La
reina Mâkĕdâ gobernó
durante el siglo X a.C. en un territorio muy extenso, el Reino de
Saba (actual Norte de Etiopía, Dyibuti y Yemen).
Una leyenda cuenta la forma en que el rey Salomón se convirtió en el padre de Menyelek (hijo de Makeda), la encontramos en varias versiones ligeramente diferentes entre muchas de las tribus del norte de Abisinia.
La
madre de Menyelek era una niña de Tigrê llamada Ĕtêyê Azêb
(Reina del Sur), y su gente adoraba a un dragón o serpiente, a la
que cada hombre, a su vez, tenía que presentar como ofrenda a su
hija mayor y grandes cantidades de cerveza dulce y leche. Cuando
llegó el turno de sus padres, la ataron a un árbol al que solía
llegar el dragón por su comida, pero poco después vinieron siete
santos y se sentaron debajo del árbol por la buena sombra que daba.
Cuando se sentaron, una lágrima de la doncella cayó sobre ellos, y
cuando la vieron atada al árbol, le preguntaron si era un ser humano
o un espíritu, y ella les dijo que era un ser humano y les dijo que
estaba atada al árbol para ser alimento del dragón.
Cuando
los siete santos vieron al dragón, uno de ellos, Abbâ Tchêḥamâ,
se tiró de su propia barba, otro, Abbâ Garîmâ, exclamó: Me ha
asustado!, y un tercero, Abbâ Menṭelît, gritó: Vamos a
atraparlo!, inmediatamente atacó al monstruo, y ayudado por sus
compañeros lo mataron al golpearlo con una cruz. Cuando lo estaban
matando, algo de sangre brotó de él y cayó sobre el talón de
Ĕtêyê Azêb, y desde ese momento su talón se convirtió en el
talón de un asno.
Los
santos desataron sus ataduras y la enviaron a su aldea, pero la gente
la alejó pensando que había escapado del dragón, se subió a un
árbol y pasó la noche allí. Al día siguiente, llevó a algunas
personas de la aldea y les mostró el dragón muerto, y de inmediato
la hicieron su jefa, y ella eligió para su oficial en jefe una
doncella como ella.
Poco
después de esto, Aztĕyê Azêb escuchó de la habilidad médica del
rey Salomón, y decidió acudir a él para que pudiera restaurar su
talón deformado a su forma original.
Ella
y su oficial en jefe cubrieron sus cabellos a la manera de los
hombres y marcharon a la corte de Salomón en Jerusalén. Su llegada
fue anunciada a Salomón, quien ordenó a sus sirvientes que llevaran
al rey de Abisinia en su presencia, y tan pronto como su pie
deformado tocó el umbral, recuperó su forma natural.
Salomón
ofreció pan, carne y cerveza a las dos mujeres disfrazadas, pero
comieron y bebieron tan poco que Salomón sospechó que sus invitados
eran mujeres. Así fue como Salomón descubrió a la Reina de Saba
(Makeda) y comenzó su relación. Cuando ella supo que estaba
embarazada, se despidió de Salomón y habiendo recibido de él un
anillo como señal, regresó a su propio país, donde nació su hijo
Menyelek o Mĕnĕlîk.
En
la literatura etíope, a este hijo a menudo se lo llama Walda-Tabbîb,
es decir "hijo del sabio" (Salomón), o 'Êbna Ḥakim, o
Bayna-Leḥkĕm, es decir Ibn al-Ḥakîm, o "el hijo del
sabio".
Cuando
el niño alcanzó la madurez temprana, presionó a Mâkĕdâ para que
le permitiera ir a ver a su padre Salomón en Jerusalén, y ella le
dio el anillo que Salomón le había dado, y lo envió allí bajo el
cuidado de Tâmrîn.
A
su llegada a Gaza, la gente de la ciudad y de todas partes del
distrito reconoció su sorprendente parecido con Salomón. Lo mismo
sucedió en Jerusalén, y cuando los funcionarios del palacio de
Salomón lo llevaban a la cámara de presencia, toda la familia supo
que se estaba llevando un hijo a su padre. Padre e hijo se abrazaron
y Salomón no escatimó esfuerzos en proporcionar instrucción y
diversión a Bayna-Lehkĕm (Ibn al-ḥakîm) mientras estaba en
Jerusalén, porque esperaba poder tenerlo con él; pero después de
unos meses, el joven estaba ansioso por volver con su madre y su
país, y Tâmrîn, el líder de las caravanas de Mâkĕdâ, quería
irse.
Menyelek,
supo que Roboam debía suceder a Salomón en el trono de Israel, y no
deseaba ocupar la posición subordinada de un segundo hijo en
Jerusalén, presionó a Salomón para que le diera permiso para
partir. Cuando el rey dispuso que los hijos mayores de sus nobles
acompañaran a Menyelek a su regreso a la capital de su madre Mâkĕdâ,
hicieron los arreglos con Menyelek para el establecimiento de un
reino judío duplicado en Etiopía, y le permitió partir.
Cuando
la reina Mâkĕdâ estuvo en Jerusalén, se enteró de que el
Tabernáculo de Sión en el Templo de Jerusalén era la morada del
Dios de Israel, y el lugar donde Dios Todopoderoso se complacía en
morar, y en su carta a Salomón le rogó que le enviara, como un
santo talismán, una porción de la franja de la cubierta del
Tabernáculo. Salomón le dijo a Menyelek que concedería la petición
de Mâkĕdâ. Pero Menyelek y los hijos mayores de los notables
judíos que estaban destinados a ayudar a Menyelek a formar su reino
en Etiopía, conspiraron juntos para robar el Tabernáculo de Sión y
llevarlo a Etiopía. Su objetivo era mantener al Dios de Israel con
ellos, y robaron el Tabernáculo hecho de oro y madera (según el
modelo del Espíritu-Tabernáculo original en el cielo) que contenía
las Tablas de la Ley, la Olla de maná, la Vara de Aarón, etc. Uno
de los conspiradores que tuvo acceso a la cámara del Tabernáculo,
lo sacó de debajo de su cortina, y sustituyó una construcción en
madera de exactamente el mismo tamaño y forma, que él había hecho
para el propósito.
El
robo no se descubrió hasta que Menyelek y Tâmrîn, en compañía de
jóvenes judíos y etíopes estaban ya de camino hacia el Mar Rojo, y
aunque Salomón envió rápidos jinetes para adelantarlos, lograron
escapar y el Rey de Israel regresó a Jerusalén con gran dolor.
Menyelek
llegó a la capital de su madre con el Tabernáculo de Sion y fueron
recibidos con gran alegría, y Mâkĕdâ abdicó en favor de su hijo.
Menyelek estableció en Etiopía un reino modelado en el de Israel e
introdujo en su país las Leyes de Dios y de Moisés, las normas y
reglamentos sociales con los que se asociaba el nombre del gran
legislador en aquellos días.
Continuará...
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