Sin,
padre de los sineos del Sinaí y de los habitantes de Pentápolis
constituída por las cinco ciudades: Sodoma, Gomorra, Admá, Seboyim
y Bala Soar o Segor (actual Zoara de Arabia).
La
palabra «Sin» llegó a ser el nombre de una deidad muy importante,
que aparece desde tiempos muy tempranos y hasta épocas tardías en
la historia de Asiria.
El
último rey de la Ur sumeria se llamaba Abi-Sin. La palabra aparece
en el nombre Senaquerib (Sin-ahe-erba, es decir, «Quiera el dios Sin
multiplicar a mis hermanos»), y como Naran-Sin, etc.
Sin
fue lo suficientemente importante no solo para ser deificado sino
para que le dieran el título de «Señor de las Leyes». En un himno
de Ur se dice de él que fue «quien creó la ley y la justicia de
modo que la humanidad ha establecido leyes», y otra vez, «el
ordenador de las leyes del cielo y de la tierra».
Otra
notable circunstancia puede desprenderse de esta, porque si algunos
de sus descendientes se trasladaron al sur a Arabia y se
establecieron en una región posteriormente conocida como el Sinaí,
es posible que su reputación como gran codificador de la ley,
llevara a una tradición que asociaría el Sinaí como un lugar donde
se había originado la ley. Es posible que haya alguna relación
entre esta circunstancia y la elección por parte de Dios del Monte
Sinaí como el lugar donde Él dio los Diez Mandamientos.
Según
Boscawen, el título «Señor de las Leyes» atribuido al Sin
deificado es, en el himno original de Ur, Bel Terite, y la primera
sílaba es una forma del término más conocido de Baal, y la palabra
Terite es la forma plural del término «tertu» que significa ley,
equivalente al hebreo Torá (ley).
A
pesar de que el patriarca Sin recibe escasa mención en Génesis 10,
fue un personaje muy importante. Es posible también que su nombre
quedase preservado en el moderno término de «China».
Perry
aseguró que la civilización china procedió de occidente. No pocos
eruditos en cuneiforme han observado cuanta similitud tenía en
ciertos aspectos el sumerio con el chino. Perry dice: Hay un dato
significativo acerca del posible modo del origen de la civilización
china que merece atención. El lugar más estrechamente asociado por
los mismos chinos con el origen de su civilización es la capital de
Shensi, esto es, Siang-fu (Padre Sin), Siangfu, sobre el Wei, un
afluente del Río Amarillo, está cerca de importantes minas de oro y
de jade. Es desde luego significativo que el Sinaí fuese igualmente
importante como lugar minero.
El
nombre Sin, según Dillmann, aparece en asirio en la forma Sinau. No
sería difícil que «Padre Sin» se convirtiese en «Padre Sian»,
o, con una ligera nasalización, «Siang», en chino «Sianfu». Los
chinos tienen una tradición de que su primer rey, Fu-hi, apareció
en los Montes de Chin inmediatamente después que el mundo hubiera
estado cubierto de agua.
El
mismo Sin pertenecía a la tercera generación desde Noé,
circunstancia que, si la identificación se justifica, daría un
intervalo temporal aproximadamente apropiado.
Además,
el pueblo que comerciaba en época temprana con los Escitas, y que
procedía del Lejano Oriente, se llamaba «Sinae», y su ciudad más
importante era «Thinae», un gran centro comercial en China
occidental. La ciudad se conoce actualmente como «Thsin» o
simplemente «Tin», y se encuentra en la provincia de Shensi.
Los
Sinae se hicieron independientes en China occidental, reinando allí
sus príncipes durante unos 650 años antes que finalmente
consiguiesen el dominio sobre toda la tierra. En el siglo III a.C.,
la dinastía Tsin se hizo suprema en el Imperio. La palabra misma
llegó a tener el sentido de linaje puro. Esta palabra fue adoptada
como título por los Emperadores Manchúes, y se cree que los malayos
la cambiaron a la forma «Tchina», y que procedente de ellos los
portugueses la trajeron a Europa como «China».
Hace
algunos años los periódicos llevaban titulares con respecto al
conflicto entre los japoneses y los chinos, donde el antiguo nombre
volvió a aparecer en su forma original, porque se referían
comúnmente a la guerra sinojaponesa.
Arriano
hacía referencia, en el 140 d.C., a los Sinae o Thinae como un
pueblo en las partes más remotas de Asia. Esto trae a la mente la
referencia a los Sinim en Isaías 49:12, que vienen «de lejos»,
pero específicamente no del norte ni del oeste.
Tendría
sentido suponer que los remanentes de los hititas tras la destrucción
de su Imperio se dirigieron hacia el Este y se asentaron entre los
sinitas, que eran sus parientes, y que contribuyeron a su
civilización con ciertos artes, principalmente la metalurgia
(especialmente la fundición de hierro), y que fueron absorbidos tan
totalmente que desaparecieron posteriormente de la historia como
pueblo individual.
El
hallazgo del hombre prehistórico en las cuevas de Choukou-tien, con
restos esqueletales con una variancia suficiente para cubrir desde
los límites occidentales de tipos en China hasta tipos del Nuevo
Mundo, ha parecido para muchos una clara evidencia de que los que se
asentaron en el Nuevo Mundo pasaron por China.
Que
el Nuevo Mundo fue poblado por un grupo humano mongoloide es cosa en
la que hay un acuerdo general, aunque hay alguna evidencia de un
pequeño componente negroide. Aunque la evidencia es pequeña, parece
señalar en la misma dirección, de que no solo África con sus razas
negras, sino que también el Lejano Oriente y las Américas con sus
razas de color fueron todos descendientes de Cam.
Fuente:
Noah’s Three Sons, «The Technology of
Hamitic People (La tecnología del pueblo camita) Parte IV.
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