Peilikan
y Cishan son precursoras de la cultura de Yang-shao (7.000-5.000
a.C.), cuyo primer yacimiento se descubrió cerca del pueblo homónimo
de la provincia de Henan, que fue la primera en abarcar una gran área
que se extendía a lo largo del tramo central del río Amarillo, por
las actuales provincias de Henan, Gansu, Shanxi y Shaanxi,
caracterizada por su cerámica hecha a mano (sin horno) y pintada
(generalmente en rojo o en policromía) con dibujos de animales e
inscripciones (en negro) que podrían ser el primer antecedente
conocido de los caracteres chinos de escritura. De vida sedentaria,
su economía se basaba tanto en la agricultura como en la caza y la
pesca.
El
yacimiento de Banpo (provincia de Shaanxi) ha permitido reconstruir
un poblado en el que destacaba la organización comunal. De
estructura circular, alrededor de un edificio situado en el centro,
en el que se celebraban las actividades comunales, se agrupaban las
viviendas, almacenes y establos; todo ello rodeado de un foso
defensivo, a cuyo lado norte se encontraba el cementerio y al este,
los hornos cerámicos. En este yacimiento, además de mucha cerámica,
se han hallado agujas de hueso y otros materiales que indican el
conocimiento del hilado y el tejido del cáñamo.
Las
gentes de Yang-shao cultivaban grandes cantidades de mijo, además de
algo de trigo y arroz, y al parecer practicaban una primitiva forma
de crianza de gusanos de seda. Domesticaban sobre todo cerdos y
perros, además de ovejas, cabras y vacas, pero la mayoría del
consumo cárnico provenía de la caza y la pesca. Sus herramientas de
piedra eran pulidas y muy especializadas. Existían al menos dos
clases sociales (dirigentes y súbditos), hay pruebas de una
incipiente organización gremial.
Una
cultura semejante es la de Majiayao, desarrollada en las actuales
provincias de Gansu y Qinghai. Mientras tanto, en el sur florecería
la cultura de Dawenkou (4.000-3.000 a.C.), caracterizada por su
cerámica de pasta gris y roja, alternando con el negro y el blanco,
frágil y decorada no solo con pintura, sino también con incisiones
o perforaciones, utilizando en su fabricación el torno y una mayor
riqueza de formas. Son característicos también los ornamentos de
piedra, jade y hueso; las ciudades amuralladas, y los ricos sepelios
en tumbas con repisas repletas de objetos, cámaras de ataúdes y
enterramiento conjunto de dientes de animales, cabezas y mandíbulas
de cerdo.
Contemporánea
es también la cultura de Long-shan, localizada en la provincia
norteña de Shan-dong entre los años 4.000 y 3.000 a.C. y que ya
marca el comienzo de la unidad territorial y política de la gran
llanura del norte de China. Long-shan también señaló la transición
hacia el establecimiento de auténticas ciudades, indicado por los
vestigios de muros de tierra prensada. Basada, igual que las
anteriores, en la agricultura (con un claro predominio del mijo y el
arroz) y la ganadería (cerdos, ovejas, cabras y vacas), contaba ya
con instrumentos de piedra de puntas pulimentadas, así como
cuchillos. Su cerámica, ya torneada, es gris y negra con una
decoración de cuerda y ausencia total de motivos figurativos. Sus
formas más habituales, de una mayor robustez, eran la de recipientes
para almacenar alimentos con asas y tapas, o trípodes para su
cocción. Además, sus bellos objetos de jade la vinculan con otras
culturas que trabajaban la misma piedra en la costa Este, como la de
Liangzhu. La gran calidad de los objetos de artesanía Long-shan
sugiere un cierto nivel de especialización que a su vez, hace
suponer una evolución de la estratificación social.
El
número de muertes violentas entre la población también hace pensar
en periódicos conflictos sociales. Su cultura material muestra
diferencias mínimas con respecto a la fase anterior, tales como el
uso de cuchillos de piedra semilunares para cosechar, la aparición
de sellos de alfarero sobre las vasijas y la práctica de la
adivinación mediante quemado de huesos de animales, preferentemente
omóplatos.
La
cultura se extendió rápidamente por el sur hasta Cantón y Taiwán.
En esa misma época, surgirían otras culturas en el delta del
Yangtzé, como la Hemudu (5.000-3.000 a.C.), localizada en la
provincia de Zhejiang, y posteriormente, la de Liangzhu (3.300-2.200
a.C.), considerada su heredera; la de Hongshan (4.000-2.500 a.C.), en
la actual Mongolia interior, en la que ya se fabricaban amuletos de
jade y que presenta un gran desarrollo de los ritos funerarios; la de
Dadiwan, en Gansu, etc.
La
cultura de Hemudu se caracterizó por una cerámica de pasta negra en
cuya composición se ha encontrado mezcla de materiales orgánicos.
En el lugar de los cereales de las culturas del norte, allí se
cultivaba mayormente arroz, iniciando hace unos 7.000 años, la base
de la agricultura y alimentación características chinas.
Por
su parte, la cultura Hong-shan se fundaba en un sistema social
estratificado, dirigido por tres niveles superiores, cuyos miembros
eran objeto de culto en complejos sepelios. Si en cuanto a
organización social todas tenían unas características comunes, se
nota una gran variedad en su producción artística, considerando
como tal los restos materiales llegados hasta nuestros días,
principalmente la cerámica y el jade. El dominio de estos dos
materiales demuestra la pujanza y el grado de civilización de estas
culturas. En principio, toda la producción de cerámica y jade
estuvo íntimamente ligada a los rituales, aunque tal vez en el siglo
III a.C., pasó a elaborarse por simple placer estético. En este
sustrato cultural surgirían las figuras semi legendarias del
Emperador Amarillo y del resto de los Tres Augustos y Cinco
Emperadores, Yu el sucesor del último de estos, fundaría la
dinastía Xia.
Continuará...
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