El
comienzo de la Hispanidad
La
tradición asegura que el Apóstol Santiago llegó a España
desembarcando en el barrio de Santa Lucía en Cartagena.
“Concha
bendita que guarda las primeras pisadas del Hijo del Trueno en las
tierras hispánicas y el eco de la voz inicial que enalteció, por
vez primera, el nombre sacrosanto de Jesús en los aires de España.”
Cartagena
fue sin duda alguna, el lugar donde comenzó la evangelización de
los pueblos hispánicos. Era por entonces Carthago Nova, Colonia
Romana (Colonia Victrix Julia Nova Carthago), Convento Jurídico, es
decir, Audiencia Civil y Criminal, residencia de Cónsules, Pretores,
sacerdotes y altos dignatarios civiles y militares, además gozaba
del privilegio de acuñar moneda. Sostenía relaciones comerciales
con las metrópolis, colonias romanas y naciones de su época. El
itinerario Joppe o Jaffa a Carthago Nova de fenicios, hebreos,
griegos y romanos, señala con luz diáfana este punto nebuloso de la
historia.
La
ensenada del puerto de Cartagena situada al Este, que hoy se llama
puerto de Santiago, correspondiente al popular barrio de Santa Lucía,
es la playa donde desembarcaban los pasajeros y comerciantes
procedentes de Oriente, cuando venían a llevarse la plata que se
recogía de las muy ricas y antiquísimas minas cartageneras.
Tal
era la importancia de estas minas que Polibio recuerda al hablar de
la guerra del año 209 a.C. al personaje Aletes, a quien por
atribuirle el descubrimiento de éstas, los paganos llegaron a
rendirle honores divinos.
La
Unión y Mazarrón eran riquísimos filones argentíferos que
enriquecían la plaza comercial de Carthago Nova, por eso su caída
en poder de Roma fue para los Cartagineses de África un golpe
mortal.
Silvio
Itálico dice que en ellas trabajaban unos 40.000 hombres. (Historia
de España, Menéndez Pidal, tomo II. Madrid, 1935).
En
la cúspide del monte llamado actualmente Cabezo de los Moros, donde
existe una fortaleza llamada “Castillo de los Moros”, estaba
emplazado el templo de Mercurio, Dios del Comercio, según la
costumbre pagana de colocar sus dioses en los sitios más próximos a
los lugares hacia los cuales habrían de extender su protección.
Era
además, Santa Lucía, en la época romana, barrio de recreo de los
acaudalados romanos, donde tenían sus quintas veraniegas, plaza de
comercio y paraje de gentes mercenarias que trasladaban sobre sus
hombros a los viajeros para que pudieran entrar a pie enjuto en la
Ciudad, ya que las embarcaciones, aun pequeñas, tenían que quedar a
varios metros de la costa para no embarrancar en las arenas.
Su
importancia quedó evidentemente demostrada por los numerosos
hallazgos de monumentos romanos encontrados en distintas excavaciones
practicadas durante el siglo XVIII. Restos de magníficos edificios,
casas de baños, conducciones de aguas, estatuas, lápidas, monedas,
cerámica variada, columnas y basas, monumentos, algunos de los
cuales se han perdido.
En
la fachada de la torre parroquial hay una lapida romana con la
siguiente inscripción: «Clodia C. F. Macaria. Salve».
La
situación estratégica y topográfica de Mastia y su magnífico
puerto en medio de la costa mediterránea, desde donde se podía
vigilar fácilmente España y África hicieron a Asdrúbal ocuparla
dándole el nombre de Qart Hadasht, Ciudad Nueva, que
romanizado después pasó a ser Carthago Nova y quedó constituida
capital de la España Púnica. El mismo pensamiento animó a los
romanos contra sus eternos rivales los cartagineses para apoderarse
de Cartagena.
Sabía
Publio Cornelio Escipión que el secreto de la fuerza de los
cartagineses africanos en Hispania estaba en Carthago Nova y enterado
de sus riquezas, de su situación, como plaza fuerte, y de lo
abrigado de su puerto, se lanzó contra ella con un ejército de
25.000 hombres, conquistándola en espacio de dos días (210 a.C.).
«Capta
Carthago, capta Hispania» (conquistada Cartago Nova está
conquistada España), decía Escipión.
Doscientos
cuarenta y seis años después resonaba prácticamente en los oídos
del Apóstol Santiago esta táctica del general romano y desde Joppe
arribó a Cartagena pasando antes por Sicilia y Cerdeña.
Nadie
hubiese dudado de la veracidad histórica de esta antiquísima
tradición, que se remonta al siglo VII con San Isidoro, hijo de
Cartagena, si los falsos cronicones no hubiesen hecho, con sus
audaces mentiras, poner en duda los fundamentos más ciertos de todas
las tradiciones hispánicas que tocaron sus plumas.
La
venerable Madre María de Jesús de Agreda, seráfica escritora,
nacida en 2 de abril de 1602 y contemporánea de Felipe IV, asegura
que el desembarco de Santiago se hizo por Cartagena. En su Mística
Ciudad de Dios, folio 312, dice que la Santísima Virgen le reveló
que Santiago desembarcó en el puerto de Cartagena, donde dio
principio a su apostólica predicación.
«Santiago
estaba más lejos porque fue el primero que salió de Jerusalén a
predicar y habiendo predicado algunos días en Judea vino a España.
Para esta Jornada se embarcó en el puerto de Joppe. Fue esto en el
año treinta y cinco del Señor, ocho meses después de martirio de
San Esteban y cinco años antes de la conversión de San Pablo. De
Joppe vino Jacobo a Cerdeña y, sin detenerse en aquella isla, llegó
con brevedad a España y desembarcó en el puerto de Cartagena.
Gobernado por el Espíritu Santo, tomó el camino de la ciudad de
Accitana (Guadix) y de allí partió para Granada, donde conoció que
la mies era copiosa para padecer trabajos por su Maestro...».
Seguir
leyendo...http://www.apostolsantiago.es/
LOS
CAMINOS DE SANTIAGO
No hay comentarios:
Publicar un comentario