En
su esplendor, Teotihuacan poseía una población y unas
infraestructuras urbanas de tal magnitud, que no tuvo igual hasta el
surgimiento de Tenochtitlan.
En
sus inicios, en la fase Patlachique (150-1 a.C.), Teotihuacan fue una
aldea de grandes dimensiones, con cerca de 10.000 habitantes. Para
finales de esa fase cubría unos 7 kms. cuadrados y contaba con cerca
de 30.000 habitantes.
Durante
la fase Tzacualli (1- 150 d.C.), Teotihuacan llegó a cubrir un área
de 20 kms cuadrados y a albergar una población superior a los 60.000
habitantes. Un factor importante en esta inusitada explosión
demográfica pudo haber sido el traslado de la mayoría de la
población de la Cuenca de México a la que, en adelante,
prácticamente sería la única gran ciudad de la región. Es en esta
época que se construyen las pirámides del Sol y de la Luna.
En
las fases posteriores, si bien el área ocupada no varió mucho,
existió un crecimiento constante de la población, aunque de menor
intensidad que en las primeras épocas.
En
la fase Miccaotli (150-225 d.C.), la población llega a los 85.000
habitantes y la ciudad vive un periodo de esplendor, en estos años
se construyen la Calle de los Muertos y la Pirámide de la Serpiente
Emplumada.
Durante
la fase Tlamimilolpa (225-50 d.C.), el número de habitantes ronda
los 90.000 y la ciudad albergaba ya el complejo arquitectónico más
significativo y de mayores dimensiones de toda Mesoamérica. A lo
largo de la Calle de los Muertos, uno de los ejes sobre los que se
dispuso la cuidadosa planificación de la ciudad, se encontraban
edificios como las pirámides del Sol y de la Luna y la Ciudadela.
Para
la fase Xolalpan (350-550 d.C.), la ciudad había alcanzado su
apogeo, y su prestigio y poder se manifestaban por prácticamente
toda Mesoamérica. En ese entonces llegó a albergar a más de
125.000 pobladores, que se distribuían en cerca de 2.000 conjuntos
habitacionales.
Posteriormente,
la población declinó paulatinamente y en la fase Metepec (550- 650
d.C.) su esplendor llegó a su fin, tal vez a consecuencia de
revueltas internas, los templos y las residencias de la élite del
centro-cívico ceremonial fueron quemados.
Esta
publicación es un fragmento del artículo “Teotihuacan, ayer y
hoy”, de los autores María del Carmen Solanes y Enrique Vela, y se
publicó íntegramente en la edición especial de Arqueología
Mexicana, núm. 28, titulada Teotihuacan. Guía
visual.
Fuente:http://raices.com.mx/tienda/revistas-teotihuacan-ES028
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