Las
tradiciones literarias preservadas desde la Antigüedad resaltan la
importancia desempeñada por los templos, especialmente el de Melkart
en los inicios de la expansión fenicia.
Algunos
textos coinciden en situar las primeras fundaciones en un fecha
cercana al 1.100 a.C., lo que provoca el escepticismo de muchos
investigadores. Otras tradiciones literarias se refieren a la
fundación de Gadir, Lixus y Utica en torno al 1.100 a.C. con una
notable concordancia.
Veleyo
Patérculo (I, 2, 3) fecha la fundación de Gadir en tiempos del
retorno de los heraclidas, unos ochenta años después de la caída
de Troya y menciona que Utica fue fundada en África un poco después:
“Por
aquella época la flota tiria que dominaba el mar fundó Gades en el
extremo de Hispania, y en el término del mundo, en una isla rodeada
por el Océano, separada del continente por un estrecho muy breve.
Pocos años más tarde, fue fundada por los mismos Utica.”
No
más tarde del año 774 afirmaba Plinio (N.H., XVI, 40; XIX, 63) que
el templo de Melkart en Lixus era algo anterior al de Gadir y que
Utica tenía una antigüedad muy similar:
“Memorable
también es el templo de Apolo en Utica donde aún se encuentran las
vigas de cedro puestas cuando la fundación de la ciudad, hace 1.178
años”.
Respecto
al extremo Occidente, donde las fuentes escritas situan algunas de
las fundaciones más tempranas, los recientes descubrimientos en un
depósito secundario de la ciudad de Huelva revelan sin ningún lugar
a dudas una frecuentación por parte de gentes tirias al menos desde
finales del siglo X y comienzos del IX a.C.
Si
nos atenemos a la información de los materiales cerámicos. De 7.936
fragmentos de cerámica revisados, 3.233 pertenecen a vasos de
tradición fenicia (platos, cuencos, lucernas, jarros, ánforas,
etc.), 18 de los que los elementos más consistentes para establecer
la antigüedad de la presencia de fenicios en Huelva son un conjunto
de once ánforas del tipo 12 de Tiro (Bikai) y quizás, un probable
jarro del tipo 9 y tres “spoutedjug”, 4.703 a vasos de tradición
indígena, 33 a griegos, 30 a sardos, 8 a chipriotas y 2 a
villanovianos.
Entre
las cerámicas griegas, destacan 9 vasos adscritos al Geométrico
Medio II ático -800 a 770/760 a.C.- (2 cántaros, 2 escifos, 3
cántaros o escifos, un jarro y un asa) y 21 al Sub-protogeométrico
Eubeo-cicládico (2 escifos con semicírculos colgantes, 15 platos
con semicírculos colgantes y, más dudosos, un alabastrón, una
tapadera, un jarro y un asa). De estos, los más antiguos podrían
ser algunos platos que A. Nitsche adscribe al Subprotogeométrico
I-II (900-850 a.C.).
Una
inscripción sobre la superficie externa del cuerpo de un ánfora ha
podido ser fechada, por sus paralelos con un ostracón hallado en
Israel, en los siglos XI-X a.C. Junto a las cerámicas, destacan,
además, los restos de trabajo de marfil, madera, hueso, ágata y
trabajos metalúrgicos de plata, hierro y cobre presentes en las
escorias, crisoles, hornos, moldes de fundición, y piezas acabadas
encontradas, además de algunos vestigios de actividades
agropecuarias.
Igualmente
interesantes resultan las determinaciones de fechas calibradas de
C.14 en el mismo contexto. A tal respecto, cabe señalar una
presencia fenicia en el lugar en la primera mitad del siglo IX a.C.,
si bien es posible que ésta fuera incluso anterior ya que existe al
menos una fecha que se remonta al 980/890 a.C.
El
famoso depósito de la Ría de Huelva cuya datación por
calibraciones de C.14 aporta una cronología absoluta hacia 1.000-950
a.C., viene a señalar que muy probablemente, y al contrario de lo
que se ha defendido en muchas ocasiones, la expansión fenicia no
siguió una pauta de avances progresivos en los que los fenicios de
Tiro irían consolidando posiciones en Chipre primero, para luego
pasar a Rodas y el Egeo, de ahí alcanzar el Mediterráneo Central
(Sicilia, N. Africa, Cerdeña) lo que les permitiría, por fin,
llegar al lejano Occidente. Asimismo introduce algunas incógnitas
acerca del momento en que los circuitos de tráfico marítimo
atlántico y mediterráneo quedaron controlados por los fenicios.
Sobre todo, porque las espadas atlánticas aparecen en el mencionado
depósito junto con fíbulas de codo, a las que se propone un origen
oriental, y curiosamente también en otros lugares, como en el Cerro
de la Miel (Moraleda de Zafayona, Granada) con una datación absoluta
en 1.265 a.C., y porque sus moldes, como los de las hachas de
apéndices laterales (en realidad azuelas para trabajar la madera)
que conocemos también en las Baleares y en Sicilia y asimismo de
origen oriental, aparecen luego en un contexto mediterráneo muy
vinculado a la presencia fenicia. En efecto, moldes de estas espadas
son conocidos en Acinipo (Ronda, Málaga) y Peña Negra de
Crevillente (Alicante). Por cierto, que en este último lugar
aparecen junto a moldes de hachas de apéndices laterales, que
también conocemos en otros sitios como Verdolay. Por supuesto, como
es bien sabido, espadas, fíbulas y hachas, forman parte, junto con
otros objetos, de la iconografía de las estelas decoradas del S.O.
cuyos ejemplares considerados más antiguos se atribuyen a una
cronología del s. XI a.C.
Continuando
con la evidencia arqueológica procedente de Occidente, hay que citar
los cincuenta fragmentos de vasos a torno en contextos del Bronce
Final en Andalucía (1.300-920 a.C.), entre soportes de carrete y
recipientes contenedores.
De
finales del segundo milenio es el colgante de coralina de tipologia
chipriota encontrado en Los Castillejos (La Granjuela, Córdoba), un
elemento más que nos habla de los contactos con el Mediterráneo
oriental. Al igual que la orfebrería de este periodo, en la que se
ha reconocido un sistema de pesos minorasiatico, que aparece también
en Cerdeña, y que era utilizado en la costa de Siria y Chipre.
No
deja de ser curioso que a partir de la desaparición de Ugarit, en el
Heládico Final III C (1.225-1.125) estos materiales sigan llegando
al lejano Occidente, lo que indirectamente apoyaría la hipótesis de
unas precedentes navegaciones chipriotas y ugaríticas hacia la
Península Ibérica, reemplazadas luego por las que emprendieron los
fenicios de Tiro.
Precisamente,
los hallazgos procedentes de Palaepaphos-Skales en Chipre han
documentado un impresionante número de importaciones fenicias
durante el siglo XI a.C. Puesto que las importaciones chipriotas en
la costa fenicia son aún escasas durante estas fechas hasta que se
hacen más abundantes a comienzos del siglo X a.C., la iniciativa de
estos contactos intensos parece corresponder a los fenicios.
Como
muy bien ha captado López Pardo “El empeño de algunos por situar
en el siglo IX a.C., la colonización fenicia de Chipre, parece poco
convincente. La historia de Kition remonta a comienzos del siglo XII
y no al X a.C. como se venía sosteniendo, y la vemos constituida en
una ciudad plenamente fenicia desde comienzos del primer milenio.
Parece
incongruente que se feche a mediados del siglo IX a.C. la fundación
de la colonia tiria de Kition y que por otro lado, se señale que el
rey Hiram de Tiro (mediados del siglo X a.C.) tenga que sofocar un
alzamiento de los Kiti cien años antes”.
Continuará...
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