13/9/20

Ofiolatría Mexica (V)

                                  El Monte Tláloc

En la versión de Cristóbal del Castillo, escrita al final del siglo XVI, se menciona que las aguas que rodeaban Aztlán tenían como nombre Metztliapan (lago de la Luna), concordando con lo referido por Domingo Francisco Chimalpáhín en sus Memoriales, ambos coinciden en situar este sitio en las últimas tierras de Xalisco, actual Nayarit, en la isla llamada Mexcaltitlan (Mexi "mexitin", calli "casa", tlan "locativo" "tierra hogar de los mexitin" ).
Cabe recordar que esta isla estaba sujeta al señorío de Aztatlan, las tiranías de uno de estos tlahtoques aztecas es lo que obliga a los mexitin a salir de su territorio, dirigidos por Chalchiuhtlatonac, quien moriría en Huey Colhuacan, uniéndose a Tetzauhteotl yaotequihua en la figura de Huitzilopochtli.

En la isla de Mexcaltitlan también se han encontrado petrograbados con garzas, y uno exhibido en el Museo del Origen, situado en la isla, muestra una garza montada sobre una Serpiente.
La palabra aztecatl, deriva de la palabra aztateca, que significa procedente de Aztatlán. El significado de la palabra es "lugar de la blancura" o "lugar de las garzas" (del náhuatl aztlatl (garza) y tlan (lugar).

Tláloc, en el Códice Borgia, representando el diluvio según la Cosmogonía previo al Quinto Sol.

Tláloc (en náhuatl clásico: Tlālōc;ˈtlaːloːk) es una deidad mesoamericana del agua celeste. El nombre Tláloc deriva de tlālli (tierra) y octli (néctar), el néctar de la tierra. Los mexicas lo tenían como el responsable de la estación lluviosa y hacían ceremonias para honrarlo en el primer mes del año (ātl cāhualo).
Tláloc fue una de las divinidades más antiguas y veneradas de toda Mesoamérica. Su culto se extendió por gran parte del territorio centroamericano. Fue tomado por los nómadas aztecas (así se llamaban los mexicas cuando apenas acababan de salir de Aztlán) que se instalaron en el lago Texcoco, asimilándolo como divinidad agrícola. Siguió siendo uno de los dioses fundamentales de las distintas comunidades agrícolas autóctonas; originario de la cultura de Teotihuacan, dada la caída de la ciudad pasó a Tula, y de ahí su culto se esparció entre los pueblos nahuas (Nagas). Los teotihuacanos tuvieron contacto con los mayas, de ahí que ellos lo adoptaran o lo identificaran en la forma del Dios Chaac. En la cosmología tlaxcalteca, Tláloc se casó primero con Xochiquétzal, Diosa de la belleza, pero Tezcatlipoca la secuestró. Tláloc se casó otra vez con Matlalcueye, y tiene una hija o hermana mayor que es llamada Huixtocíhuatl

Como las divinidades mesoamericanas en general, Tláloc posee una ambigüedad, en cuanto a que es una Fuerza Suprema en y de la naturaleza (la naturaleza y el cosmos no representan en los términos humanos bondad o maldad, sino más bien un entramado de fuerzas, a veces en equilibrio, a veces en pugna; en ocasiones benéficas para los humanos, otras tantas desastrosas); lo cual implica que, si bien es Dador de Vida, Providencia y Benefactor, también muestra su faceta destructiva y aniquiladora. Así desciende desde el cielo para fecundar la Tierra y poder cultivar la milpa, para germinar las semillas.
También envía los relámpagos y rayos, las tempestades del agua y los peligros de los ríos y del mar; dicho en palabras del fraile de Sahagún. Dominaba también las fuerzas destructoras y si así era su voluntad podía enviar granizos, inundaciones, sequías, heladas y rayos fulgurantes o fulminantes.
Estaba encargado de enviar el agua a la comunidad a través de sus ayudantes, los tlaloques; Tláloc mismo multiplicado y diversificado, manifestado a los humanos como "seres enanos y antropomórficos", como refiere Juan Carlos Pérez Guerrero, que desde el interior de los cerros enviaban las cuatro clases de lluvias. Ellos también recibían súplicas y en su honor se realizaban ceremonias y rituales.
Alain Musset asevera que, en vez de enanos, son la representación de las montañas que rodean el Valle de México y sobre las cuales parecen formarse las nubes que anuncian la lluvia. Su papel consistía en favorecer la venida de las aguas celestes pero también protegían a los pescadores y los navegantes.

Tláloc fue uno de los más importantes en el altiplano de México, uno de los más representados y quizás también uno de los de mayor antigüedad del panteón de Mesoamérica. Aparece representado desde la época teotihuacana. Se le manifestaba siempre con unos atributos característicos:
    -Anteojeras formadas por unas serpientes que se entrelazaban y cuyos colmillos acababan siendo las fauces del dios.
    -Una especie de bigotera que no era otra cosa que su labio superior. Se cree que este gran labio era el símbolo de la entrada en la cueva que comunica con el inframundo y que deriva de la boca de las figuras olmecas.
    -La cara estaba casi siempre pintada de color negro o azul verde, para imitar los visos que hace el agua.
    -Llevaba en la mano una especie de estandarte de oro, largo y con forma de culebra, terminado en punta aguda; era para representar los relámpagos y los truenos que acompañan a veces al agua de lluvia.
    -En los dibujos de los códices puede verse que sus vestidos tienen pintados unas manchas que son el símbolo de las gotas de agua.
Tláloc está compuesto en sus representaciones por los tlaloques o dioses de los 4 rumbos. Cada uno de ellos manejaba y era el responsable de una vasija colocada en un rumbo. Cada vasija proporcionaba una lluvia diferente.
La residencia de Tláloc era múltiple debido a la posibilidad de división de la sustancia que lo conformaba. Su morada se encontraba tanto en el Templo Mayor de Tenochtitlan, como en el Tlálocan, en el interior del cerro que lleva su nombre, el cual pertenece a la cadena montañosa Tlálocan, que separa el Valle de México del de Huexotzinco.

La libertad y poder absoluto que posee la Divinidad le permite tomar cualquier forma, así como estar presente en cualquier parte, viendo la "Morada divina" como una extensión de la misma divinidad.

Una representación temprana del dios de la lluvia se encuentra en Estados Unidos, en los murales que pintó José Clemente Orozco entre 1932 y 1934, se ve al hombre-dios entre las deidades principales Xipe-Tótec, Tezcatlipoca, Tláloc, con cuerpo humano y dos serpientes que forman su máscara.
Continuará...

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