Etiopía,
es un país cuyo nombre denota "tierra de la adoración de la
serpiente solar". Las crónicas de Abisinia y las tradiciones
locales del país, establecen la abundante ophiolatría de los
etíopes.
Dicen
que el primer rey de Etiopía fue una serpiente, fue llamado Arwè,
que en el idioma abisinio significaba "serpiente". Es
notable que la palabra Naga (que es la misma que el Naig de
Hindustán, y del hebreo Nachash) fuera un título de los antiguos
reyes abisinios. Los árabes los llamaron Nagashi, de la misma manera
que los reyes de Egipto se llamaban Faraón, y en los escritos de los
primeros viajeros, frecuentemente nos encontramos con "el Negus"
de Abisinia, un título que sonaba extraño y algo ridículo a los
oídos ingleses.
Un
monje abisinio llamado Gregory, visitó Alemania poco antes de que
Ludolf publicara su Historia Etíope, y la forma en que él explicaba
la tradición de un "rey serpiente" es muy interesante. Al
preguntarle por el rey Arwè, dijo, que existía una antigua
tradición entre sus compatriotas, que los primeros etíopes adoraban
a una gran serpiente como un dios; y de ahí el nombre del rey Arwè,
serpiente. Que esta serpiente fue asesinada por Angabus, quien por
esta acción fue elegido rey y cedió el trono a su posteridad.
La
adoración de la serpiente prevaleció en Axum hasta que los
abisinios se convirtieron al cristianismo. La gloria de esta
conversión se atribuye a nueve santos, a quienes se dice que han
tenido éxito mediante la instrumentalidad de los milagros. Ludolf,
citando al padre Méndez, enumera así sus triunfos: "Estos
hicieron grandes milagros cuando convirtieron una gran parte de
Etiopía; y entre otros, se informa que un gran dragón que vivió
cerca de Axum y que devoró a muchos hombres y ganado, fue destruido
por sus oraciones".
Un
poeta abisinio celebró las alabanzas de estos misioneros cristianos
en un poema que Ludolf cita: ...el fundador de la ophiolatría, o
más bien el líder de la primera colonia Ophita en estos países
remotos, fue probablemente el mismo Toth que fundó esta religión en
Egipto. Porque encontramos la palabra Tot, todavía curiosamente
empleada en Abisinia para denotar un ídolo, y lo que es notable. La
figura desnuda de un hombre no es un Tot; pero si tiene la cabeza de
un perro o una serpiente, en lugar de una cabeza humana, se convierte
en un Tot.
Aunque
los santos cristianos vencieron al Dragón de Axum, no lograron
destruir a toda su familia. Los Shangalla, una raza de negros en la
frontera norte de Abisinia, conservan hasta el día de hoy sus
supersticiones primitivas; adoran a las serpientes, a los árboles y
al ejército celestial. Y los Agaazi, una tribu de pastores etíopes,
todavía habitan en las montañas, llamados Habab “serpiente”,
probablemente en referencia a las supersticiones ophitas que se
practicaban en otros tiempos.
La
palabra Habab se parece mucho a una reduplicación de la AB
universal, que era el nombre del dios de la serpiente en la mayoría
de los países primitivos que tenían alguna conexión con Fenicia
(Canaán).
Continuará...
No hay comentarios:
Publicar un comentario