
insoluble, máxime si tenemos en cuenta que el Homo Sapiens solo
tiene 26.000 años de antigüedad. Por lo tanto, seguir sosteniendo
esa teoría es un atropello a la ciencia y a la inteligencia humana,
que exige una explicación diferente.
No
se entiende como, de la noche a la mañana, en menos de 10.000 años,
un negro africano primero se transformó en blanco europeo, luego en
amarillo ojo rasgado asiático, luego en enano blanco esquimal y
finalmente en aborigen indio americano. Además, no se entiende por
que el ser humano debió emigrar en busca de alimento, a veces hacia
tierras inhóspitas, en un momento en que eran muy pocos habitantes y
los animales y las bayas eran más que suficientes para el sustento
alimenticio.
En
cuanto a que los nativos americanos (de toda América) llegaron de
Asia, pasando por el intransitable helado estrecho de Bering, en vez
de hacerlo de otra forma, a pesar de que no hay ni un solo soporte
arqueológico ni antropológico, es continuar aferrados a un
desprecio aberrante de la capacidad e inventiva del ser humano y al
desconocimiento de la geología de la Tierra.
¿Cómo
pasábamos de un continente a otro antes del final de la Era Glaciar?
Se
puede observar como entre los continentes existe una serie de cadenas
montañosas actualmente sumergidas parcialmente, pero que, al final
de la era glaciar, cuando el nivel de los océanos estaba cientos de
metros mas bajo, permitía el paso caminando de uno a otro, tanto
para seres humanos como para animales. Cuando Darwin llegó a las
Islas Malvinas se asombró de ver lobos salvajes de gran tamaño y se
preguntó como aparecieron allí; él, obviamente, no conocía el
hecho de que existe una cadena montañosa sumergida entre África y
dichas islas, por donde pudieron pasar sin dificultad.
Las
evidencias geológicas sobre la existencia de pasadizos entre
continentes es corroborado por el hecho de que en tumbas faraónicas
del antiguo Egipto se encontraron residuos de tabaco y derivados de
la cocaína, que solo se puede extraer de la Coca, originaria de Sur
América.
Una
prueba fehaciente de ello es la existencia de islas sumergidas en el
Caribe. Los científicos de la universidad alemana de Greifswald
durante una expedición de seis semanas a bordo del buque de
investigación Meteor han encontrado materiales que solo se dan en
superficie. Las montañas submarinas presentan signos de erosión,
impropias del fondo marino.
Mitología
antigua y tradiciones aborígenes.
“Su
actual biología humana no es enteramente nacida en la tierra,
habiendo recibido ayuda de otros tipos biológicos humanoides de alta
vibración, procedentes de otros planetas. Esa semilla extraterrestre
fue necesaria para que el ADN de ustedes respondiera al estímulo
universal y para diferenciar la conciencia (el gen de la conciencia)
entre bestias y humanos”
(Kryon, libro II, Pág. 63).
La
simbología de Isis, diosa de la mitología egipcia se relaciona
directamente con los dioses llegados de Sirio, descrito por la
tradición de los aborígenes dogones de Malí en África; es
sorprendente el hecho de que esta tribu, desde tiempos inmemoriales,
conocían la existencia del sistema estelar de Sirio, con una
exactitud y profundidad aún no alcanzadas por la ciencia moderna, a
pesar de la tecnología super avanzada que posee. Templos y pirámides
egipcias están alineados hacia Sirio, como lo documentó el
astrónomo británico Norman Lockyer. Además es de anotar que los
egipcios tenían dos calendarios, uno solar de 365 días y otro
sóthico (de sirio), los cuales coinciden cada 1.460 años, tiempo
demasiado largo para una simple observación humana, sin contar con
instrumentos tecnológicos sofisticados como los actuales.
Los
Nefilim fueron para los sumerios una raza proveniente de las
estrellas, los cuales influyeron genéticamente en la humanidad y en
el desarrollo de las civilizaciones. Se habla de seres de muy elevada
estatura, cuyos restos han sido encontrados en varias partes del
mundo.
En
la biblioteca de Alejandría se guardaban manuscritos sobre la
“Historia del Mundo”, del sacerdote babilónico Beroso, donde se
describe el primer encuentro entre hombres y seres venidos del cielo.
En la mitología griega tenemos muchas alusiones a relaciones
carnales directas entre dioses, diosas y humanos, lo mismo que en la
mitología romana, lo cual no puede ser simple coincidencia. También
se hace alusión a seres mitológicos híbridos como el Minotauro o
Kyrón.
En
el Rig Veda, texto sagrado hindú, se dice que unos reyes cobra
celestes llegaron al planeta, se casaron con princesas Noga y
fundaron Camboya. Hay indicios que parecen señalar que fuimos
visitados por seres extraterrestres en el pasado, “dioses
instructores” venidos de estrellas lejanas, los cuales nos
transmitieron conocimientos profundos acerca del universo.
El
arte religioso cristiano involucra escenas en donde queda de
manifiesto la vinculación del hombre con extraños fenómenos
aéreos; esto se repite en todas las culturas antiguas, desde oriente
a occidente, hindúes, indios Hopi en América del Norte y los Mayas
en América Central.
El
premio nobel de medicina Francis Crick, descubridor de la estructura
del ADN, lanzó una original teoría donde explica como seres
avanzados, venidos de otros lugares del universo, han sembrado la
vida en la Tierra en la noche de los tiempos y siguen velando por su
conservación y evolución.
Por
otro lado, Monseñor Corrado Balducci, amigo personal del papa
Benedicto XVI, dice: “Los
Seres del cosmos no son una invención de la mente humana ni una
conjetura, y probablemente están más evolucionados que nosotros.
Por lo tanto, es verosimil que la distancia entre nosotros y los
seres de luz sea reducida por la presencia de seres que, teniendo
comúnmente un cuerpo, pero mucho más perfecto, posean un alma que
esté menos condicionada en un desarrollo evolutivo. Esto no es solo
posible sino verosimil y deseable. En un futuro no muy lejano, tales
seres podrían servirnos de ayuda, especialmente en nuestro camino
espiritual. Estos seres,
desde hace ya mucho
tiempo, podrían
ser nuestra protección y ayuda”.
Francisco
Luis Palacio Barrera
"La
Teoría de Darwin dejará de ser... porque se sabrá que el hombre
bajó de los planetas".
BENJAMÍN
SOLARI PARRAVICINI
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