En
los últimos años la ideología de género ha ganado posiciones en
España gracias a la labor del gobierno del PSOE seguido por otros
partidos de izquierdas, asociaciones, fundaciones y lobbys mundiales
que financian estas políticas dentro de la UE.
Este
proyecto de demolición social necesita de fuertes medidas de
agitación y propaganda, ésta es más efectiva cuanto más indefenso
es el receptor, por lo que ahora se dirigen principalmente a la infancia,
ya no se trata de educar, se trata de adoctrinar a las futuras
generaciones.
Su
impulso definitivo comenzó con la caída del Muro de Berlín, es
entonces cuando determinados grupos feministas se plantean el por qué
de la derrota del comunismo, concluyendo que se produjo por una
incorrecta interpretación del marxismo, ya que se había considerado
la economía como primera responsable de la creación y mantenimiento
de las clases sin llegar a percibir que ya Engels, en “El origen
de la familia, la propiedad y el Estado”, había identificado a
la familia como primera causa de las mismas. Por eso, estos grupos
deciden su nuevo objetivo: la destrucción de la familia.
Lo
primero que fijan, como en toda lucha de clases, es un enemigo con el
que nunca se podrá pactar: el varón. Él será el responsable de
todos los males sociales -algunas feministas han llegado a decir que
en un mundo gobernado por mujeres no existiría la guerra-, solo él
ejerce la violencia, solo él es culpable de los fracasos en la
pareja. A continuación se impide su reacción denigrando
públicamente cualquier intento de defensa, aunque venga de una
mujer, tachándolo de machista, palabra que en el nuevo
imaginario feminista viene a sustituir al apelativo fascista.
Estos principios inspiran las nuevas leyes contra la Violencia de
género, con las que no hay que demostrar la culpabilidad del
hombre para encarcelarle.
Por
otra parte, si las clases tienen su origen en la alteridad de sexos
hay que acabar con su existencia. Por eso ya no hablarán de sexos,
sino de géneros, ampliados hasta cinco: heterosexual masculino,
heterosexual femenino, homosexual, lésbico y bisexual. Difunden que
el rol masculino o femenino no es algo natural, sino una imposición
social, por lo que cada uno debe elegir entre los cinco anteriores el
que mejor le parezca en cada momento. Para ir preparando a las masas
para esta nueva estrategia primero hay que normalizar la
homosexualidad y el transexualismo, y en eso están.
A
continuación se debe hacer despreciable cualquier rasgo o tarea que
tradicionalmente se haya identificado con la feminidad. Para ello se
crea una nueva imagen de la mujer. Si tradicionalmente ésta ha
venido adoptando una postura recatada en el amor, dejando, al menos
en apariencia, que el hombre diera el primer paso, ahora es ella la
que debe tomar la iniciativa; si el hombre, tradicionalmente, era más
infiel que la mujer, ahora es ésta la que, con la disculpa de la
necesidad de mantener relaciones amorosas abiertas, debe serlo
-series como «Sexo en Nueva York» se encargan de popularizar
esta imagen. Hay que acabar con la idea de la mujer como madre, por
lo que no sólo se potencia el aborto, sino que se presiona para
incrementar los gastos en investigación de técnicas de reproducción
asistida para liberar a la mujer de la carga de la maternidad.
Incluso exigen como derecho la clonación para que no se necesite la
contribución de los gametos del otro sexo para la fecundación. Es
más, llegan al desprecio público de aquellas mujeres que se dedican
al cuidado del hogar y de sus hijos. Si bien en principio
pretendieron la supresión del permiso por maternidad, ante lo
impopular de tal medida, decidieron presionar para que
obligatoriamente disfrute el hombre de la mitad exacta del permiso.
Javier
M. Perez Roldán
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