El
pueblo godo tiene su origen histórico en las tierras del Sur de lo
que hoy es Suecia, eran un pueblo indoeuropeo de tronco nórdico. Su
lengua, hasta donde se sabe de ella, entronca con el germano antiguo
y posiblemente tuviera la misma raíz. No se sabe con certeza en que
época se diferenciaron de otros pueblos nórdicos vecinos de ellos,
tales como gépidos, jutos, etc. Los godos entran en la historia
cuando autores romanos los mencionan como habitantes de las costas
bálticas de lo que hoy es Alemania y Polonia en el siglo I d.C.
Su
migración desde Escandinavia no puede ser datada con precisión
aunque se suele aceptar la primera mitad de ese siglo como fecha
aproximada. A lo largo de casi dos siglos los godos van emigrando
hacia el Sureste hasta establecerse, en la primera mitad del siglo
III d.C. en las orillas del Mar Negro, al Este del río Dniester, en
lo que hoy son Moldavia y Ucrania.
La
mayor parte de la historia de los godos en Hispania, se da por
cerrada en el momento en que el reino visigodo es vencido por los
musulmanes, de tal modo que parece que desde ese momento los
visigodos pasan a ser parte de la historia. Pero los visigodos no
desaparecieron en masa después de la derrota musulmana. También es
ridículo pensar que varios cientos de miles de visigodos cambiaran
de la noche a la mañana de cultura, lengua y costumbres, y que la
cultura hispanovisigoda, que había alcanzado la cumbre no muchos
años antes con San Isidoro, fue suplantada de golpe por la cultura
de los recién llagados invasores.
La
cultura hispanovisigoda se mantuvo viva durante un cierto tiempo,
manteniendo la cohesión cultural y social en la Hispania que acababa
de sufrir un cambio revolucionario en lo político.
En
el año 711, grupos provenientes de Oriente y del Norte de África
(árabes, sirios y bereberes), de religión musulmana, al mando de
Tarik, derrotaron al rey visigodo Don Rodrigo en la batalla de
Guadalete. Empezó así la dominación árabe de la Península
Ibérica que se prolongaría durante ocho siglos hasta 1.492, en que
el último rey nazarí rindió Granada a los Reyes Católicos.
Los
asentamientos visigodos en el Norte de la Meseta habían sido
atacados por Tarik para evitar que la región en que vivían la mayor
parte de los godos étnicos se convirtiera en un foco de revuelta. Y
lo debió hacer bien, porque en ningún momento esta región fue
origen de alzamientos o conspiraciones. El pueblo llano godo, carecía
de sus líderes naturales, nobles u obispos, que estaban muertos o
huidos. Con toda su debilidad, los godos siguieron más o menos
subsistiendo hasta los tiempos de Alfonso I. Este rey de Asturias
vivió en los años de la sublevación berebere (740-741). Los
bereberes, al alzarse, dejaron desguarnecida toda la Gallaecia y
buena parte de la Meseta Norte. Alfonso se aprovechó de ello para
conquistar ciudades como Lugo, Tuy, Braga, Coimbra... sus
expediciones llegaron hasta Segovia. Pero Alfonso sabía que los
musulmanes volverían, salvo que él pudiera defender todos esos
territorios. Para defenderlos inició un programa de repoblación,
que fue especialmente intenso en Galicia, en las comarcas de
Mondoñedo hacia el Atlántico, y al Norte del Miño. De este modo
Alfonso pudo incorporar Galicia al reino de Asturias. ¿Y de donde
sacó Alfonso la masa humana que necesitaba para repoblar? Pues de
los asentamientos de los Campos Góticos, que quedaron casi
desiertos. Así, los godos, desarraigados de la que era su “patria”
desde hacía dos siglos, medio destruída por los musulmanes, fueron
a parar a una nueva tierra en la que olvidaron sus leyes, su lengua y
su nación para fusionarse con la población autóctona. Hay
constancia de la aparición de topónimos en lengua germánica hasta
principios del siglo IX en estas comarcas gallegas.
Continuará...
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