25/12/17

El origen de Isis y la Virgen María

        La Virgen de la Media Luna (Grabado de Alberto Durero)

El culto de Isis tuvo una influencia considerable sobre el de la Virgen María. Isis también fue el modelo para todas las reinas de Egipto, que eran conocidas como "hija de Dios", "gran esposa del rey" y "la madre de Dios". Las imágenes coptas (cristianas) heredaron esta concepción de la diosa Isis, dando origen a representaciones posteriores de María Lactans (María que da de lactar).

Después de la conquista de Egipto por Alejandro Magno, el culto de Isis se extendió por todo el mundo grecorromano.
Tácito escribió que después del asesinato de Julio César, se decretó erigir un templo en honor de Isis pero Augusto lo paró y trató de convertir de nuevo a los romanos a las creencias de los dioses romanos que estaban asociados estrechamente con el Estado. Finalmente, el emperador romano Calígula abandonaría la cautela de Augusto hacia lo que fue descrito como cultos orientales, y fue durante su reinado cuando se estableció en Roma la fiesta de Isis. Según Josefo, Calígula se puso un ropaje femenino y participó en los misterios que él mismo instituyó.

En la época helenística, Isis adquirió un nuevo rango como una diosa principal del mundo mediterráneo. Vespasiano, junto con Tito, practicaban incubaciones en el Iseum romano. Domiciano construyó otro Iseum junto a un Serapeum. Trajano aparece delante de Isis y Horus, presentándoles votivas ofrendas de vino, en un bajo relieve, en su arco triunfal de Roma. Adriano decoró su villa de Tívoli con escenas isíacas. Galerio consideraba a Isis como su protectora.

La visión romana sobre sus cultos era sincrética, contemplando a sus nuevas deidades, como aspectos meramente locales de otros más familiares. Para muchos romanos, la egipcia Isis era un aspecto de la frigia Cibeles, cuyos ritos orgiásticos fueron al final naturalizados en Roma, llegando a ser conocida como “Isis de los diez mil nombres”.

Los estudiosos han hecho comparaciones con el culto a Isis a finales de la época romana y el culto a la Virgen María, después de que el cristianismo ganó popularidad y comenzó a dispersarse en Europa y luego en Roma, los cristianos convirtieron el santuario de Isis en Egipto en una Iglesia en honor a María así como de manera deliberada tomaron imágenes del mundo pagano y las utilizaron.
Este fue el resultado de la exposición del cristianismo primitivo al arte egipcio. En una encuesta a veinte destacados egiptólogos, realizada por W. Ward Gasque, un erudito cristiano, encontró que todos los que respondieron reconocían que la imagen de Horus niño e Isis ha influido en la iconografía cristiana de la Virgen y el Niño, pero que no hubo otras similitudes.
El historiador Will Durant escribió que "Los primeros cristianos a veces rendían honores, a las estatuas de Isis amamantando al niño Horus, viendo en ello un rito antiguo y noble acerca de como por medio de la mujer (es decir, el principio femenino), se crearon todas las cosas, que finalmente se convirtió en la Madre de Dios. Horus, en este aspecto juvenil, fue llamado Harpócrates por los griegos. A pesar de que a la Virgen María se la venera en el catolicismo y la Iglesia ortodoxa, su papel como una figura de la madre misericordiosa tiene paralelos con la figura de Isis.

En el culto egipcio vemos la Tabla isiaca, una placa de cobre que estaba consagrada a la antigua diosa Isis, en ella figuran decenas de dioses egipcios, mostrando sus símbolos y atributos.

En las riberas del Mediterráneo, durante la Edad de Bronce, los Pueblos del Mar unieron todas las culturas desde las costas de Creta, Grecia, Canaán y Egipto hasta las costas Itálicas, Iberas y Norteafricanas, con sus diversas culturas sucesivas. Unos piensan que la civilización nació en Oriente, otros que en Occidente. Los egipcios y griegos hablaron de una antigua cultura de nombre desconocido, que les había precedido en el tiempo y había desaparecido bajo las aguas.

Antes de la llegada de los pueblos indoeuropeos, de tradición solar, casi todas las culturas seguían una mitología de culto lunar, una diosa era su divinidad principal y recibió diferentes nombres: Ashera, Astarté, Ashtar, Isis, Tanit, Astoret, Shekinah, etc., o simplemente la Señora de la Serpiente, la Diosa Celeste, la Diosa del Mar, la Señora de la Tierra y del Inframundo, etc. Era una diosa de la vida, el amor, la muerte y la regeneración. Los griegos, romanos, celtas, etc., la fraccionaron en múltiples aspectos, atribuyendo cada uno a una diosa.
Astarté (en fenicio Ashtart) es la asimilación fenicia de una diosa mesopotámica que los sumerios conocían como Inanna, los acadios como Ishtar y los israelitas Astoret.
De acuerdo con el libro The Early History of God, Astarté sería la encarnación correspondiente a la Edad de Hierro (después del 1200 a.C.) de la diosa Ashera, de la Edad de Bronce (antes del 1200 a.C.).
En el Libro de los Reyes de la Biblia, dice que una estatua de Ashera se encontraba en el templo de Yahvé en Jerusalén, y bajo la denominación de “Reina de los cielos” (Jer. 44,17) se practicaban sus rituales. Posteriormente, con la reforma de Josías, todo lo relacionado con Astarté y otras deidades fue excluído del culto a Yahvé, como primer paso hacia la formación de una identidad propia de la nación israelita.
Como el culto a Ashera se basaba en la prostitución sagrada (tanto masculina como femenina), se cree que el nombre Astoret es una forma hebrea del nombre semítico Astarté modificado por los Hebreos con las vocales de la palabra bōshet (abominación) cuando repudiaron el culto a la diosa.
Los estudios realizados sobre Ashtar y Astarté en Ugarit han llevado a suponer que ambas divinidades pertenecerían a un grupo de dioses originarios de un antiguo substrato de pueblos y culturas nómadas del desierto. Emigrados a áreas no originarias de su culto, se convirtieron, en el trascurso de pocas generaciones, en divinidades de segundo rango en los mitos locales. Ello justificaría que aunque en la mitología de Ras Shamra persista una fuerte tradición del desierto, el carácter astral de Ashtar y Astarté se vea relegado a un claro segundo plano.

La veneración a Ashtar-Venus en Siria debió de caer en decadencia antes de mediados de tercer milenio a.C. La devoción popular por el planeta se mantuvo, en la antigua tradición de algunos nombres personales evocadores del astro que, en virtud de las escasas pruebas disponibles, parecen reflejar un reducto de usos antiguos desconectado ya de sus referencias originales. Los antropónimos acadios occidentales revelan, de hecho, escasas pruebas sobre la Ishtar siria encarnando a Venus.

De una época posterior al III milenio a.C. procede la única información que se posee del archivo de Ebla acerca del culto personal a esta divinidad. Un fragmento de estatua de basalto que contiene una inscripción votiva redactada en un dialecto acadio (hacia 2.000 a.C.) cita a Ishtar. El nombre del donatario es Ibbit-Lim, rey seguramente amorita en la Ebla de esa época, quien hizo su voto en los siguientes términos:
Ibbit-Lim, hijo de Igrish-Hep, rey de la etirpe eblaite, presentó un vaso votivo en el templo de Ishtar. En el año 8º de Ishtar y en su nombre, en Ebla Ibbit-Lim hizo grabar una estatua con su nombre, por su vida y la vida de sus hijos. Ishtar lo ha aceptado, quien borrase el nombre de la estatua y los nombres de sus hijos, a quien quiera que su nombre escriba encima, que Ishtar le haga perecer”.
La datación de esta inscripción expresa con claridad el año Octavo del reinado de Ibbit-Lim bajo la protección de Ishtar. El Octavo Año de Ishtar denota el lugar de primer orden que la diosa había adquirido en el culto oficial. Este estrecho vínculo entre la diosa y la realeza eblaíta hacia el 2.000 a.C. también se documenta después en la Siria antigua.

Tanit, la principal divinidad de la colonia fenicia de Cartago, es una Diosa rodeada de especulaciones y controversias en cuanto al significado de su nombre, Ta-nit significa “Tierra de Neith” en Egipto, hay algunas similitudes con la Diosa Neith, pero muchos más con Hathor o Isis, su culto en Ibiza incluye imágenes aladas, como la Isis egipcia.

La colección de las ciudades-estado conocidas como Phoenicia (Líbano moderno) era una energía marítima importante de la Edad de Bronce, estableciendo colonias alrededor del mediterráneo. La gran diosa fenicia Astarté fue honrada originalmente junto a la púnica Tanit, pero finalmente se fusionaron; Tanit se convirtió en la Astarté cartaginesa. La evidencia de su culto ha sido encontrada en todos los puestos púnicos como Malta, Sicilia, Cerdeña, Ibiza, Cádiz e incluso Gran Bretaña. Igual que Astarté, Tanit combinó las funciones de Diosa Madre, protectora de la ciudad-estado, y Dea Coelestis, Reina del Cielo, también estaba particularmente asociada con la luna y el mar. 

Tanit aparece de forma reiterada en terracotas votivas y de forma menos frecuente en amuletos y monedas mediante el signo que representaba a la diosa, un triángulo isósceles que en su vértice superior tiene una línea horizontal y un círculo (disco solar o cabeza), signo que algunos ven como una versión de la cruz ank egipcia o cruz de la vida, y otros la interpretan como una esquemática representación antropomórfica de la diosa con los brazos extendidos que nos recuerda la forma del Indalo.
 
El indalo es una figura rupestre del Neolítico tardío o Edad del Cobre que se encontró en la Cueva de los Letreros, en Vélez-Blanco, Almería (España) y en otros asentamientos del sureste peninsular. La palabra indalo podría tener su origen en la lengua de los íberos: indal eccius (mensajero de los dioses). Esta forma también se encontró en Italia y en el Sur de América donde hay constancia de figuras muy similares, otro hallazgo es el dibujo situado en el Templo de Ramsés II en Abydos.

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