El yacimiento ibérico de Los Nietos en el litoral de la Región de Murcia, se localiza en el término municipal de Cartagena, en la pedanía de Los Nietos, sobre la Loma del Escorial situada a unos 100 metros al Oeste de la carretera de los Belones a Los Nietos, en la finca Las Mateas, propiedad de Vicente Madrid Celdrán.
Es una necrópolis de enorme importancia, no sólo por los magníficos materiales cerámicos y metálicos hallados durante la excavación, también porque es el único poblado y necrópolis ibérica hallada junto a la costa murciana (frente al Mar Menor).
La cultura ibérica prefiere, por norma general, los lugares elevados que facilitan el encastillamiento y por tanto, la protección de las viviendas. Cuando las defensas naturales del lugar no bastaban para garantizar la seguridad, recurrían a la construcción de murallas de mampostería que en ocasiones superaron los tres metros de altura. Cuando se han documentado yacimientos ibéricos en llano, ha sido siempre en el interior de la región y en las proximidades de un gran poblado nuclear, más importante, encaramado en la cumbre de algún cerro próximo. Por eso sorprende encontrarse un yacimiento de este tipo tan próximo a la costa y carente prácticamente de defensas. Aunque aprovecharon un pequeño cerro y levantaron una muralla, eran protecciones débiles que no aseguraban la protección frente a un ataque exterior.
Las excavaciones que se han realizado en el poblado ibérico de Los Nietos permitieron la definición de los límites de la necrópolis asociada al hábitat y la exhumación de más de 200 tumbas de incineración, lo que la convierte en una de las más importantes en cuanto a tumbas excavadas de la Región de Murcia. La necrópolis se caracteriza por la dispersión de las sepulturas, muy alejadas unas de otras en comparación con otras necrópolis de la Región, como El Cigarralejo (Mula) o la Necrópolis del Poblado y de la Senda de Coimbra del Barranco Ancho (Jumilla), donde la concentración de tumbas es mucho mayor, llegándose a documentar en ocasiones hasta más de 8 superposiciones de enterramientos. Al contrario de lo que sucede en los poblados citados, construidos en laderas o cimas de cerros donde el espacio es más limitado, en Los Nietos no parece haber ese problema, ya que disponían de una enorme superficie de terreno para levantar su necrópolis.
Como en otras necrópolis, no hay uniformidad en los tipos de enterramiento, si exceptuamos que son incineraciones. Hay tumbas con empedrados tubulares, otras tumbas con un túmulo de piedras delimitadas con losas de adobe rojo, fosas simples sin ningún tipo de cubierta (únicamente barro endurecido) o fosas con urnas cinerarias. El fondo del nicho, en general, se adapta a la roca base. La orientación de las sepulturas es de Sur a Norte en la mayoría, con pequeñas variaciones de Suroeste a Noroeste. Los ajuares son pobres en general. Tan sólo algunas tumbas poseen un ajuar funerario completo con cerámicas ibéricas y áticas, objetos de bronce y armas de hierro.
Tras las excavaciones en Los Nietos y el estudio de los materiales encontrados en los ajuares de sus tumbas se ha podido establecer la cronología del yacimiento; la primera fase del hábitat data de finales del siglo V a.C. y su uso se prolonga hasta comienzos del siglo II a.C., período convulso que sigue al fin de la Segunda Guerra Púnica y durante el cual se inicia la dominación romana.
En este largo período de tiempo, más de 300 años, se distinguen dos momentos de ocupación: uno que se inicia a finales del siglo V y que perdura hasta mediados del siglo IV a.C., que corresponde al momento de mayor auge del poblado; y un segundo que concluye con el abandono del hábitat en los comienzos del siglo II a.C.
La ubicación costera del yacimiento y su proximidad a la sierra minera de La Unión le confiere un carácter comercial, abierto al contacto de agentes comerciales. Su fecha de abandono debe relacionarse con el afianzamiento del control romano de la zona.
En 1992 se halló la muralla y una de las puertas de acceso al poblado, lo que confirma que los límites del poblado coinciden con los de la pequeña colina en la que se inserta. Se cree que la muralla fue levantada hacia finales del siglo IV o principios del siglo III a.C. sobre los restos de otra anterior, fechable en los primeros años del siglo IV a.C. También se ha constatado de la existencia de dos grandes torreones y de estructuras arqueológicas exteriores a la muralla.
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