Los
Ofitas aseguraban que había varias clases de Genios, desde Dios
hasta el hombre; que su relativa superioridad se determinaba por el
Grado de Luz que a cada uno se concedía; y sostenían que debía
darse siempre gracias a la Serpiente, por el señalado servicio que
había hecho a la humanidad. Porque ella enseñó a Adán que si
comía del fruto del Árbol del Conocimiento del bien y del mal,
elevaría inmensamente su Ser, por el conocimiento y la sabiduría
que así adquiriría.
Este
símbolo es uno de los más antiguos, porque el reptil precedió al
ave y el ave al mamífero. De aquí proviene la creencia, o más bien
la superstición, de las tribus salvajes, que se imaginan que las
almas de sus antecesores viven bajo esta forma; y la general
asociación de la Serpiente con el Árbol.
Las
leyendas sobre los varios significados que representa, son
innumerables; pero, como en su mayor parte son alegóricas, han
pasado ahora a la clase de fábulas basadas en la ignorancia y en la
superstición. Por ejemplo, cuando Filostrato cuenta que los
indígenas de la India y de Arabia se alimentaban del corazón y del
hígado de las Serpientes para aprender el lenguaje de todos los
animales pues creían que la Serpiente tenía esta facultad,
seguramente nunca pensó que sus palabras se tomasen literalmente.
Según
vemos, la Serpiente y el Dragón eran nombres que se daban a los
Sabios, los Adeptos Iniciados de los tiempos antiguos. Sus
conocimientos y sabiduría eran lo que devoraban o se asimilaban sus
partidarios, y de aquí la alegoría.
Cuando
se dice en la fábula que el Sigurd escandinavo asó el corazón de
Fafnir, el Dragón, a quien había matado, convirtiéndose así en el
más sabio de los hombres, el significado es el mismo. Sigurd se
había hecho sabio en misterios y encantos mágicos; había recibido
la “Palabra” de un Iniciado llamado Fafnir, o de un hechicero,
después de lo cual éste murió, como sucede a muchos, después que
“pasan la palabra”.
Epifanio
revela un secreto de los gnósticos al tratar de exponer sus
herejías: Los gnósticos Ofitas, dice, tenían una razón para
honrar a la Serpiente, pues les enseñó los Misterios a los hombres
primitivos. Ciertamente; pero no tenían en la imaginación a Adán y
Eva en el Jardín, cuando enseñaban este dogma. Los Nâgas de los
Adeptos indos y tibetanos eran Nâgas humanos (Serpientes), no
reptiles. Además, la Serpiente ha sido siempre el símbolo de la
renovación, consecutiva o en serie, de la Inmortalidad y el Tiempo.
Las
interesantes declaraciones, interpretaciones y hechos sobre el culto
de la Serpiente que expone Gerald Massey en su Natural Génesis son
muy ingeniosas y científicamente correctas; pero están muy lejos de
abarcar todos los significados que dicho culto encubre. Sólo
divulgan los misterios astronómicos y fisiológicos, con la adición
de algunos fenómenos cósmicos.
En
el plano inferior de la materia, la Serpiente era, a no dudarlo, el
gran emblema del Misterio de los Misterios, y muy probablemente fue
adoptado como símbolo de la pubertad femenina, a causa de su cambio
de piel y de su propia renovación. Esto era, sin embargo, sólo con
respecto a los misterios que se refieren a la vida terrestre animal;
pues como símbolo del “revestirse de nuevo y renacer en los
misterios (universales)”, su fase final o culminante no era de este
plano. Estas fases fueron generales en el reino puro de la Luz Ideal,
y después de haber terminado el círculo de todo el ciclo de
adaptaciones y simbolismos, los Misterios volvieron al punto de donde
habían partido, a la esencia de la causalidad inmaterial.
Como
símbolo, la Serpiente tenía tantos aspectos y significados ocultos
como el Árbol de la Vida, con el cual estaba relacionada de un modo
emblemático y casi indisoluble. Ya se considere como símbolo
metafísico o físico, el Árbol y la Serpiente, unidos o separados,
nunca han sido en la antigüedad tan degradados como lo son ahora, en
estos tiempos en que se destruyen los ídolos, no en pro de la
verdad, sino para glorificar más la materia grosera.
Las
revelaciones e interpretaciones de Rivers of Life del General Forlong
hubieran asombrado a los adoradores del Árbol y de la Serpiente en
los días de la sabiduría arcaica, caldea y egipcia; y hasta los
primitivos shaivas se hubieran sobrecogido de horror ante las teorías
y suposiciones del autor de dicha obra.
La
idea de Payne Knight y de Inman, de que la Cruz o Tau es simplemente
copia de los órganos masculinos en forma de tríada, es radicalmente
falsa, escribe Gerald Massey, quien prueba lo que dice. Pero ésta es
una afirmación que puede aplicarse con la misma razón a casi todas
las interpretaciones modernas de los antiguos símbolos. The Natural
Genesis, obra monumental de investigación y pensamiento, la más
completa de todas las que sobre el asunto se han publicado, abarcando
un campo más amplio, y explicando mucho más que todos los
simbologistas que hasta el presente han escrito, no va sin embargo,
más allá del aspecto psicoteístico del pensamiento antiguo.
No
estaban Payne Knight e Inman del todo equivocados; excepto cuando
dejan de percibir por completo que sus interpretaciones del Árbol de
la Vida, como la Cruz y el Falo, se ajustaban al símbolo sólo en el
último y más inferior de los grados de desarrollo evolucionario de
la idea del Dador de Vida. Era la última y la más grosera
transformación física de la Naturaleza, en el animal, en el
insecto, en el pájaro y hasta en la planta; pues el magnetismo
creador dual, en la forma de atracción de los opuestos, o
polarización sexual, actúa en la constitución del reptil y del
pájaro lo mismo que en la del hombre. Los simbologistas y
orientalistas modernos, desde el primero al último, al ignorar los
verdaderos Misterios revelados por el ocultismo, sólo no pueden ver,
necesariamente, este último aspecto. Si se les dijese que este modo
de procreación que todo el mundo de los seres tiene ahora en común
en la Tierra, no es sino una fase pasajera, un medio físico de
proporcionar las condiciones y producir los fenómenos de la vida, y
que cambiará a la par de ésta y desaparecerá con la próxima Raza
Raíz, se reirían de semejante idea supersticiosa y anticientífica.
Pero los más sabios ocultistas aseguran esto porque lo saben.
El
universo de los seres vivos, de todos aquellos que procrean sus
especies, es el testimonio viviente de los diferentes modos de
procreación en la evolución de las especies y razas animales y
humanas; y el naturalista debiera sentir intuitivamente esta verdad
aun cuando no pueda todavía demostrarla. ¿Cómo podría hacerlo, a
la verdad, dado el modo de pensar moderno? Los jalones de la historia
arcaica del pasado son pocos y raros; y aquellos que los hombres de
ciencia encuentran, son tomados equivocadamente por postes
indicadores de nuestra pequeña Era.
Hasta la llamada “historia
universal” no abarca sino un reducidísimo campo en el espacio casi
ilimitado de las regiones inexploradas de nuestra última Quinta Raza
Raíz. De aquí que cada nuevo poste indicador, cada símbolo que del
remoto pasado se descubre, sea añadido al antiguo conjunto de datos
para ser interpretado por la misma línea de conceptos preexistentes,
y sin referencia alguna al ciclo especial de pensamiento a que pueda
pertenecer aquel determinado símbolo.
¡Cómo podrá la Verdad salir
a luz, si no se cambia nunca este método!
Continuará...
Fuente:
La Doctrina Secreta Vol.II
No hay comentarios:
Publicar un comentario