Dibujo de un Tanawa encontrado en las Cuevas de los Navegantes, en la bahía de McCluer cerca de Sosora, Nueva Guinea.
Los egipcios llegaron al Sur de América, al menos 200 años a.C., sabían calcular la longitud con un ingenioso instrumento utilizado para medir las coordenadas eclípticas sin necesidad de cálculos a partir de otras coordenadas. El Tanawa podía medir la distancia lunar y de otros cuerpos celestes y con la ayuda de tablas astronómicas calcular la longitud del lugar.
El proyecto de dar la vuelta al mundo fue ordenado y financiado por Ptolomeo III, en el 232 a.C. Eratóstenes, el entonces jefe de bibliotecarios de la Biblioteca de Alejandría, no sólo había demostrado que la tierra era redonda, también había calculado su circunferencia en 40.000 kms. (la medición actual es de 40.047 kms). Eratóstenes realizó sus medidas comparando la sombra de dos palos, colocados en lugares diferentes del mundo el mismo día y a la misma hora, toda una proeza matemática.
Ptolomeo III buscaba una ruta desde Alejandría hasta la India por el Este, para establecer líneas comerciales más seguras, ya que las rutas del Atlántico estaban bajo el dominio de sus enemigos Cartagineses.
Para llevar a cabo dicha expedición, fueron designados dos destacados navegantes, el capitán Rata y el científico Maui (Mawi), y usaban el más avanzado material técnico de navegación de la época. El “tanawa” (que posteriormente sería llamado “torquetum” por los portugueses), es un aparato con el que se podía medir la diferencia angular entre la Luna y la estrella Altair (constelación del Águila).
La dificultad a la hora de calcular estos datos reside en que si ambos cuerpos celestes no se encuentran sobre un meridiano, debemos calcular las rectas como curvas, suponiendo un gran problema para realizar las mediciones incluso con una calculadora. El tanawa tenía 23,5 grados de inclinación, lo que corregía automáticamente estas deformaciones debidas a la posición de los astros en relación a la Tierra.
Según los historiadores que han recopilado los datos, la expedición de Rata y Maui fue todo un éxito, y culminó su viaje en Nueva Guinea oriental. Una inscripción encontrada en la costa de Irian Jaya traducida por Barry Fell, un respetado epigrafista, dice lo siguiente:
“La tierra está inclinada. Por lo tanto los signos de la mitad eclíptica atienden al sur, la otra mitad crece en el horizonte. Esta es la calculadora de Maui”.
A continuación de estas palabras había un dibujo de un aparato (tanawa), reproducido en el libro de Barry Fell “America B.C.”, y que sirvió para que Richard Sanders construyese una copia en madera.
Estas inscripciones, halladas en las llamadas “cuevas de los navegantes” se encuentran en la bahía de McCluer, y junto a ellas se encontró tallado en roca un pequeño resumen en jeroglíficos que nos habla de una expedición de 6 barcos comandada por el capitán Rata. Hay quienes afirman que Rata y Maui continuaron su viaje hacia el Este, llegando a las costas del ignoto continente americano, debido al hallazgo por parte de Karl Stolp de otras inscripciones similares en Tiguiririca (Chile).
Inscripción principal en la gruta de Tinguiririca que pertenecía a la misma expedición que recaló en Nueva Guinea:
“Límite sur de la costa alcanzada por Mawi. Esta región es el límite sur de la tierra montañosa que el comandante reclama mediante proclamación escrita en esta tierra triunfante. A este límite sur llegó la flotilla de barcos. El navegante reclama esta tierra para el rey de Egipto, para su reina y para su noble hijo, comprendiendo un curso de 4.000 millas escarpado, poderoso, levantado en lo alto. Agosto, día 5 del año 16 del Rey”.
En aquella fecha, el faraón era Ptolomeo III Evergetes, la reina se llamaba Berenice y el hijo el futuro faraón Ptolomeo IV Philopator. La lengua era la de Libia, emparentada con el egipcio y el maorí antiguo; la escritura libia se utilizó en Nueva Zelanda hasta el siglo XV.
Sin embargo el autor Paul Gallez, discrepa en el trayecto que suponen de ida al Este a lo largo del Ecuador. Las corrientes los harían ir al E. entre 35º S. y 45º S., y después subir al Norte por la corriente Humboldt a lo largo de Chile y Perú.
Todo indica que Paul Gallez está acertado y puede comprobarse en el mapa de las principales corrientes de los océanos. En realidad, la flotilla egipcia debió zarpar del E. ó S.E. de Australia aprovechando las corrientes East Australian y Southern Ocean y remontar la costa sudamericana del Pacífico favorecidos por la corriente de Humboldt. De este modo se explica que encontraran inscripciones egipcias en Tiguiririca.
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Fuentes:
Predescubrimientos de América, Paul Gallez, Bahía Blanca (Argentina) 2001
America B.C. Barry Fell, New York, Simon & Schuster, 1976
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