Sello
de Jacob
Los jeroglíficos en el centro de este escarabajo cananeo se leen Yqb, la
transcripción egipcia del nombre semítico Yaqub, una variante de
Yakob o Jacob. Fue encontrado cerca de Haifa, Israel y data del siglo
XVIII a.C. Se cree que perteneció a algún rey cananeo de ese
nombre.
El
signo jeroglífico egipcio Ankh significa “vida” o la vida eterna
del espíritu. Como amuleto, favorece la longevidad y la sabiduría
de quien ha vivido muchas vidas. Llevar un talismán con el Ankh
significa solicitar fertilidad y abundancia, pero también ir en pos
de la espiritualidad.
El
símbolo Ankh combina los principios generativos del hombre y de la
mujer en un solo diseño. El lazo o curva representa los órganos de
la reproducción femenina y el resto lo masculino.
Su
imagen es similar a la cruz cristiana, solo varía la parte superior
en forma ovalada a modo de asa. La argolla superior representa la
entrada del agua que inundaba el valle del Nilo y producía la
fertilidad. Era uno de los principales atributos de la diosa Isis,
quien consiguió devolver la vida a su esposo y hermano Osiris.
Aunque la mayoría de los dioses, en su calidad de inmortales, la
llevaban. Son muy numerosos los grabados y esculturas en los que
aparece un dios o diosa con la cruz en la mano, acercándosela a la
nariz de algún otro dios o protegido. Con este gesto el portador de
la cruz insuflaba aliento de vida al otro, quien a su vez, lo recibía
a través de las ventanas de su nariz.
A
menudo se la representó en la mano de los faraones egipcios, en cuya
coronación jugaba un importante papel. Es la vida con mayúscula,
la que no acaba con la muerte, la que resurge y continúa. Se
aplicaba a la frente de los faraones, para que su visión de la
eternidad prevaleciera durante todo su mandato por encima de
cualquier contratiempo.
Un
antiguo escarabajo egipcio datado en 3.500 años que perteneció al
Faraón Tutmosis III, fue descubierto recientemente por un explorador
en Galilea, Israel. Cerca de un volcán extinto conocido como los
Cuernos de Hattin en la Galilea Baja, Amit Haklai lo vió en medio de
rocas de basalto negro. El escarabajo muestra al Rey Tutmosis III
sentado en su trono y en frente de él, un cartucho que dice su
nombre. Un cartucho es un antiguo símbolo egipcio en el cual un
marco ovalado circunda el nombre de un rey egipcio en jeroglíficos.
Tutmosis III fue el sexto faraón de la XVIII Dinastía (1479-1425
a.C.) en el Reino Nuevo de Egipto. Durante los 22 años de su
reinado, él gobernó como corregente con la Reina Hatshepsut, su
madrastra y tía. Tutmosis III dirigió varias campañas militares en
el Cercano Oriente y en el Medio Oriente; durante su reinado Canaán
llegó a estar bajo el dominio egipcio. Las conquistas de Tutmosis,
incluyendo una exitosa batalla en Megido, están registradas en los
muros del Templo de Amón en Karnak.
En
el artículo “In Pharaoh’s Footsteps” (En las huellas del
Faraón) de la revista Archaeology Odyssey, Eric H. Cline describe la
importancia del ataque de Tutmosis III a Megido en el 1479 a.C.
Las
17 campañas de Tutmosis III en Palestina, se llevaron a cabo casi
cada año durante las siguientes dos décadas. La campaña de Megido
podría haber sido la más significativa, porque inmediatamente
reestableció la autoridad egipcia en el área y les mostró a los
cananeos que sus señores de la guerra estaban allí para quedarse.
La presencia egipcia en el sur del Levante permaneció firme durante
los siguientes 200 años.
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