El africano pueblo de los Fon, procedentes del desaparecido reino de Abomey, contaban en su mitología que en los primeros tiempos de la creación, el andrógino dios de dos caras Mawu (que poseía tanto rasgos femeninos como masculinos, como metáfora del Sol y la Luna) contaba con la ayuda de Aido-Hwedo, la gran Serpiente Cósmica.
El creador iba de un lado para otro en el interior de la boca de Aido-Hwedo, mientras se afanaba en la construcción del mundo, utilizándola como transporte.
Una vez que hubo terminado con la creación, Mawu pensó que había recargado demasiado el mundo, poniendo demasiadas cosas encima. Los árboles, las montañas, los animales y demás pesaban mucho, impidiendo al creador que pudiese transportar su obra, así que pidió a Aido-Hwedo que le ayudase en esta tarea, y la serpiente cósmica aceptó. La única pega era que la gran serpiente no soportaba bien el calor de las profundidades, así que Mawu creó los mares y océanos para que Aido-Hwedo pudiese vivir en ellos.
Debido al gran peso del mundo, la serpiente debía cambiar a a menudo de posición para poder descansar, y es en cada uno de estos cambios de postura cuando suceden los terremotos. También debe alimentarse, para lo cual tiene una cohorte de monos rojos que forjan grandes barras de hierro, comida favorita de Aido-Hwedo. Pero también dice la leyenda que, el día que se agoten las reservas de hierro, la gran serpiente cósmica se devorará a sí misma, provocando que toda la tierra se precipite en el mar.
También cuenta con una hermana gemela, una segunda Aido-Hwedo, la serpiente del arco iris que vive en el cielo, libre de la carga de su hermana, y que se encarga de encaminar los rayos de luz desde el sol hacia nuestro mundo.
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