Aunque
la invención de la radio se suele atribuir a Marconi, siempre ha
sido un asunto de encendidos debates. Unos dicen que el alemán
Heinrich Hertz, descubridor de las ondas electromagnéticas, fue el
verdadero pionero. Otros apuntan al serbio Nikola Tesla. Y surge el
nombre del español Julio Cervera.
Desde
1894, Marconi, primero en Italia y después en Inglaterra, venía
trabajando en la telegrafía sin hilos. Ya en 1896 había transmitido
mensajes telegráficos a través del mar entre Penarth, en Gales, y
Weston-super-Mare, en Inglaterra, a unos 10 kilómetros de distancia.
Julio
Cervera Baviera era entonces un comandante del arma de Ingenieros del
Ejército de Tierra español. El ferrocarril, el telégrafo, el
teléfono estaban alumbrando la era de la comunicación, pero las
noticias no viajaban tan rápido como ahora. Cervera aún tardó dos
años en enterarse de los avances de Marconi y lograr permiso del
Ministerio de la Guerra para desplazarse a Londres.
Durante
tres meses de 1898, Cervera estuvo trabajando en el laboratorio
privado de Marconi. Fueron tres meses intensos en los que el
comandante, de 45 años, llegó a conocer personalmente al genio
italiano, por aquellos días un veinteañero bien relacionado con los
círculos de poder de Londres.
Cervera,
un castellonense brillante (Segorbe, 26 de enero de 1854), volvió
con muchas ideas. En los años siguientes registró más de una
veintena de patentes. Entre ellas, según afirma el profesor de la
Universidad de Navarra Angel Faus, la del primer sistema de radio
como la conocemos hoy.
“Marconi
inaugura la era de la comunicación inalámbrica y eso nadie lo
discute; tampoco yo”, mantiene Faus. “Él es el padre de la
telegrafía sin hilos. Pero su imperio de empresas, y él mismo lo
reconoce en algún escrito, no entra en la radio, esto es, en la
transmisión de la voz humana (y no de meras señales telegráficas)
hasta 1913. Para entonces Cervera ya hacía 11 años que había
demostrado que funcionaba un sistema de transmisión de voz sin
hilos”.
Tanta
fe tenía Cervera en su invento que en 1902 llegó a constituir con
cinco socios -entre ellos algún catedrático de Ingeniería- una
empresa para la producción y venta de aparatos emisores y
receptores. No se tiene constancia de que la compañía llegase a
fabricar alguno ni se sabe si Cervera y sus socios llegaron a hacer
dinero, pero, como sugiere Faus, el hecho de que se llegase a
constituir una sociedad para la explotación comercial del invento da
cierta idea de lo maduro que estaba.
A
su regreso de Londres, el comandante de Ingenieros había seguido
trabajando en la misma línea que Marconi, la transmisión sin cable
de señales telegráficas. Una de sus primeras patentes, de hecho,
fue un ingenio que permitió duplicar la velocidad de transmisión de
mensajes. El sistema de telegrafía sin hilos de Marconi se basaba en
el morse, por lo que, dependiendo de la habilidad del operario, se
podían transmitir unas 20 o 22 palabras por minuto. Cervera lo
aplicó a una máquina de escribir, con lo que consiguió transmitir
40 palabras por minuto, además de sentar el primer precedente de lo
que hoy es un e-mail.
Pero
el verdadero avance de las investigaciones de Cervera llegó en 1902.
Fue entonces cuando sus pruebas con la telefonía sin hilos, en otras
palabras, la transmisión de voz, la radio, dieron sus frutos.
Durante 40 días de aquel año habían transmisiones telefónicas sin
hilos entre la localidad alicantina de Jávea e Ibiza. Llegó a
registrar la patente en cuatro países: España, Inglaterra, Alemania
y Bélgica.
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