La
zona conocida como Four Corners (las Cuatro Esquinas), donde
convergen Arizona, Colorado, Utah y Nuevo México, fue el lugar donde
habitaron los Anasazi durante más de cien años.
Toda
la meseta está repleta de escarpados cañones inhóspitos, bien
disimulados entre las rocas. Los dos ríos más importantes que
recorren estas tierras son el río Grande y el Colorado. Hoy en día,
la mayor parte de esta región está cubierta de bosques de pinos
piñoneros y enebros. Pero hace novecientos años estaba lleno de
campos de maíz, calabazas y judías. Los arqueólogos creían que
con los cultivos de esta zona, los anasazi abastecían a cuarenta mil
o cincuenta mil personas.
Los
historiadores reagrupan con la designación anasazi (los antiguos) a
distintas culturas similares que residieron en la misma zona: los
hohokam, los mogollón y los patayan, desaparecidos todos antes del
siglo XVI.
Los
anasazi no dejaron ningún documento escrito. Sin embargo, los indios
navajos, que hoy en día habitan en las Cuatro Esquinas, siempre han
estado alejados del Cañón Chaco. Si se les pregunta por qué,
afirman: “Allí sucedió algo malo”.
Nadie
sabe a ciencia cierta cuál era la religión de los chacos, pero
muchos arqueólogos creen que tenían un lado oscuro y misterioso y
que esto podría explicar los actos de canibalismo y también el
hecho de que la gente anduviese más de ochenta kilómetros sólo
para ir al poderoso centro ceremonial.
El
arte rupestre es un legado que no deja lugar a dudas sobre la
Ofiolatría de “los antiguos”, las serpientes abundan en los
petroglifos que dejaron los anasazi.
Los
indios norteamericanos se niegan rotundamente a que se identifique a
sus antepasados como caníbales. Pero muchos arqueólogos han
encontrado pruebas concluyentes en los asentamientos anasazi. Citan
como tales las pequeñas zonas de brillo que se forman cuando un
hueso es cocinado en una olla de barro y marcas de cortes y
abrasiones en los restos humanos que son idénticas a las que tienen
los animales que han sido consumidos. Y el asentamiento de Archie
Hansen está lleno de estos indicios.
Los
toltecas o los aztecas practicaban rituales sangrientos en los que se
sacrificaba a humanos, tal vez esto podría explicar por que el
canibalismo apareció en la historia de los anasazi. Pero no es más
que una de las teorías que se siguen barajando.
Los
anasazi dejaron huesos sospechosos de canibalismo en unos cincuenta
asentamientos arqueológicos. Pero lo realmente curioso es que casi
todas las fechas de las pruebas son de ese mismo período, que
comprende desde 900 d.C. hasta alrededor del año 1150. Estas fechas
corresponden exactamente al período en el que la civilización
anasazi estaba encabezada por un lugar llamado Cañón Chaco, una
ciudad tan misteriosa como grandiosa en medio de la nada; la ciudad
más extraña que los anasazi construyeron, ahora convertida en unas
desoladas ruinas en el desierto de Nuevo México.
El Wendigo es parte del sistema tradicional de creencias de varias de las tribus algonquinas del noreste de Estados Unidos y Canadá, sobre todo los ojibwa y los saulteaux, los cree, los naskapi y los innu. Aunque las descripciones de esta criatura varían, es común que todas estas culturas describan a los wendigos como seres sobrenaturales malévolos, caníbales y poseedores de un gran poder espiritual (manitu).
Están fuertemente asociados con el invierno, el norte, el frío, la hambruna y la inanición. Se le relaciona con el canibalismo, tema considerado tabú entre los pueblos amerindios de esta parte de América del Norte.
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