Las
naves Fenicias eran envidiadas por todos sus contemporáneos, y los
griegos llamaron a alguna de sus embarcaciones pentecóntera (de unos
25 m. y 50 remeros), birreme (con dos pisos de remeros), trirreme (de
unos 36 m. y con un piso de remeros supletorio fuera de la borda con
un total de 180 remeros), o a las típicamente comerciales gauloi,
gaulos “bañera”, y a las últimas naves cartaginesas se las
conocieron como tetrera y pentera, de casi 40 m. y 240 y 300 hombres
respectivamente.
Las
gaditanas se conocieron como hippoi, y sus barcos de guerra estaban
armados con su agresivo espolón en proa y con atemorizantes ojos en
sus costados, por cuyas pupilas trascurrían los amarres de sus
anclas, o poseían un típico mascarón de proa en las comerciales.
Sus
ejércitos estaban mayoritariamente compuesto por mercenarios, los
fenicios se jactaban de que sus remeros eran ciudadanos libres
(también hubo reservas de ciudadanos en armas, al menos en Cartago),
nada que ver con los desafortunados esclavos reos romanos o con los
condenados a galeras en nuestras imperiales naves.
La
necesidad del transporte de mercancías a largas distancias estimuló
la construcción naval y la mejora en las técnicas de navegación.
En cierta medida consiguieron establecer una talasocracia marítima
que alcanzó el "gobierno de los mares", y que desde sus
primeras acciones comerciales fuera de sus fronteras, hacia los dos
últimos siglos del II milenio a.C. En Egipto, Anatolia y Chipre,
les llevó a controlar comercialmente el mar Mediterráneo, al menos
el más meridional y occidental.
La
colonización fenicia fue un fenómeno meramente de intercambio
comercial y cultural, sin imposición de normas ni conquistas
territoriales en el interior los comerciantes de Sidón crearon
asentamientos-almacenes amurallados, y los de Tiro fundaron hacia el
año 800 a.C. en Chipre y el norte de África, Qart Hadasht (ciudades
nuevas Kition, Utica, Cartago), cuya posición estratégica entre el
Mediterráneo occidental y oriental la convirtió en la más
importante de todas sus colonias, que terminó por acoger el centro
de la civilización púnica cuando las ciudades del Levante fueron
conquistadas por el Imperio Persa (539 a.C.).
La
presión ejercida por diferentes vecinos, especialmente por los
asirios primero y por los neobabilonios y persas después,
desencadena que las factorías fenicias se esparcieran prácticamente
por toda la ribera sur mediterránea y sus islas.
Nave de Guerra
Continuará...
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