La actual
bandera de España no fue utilizada por la Armada hasta 1785, es decir, 71 años después de
los acontecimientos del 11 de septiembre de 1714. En la Guerra de Sucesión, los
barcos leales a la causa borbónica lucieron el pabellón blanco con el escudo de
la Casa Real, lo que utilizarían hasta el cambio en 1785.
El citado grabado —«Barcelone. Ville Capitale de la Principauté Catalogne
scituée sur la mer Mediterranée», del francés Pierre Aveline—fue publicado por
primera vez en 1692, apareciendo posteriores versiones en color con las
banderas de las Provincias Unidas de los Países Bajos.
Versión del
grabado que ahora usa la
Generalitat , con la bandera «roja, amarilla y roja». Sin
embargo, este pabellón no existía ni ondeó en la Armada hasta 1785.
El grabado
con las «imposibles» banderas rojo y gualdas, arranca del editado por Chereau en 1750, según el original de
Aveline de 1692, como puede comprobarse en la relación de mapas de Cataluña (s. XVII-XX) de su
Instituto Cartográfico. Eso
explica la inclusión de la Ciudadela ,
comenzada en 1715 y finalizada en 1725.
Por Real
Decreto de 28 de mayo de 1785, que el Secretario del Despacho de Marina, D.
Antonio María de Valdés, puso a la firma de la Real mano «Para evitar los inconvenientes y
perjuicios que ha hecho ver la experiencia puede ocasionar la Bandera nacional que usa
mi Armada naval y demás embarcaciones española, equivocándose…», se creó
la bandera de uso exclusivamente marítimo que pasó después a ser la Nacional
española. El proyecto original y los diseños presentados a S. M. los
pueden contemplar en el Museo Naval madrileño.
Si el grabado no mostrase bandera alguna, la abundancia de galeras presentes en él hacen imposible su
datación en la segunda mitad del XVIII, pues la Escuadra de Galeras de
España fue dada definitivamente en 1749, al fallecer en Cartagena su último
capitán general, el quinto conde de Fernán Núñez. Hubo una efímera resurrección
en 1783-1784, cuando los bombardeos de Argel de la escuadra Barceló,
pero en 1785 y en Barcelona era imposible ver ese tipo de
buques porque también fue el año de la firma de la paz definitiva con
Berbería.
Estamos de acuerdo
con que los buques están saludando al cañón, máxima expresión del «son de
paz» que viene de la costumbre de disparar la batería a la vista de otras
velas para demostrar intenciones pacíficas, pues recargar los cañones llevaba
largo tiempo. La actitud de paseantes y curiosos establecidos al pie del faro,
lo certifica.
La imagen del
gran navío que aparece en primer término, corresponde a un navío holandés de finales del XVII, según podemos contemplar en el libro «The Ship», del famoso
arqueólogo naval Björn Landström (Allen&Unwin, Stockholm, 1961, Pág. 371).
En su dibujo del navío Gouda (72 c.) vemos la misma decoración del espejo de
popa.
La escena del
grabado no puede ser otra cosa que una visita de buques holandeses (y quizás
alguno inglés) a Barcelona.
José María Blanco Núñez es académico de la Real Academia de la Historia.
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