En
el proceso de cristianización de la sociedad romana, existen
numerosas crónicas que nos cuentan como el pueblo romano ya
cristianizado, no abandonó el culto a Isis la “Madre de Dios”, y
lejos de romper sus imágenes lo que hacían era cambiarles el
nombre.
Esta
idolatría tenía otra coincidencia importante con la sociedad
católica actual y es el vestir a las imágenes; en el antiguo
Egipto, las imágenes de la Diosa Isis eran vestidas con lujosas
vestiduras y ostentosas joyas. Incluso había personas dedicadas en
exclusividad a estos menesteres. No tienes nada más que acercarte a
cualquier iglesia católica de tu localidad y ver a cualquier
“Virgen”, como está vestida y enjoyada, incluso perduran las
llamadas “camareras” que son las encargadas de vestir a las
imágenes.
En
todas las culturas ancestrales el sol siempre ha sido la máxima
divinidad masculina, de ahí surge el halo santo, una reminiscencia
del disco solar y la luna, a su vez, es la máxima divinidad
femenina, asociada siempre a la fertilidad. Claras muestras de esto
las encontramos en las representaciones de diosas de distintas
culturas, en la mitología sumeria Inanna la hija de la Luna y el
dios de La Luna, o Ishtar como era conocida en Mesopotamia, Astar
divinidad de Abisinia, Athar divinidad en Arabia del sur o Tanit la
más importante de las diosas de la mitología cartaginesa, debemos
recordar que el culto a Tanit se asociaba, a diferencia de otras
diosas, específicamente a la luna y a la fertilidad.
En
Hechos 19.23-40 se relata la visita de Pablo a Éfeso, y el alboroto
que se formó cuando oyeron a Pablo predicar el Evangelio de Cristo,
puesto que hablaba de un solo Dios y prohibía las imágenes, tal y
como la propia ley de “Dios” nos manda. En este punto, los
artesanos, que hacían imágenes de la diosa Artemisa, se enfrentaron
a Pablo y sus seguidores, para evitar que se fuera al traste su
negocio y su cultura. Esto aclara bastante el sentimiento que la
sociedad pagana tenía a sus dioses, pero en particular a la “Reina
del Cielo – Madre de Dios.
Paradójicamente,
fue en Éfeso, en el año 431 d.C., cuando se celebró un concilio en
el que se instituyó, como dogma de Fe, el papel de María como
“Madre de Dios”. El título que se le establece es el de
“theotókos”, que precisamente es el que disfrutaba la diosa
Artemisa e Isis, con la diferencia de que eran la “Madre de los
dioses”. Así se cristianiza el término asimilando doctrinalmente
las figuras. Otra coincidencia, que viene al caso, es que la
tradición católica sitúa los últimos años de vida de María en
Éfeso.
Vírgenes
negras.
Las
vírgenes negras son efigies de la Virgen María que la representan
como de piel oscura, o incluso completamente negra. El origen de
estas imágenes se explica como la adopción por parte del culto
popular cristiano en sus primeros siglos de elementos iconográficos
y atributos de antiguas deidades femeninas de la fertilidad, cuyos
rostros se realizaban en marfil (material que,al oxidarse se vuelve
de un color negruzco), y cuyo culto estaba extendido por todo el
Imperio Romano tardío tales como Isis, Cibeles y Artemisa. Debido a
ello pueden encontrarse ejemplos de estas vírgenes por toda Europa,
aunque también hay numerosos ejemplos en América en que se
identifican algunas veces con deidades femeninas amerindias o
africanas como Pachamana o Yemayá.
Junto
con los Templarios y los Cistercienses, los Hospitalarios fueron las
principales congregaciones propagadoras de la devoción a las
Vírgenes Negras, que ya aparecen mencionadas en el críptico “Cantar
de los Cantares” de Salomón:
”Soy
negra, pero hermosa, hijas de Jerusalén, como los campamentos de
Quedar, como las carpas de Salmá. No se fijen en mi tez morena, he
sido tostada por el sol. Los hijos de mi madre se irritaron contra
mi, me pusieron a cuidar viñas, ¡y a mi propia viña no la pude
cuidar!”.
La
Virgen de Candelaria en la Basílica de Candelaria (Tenerife),
Patrona de la Diócesis Nivariensis, es la más famosa Virgen Negra
de Canarias y su aparición a los Aborígenes Guanches en el Barranco
de Chimisay en 1392, 95 años antes de la conquista de Tenerife, fue
relatada en 1594, por el religioso e historiador Fray Alonso de
Espinosa y su culto se extendió por el Nuevo Mundo. Tiene grabada en
el cuello unas extrañas letras, que dicen “ETIEPESEPMERI”, y se
ha calificado como la “última Virgen Negra del Temple”.
La
Orden del Temple, autorizada en el año 1118 tuvo su primera
residencia en las ruinas del Templo de Salomón, una construcción
octogonal cedida por el rey Balduino de Jerusalén, el mismo monarca
que dio carta blanca a la congregación. Dicha congregación
celebraba romerías en recintos sagrados y los asistentes se imbuían
de la energía universal allí manifestada a través de la
Madre-Tierra personificada en la imagen de la Virgen Negra que
presidía los cultos.
La
virgen negra bien puede ser un puente hacia los misterios de las
religiones matriarcales que preceden al cristianismo. Estas
religiones habían aprehendido los ritmos de la Naturaleza que se
manifiestan en los lugares de poder y que después fueron
transformados en santuarios.
De
hecho, la primitiva imagen de la Diosa Madre era una piedra esférica
u obosom. Las venus paleolíticas son otra forma de representarla.
Muchas de las vírgenes que fueron colocadas sobre enormes peanas
esferoides escondían en realidad la piedra primigenia en la peana.
La gente adoraba la piedra y la jerarquía eclesiástica instituyó a
la Virgen sobre la piedra para ganar adeptos. Más tarde hicieron
desaparecer la piedra bajo la peana.
Venus Paleolítica
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