La
liturgia de la Iglesia da el nombre de Adviento a las cuatro semanas
que preceden a la Navidad, como una oportunidad para prepararnos en
la esperanza y en el arrepentimiento para la llegada del Señor.
La
palabra latina "adventus" significa “venida”, en el
lenguaje cristiano se refiere a la Venida de Jesucristo. Su origen lo
encontramos en las antiguas culturas, y en las tradicionales celebraciones romanas
que precedían a la llegada del Sol Invictus, siendo asimiladas
finalmente por las fiestas cristianas.
Eran
las fiestas del solsticio
de invierno
instituidas por Rómulo
en honor de Líbero
o Baco
(Dioniso),
junto a Saturno
(Cronos)
y Ops
(Deméter).
Celebradas por los romanos
como en las antiguas fiestas griegas
de las Leneas
dedicadas a Dioniso
Leneo,
donde también se hacían excesos en la bebida de vino
y en la liberalización de las costumbres.
Este
nombre, para unos se deriva de Brumo
o Bromio,
uno de los sobrenombres de Baco. Otros lo hacen significar "fiestas
de invierno", derivadas del latín bruma,
que significa "el día más corto", e incluso invierno,
porque los brumales caían en esta estación. Existen pocas
referencias escritas sobre esta fiesta y algunas contradictorias.
Para
el historiador bizantino Juan
Lido,
nacido en el año 490, en su “De
mensibus”,
las Brumales bizantinas eran llamadas "Fiestas de Cronos" y
durante las mismas, se procedía también a matar un cerdo, costumbre
que también se daba en las antiguas Saturnales.
En
Constantinopla
comenzaban el 24
de noviembre
y finalizaba el 17
de diciembre,
día en que se inauguraban las Saturnales. A cada día se le asignaba
una letra del alfabeto griego. Otros autores intercambian las fechas
o asimilan una fiesta a la otra.
En
honor a Saturno, fue introducida alrededor del 217
a.C.
para elevar la moral de los ciudadanos después de una derrota
militar sufrida ante los cartagineses
en el lago
Trasimeno.
Oficialmente se celebraba el día de la consagración del templo de
Saturno en el Foro
romano,
el 17
de Diciembre,
con sacrificios y banquete público festivo (lectisternium)
y al grito multitudinario de «Io,
Saturnalia».
Pero esta fiesta era tan apreciada por el pueblo, que de forma no
oficial se festejaba a lo largo de siete días, del 17 al 23 de
Diciembre. Las autoridades estatales se vieron obligadas a atender la
costumbre popular, se sucedían los banquetes y las procesiones
desenfrenadas (que fueron el embrión para los futuros carnavales).
Los
plebeyos y proletarios se erigían en jueces, y los patricios en
siervos. Se realizaba la elección del “Rey de las Burlas” y
después de tantos días de júbilo, llegaba el solsticio de invierno
consagrado a Jano, fecha considerada en la antigüedad como la
Puerta de los Dioses. Esta cadena de conmemoraciones concluía el día
25.
En
las fiestas Saturnales se decoraban las casas con plantas y se
encendían velas
para celebrar la nueva venida de la luz. Los romanos amigos y
familiares, se hacían regalos (en un principio, recordando a
antiguos rituales, velas o figurillas de barro) como los que se hacen
en la fiesta de la Navidad.
Estas
fiestas estaban dirigidas por un sacerdote,
que cambiaba según el dios al que se le daba culto, el sacerdote se
elegía en un colegio de sacerdotes. Se celebraban a la luz de
las
velas y antorchas por
el fin del período más oscuro del año y el nacimiento del nuevo
período de luz, o nacimiento del Sol
Invictus
el
25 de Diciembre, coincidiendo con la entrada del Sol
en
el signo de Capricornio
(solsticio
de invierno)
—Natalis Solis Invictis (nacimiento del sol invencible)—
personificado en el dios Mitra.
Aunque el culto tenía orígenes persas, el dios Mitra,
se convirtió en la religión dominante en Roma desde
el siglo I hasta el V d.C.,
especialmente entre los soldados y posiblemente fue la religión de
muchos emperadores romanos.
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info FIESTAS
ROMANAS
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