Serapis
(nombre egipcio User-Hep) era una deidad sincrética a la que
Ptolomeo I Sóter declaró patrón de Alejandría y dios oficial de
Egipto y Grecia con el propósito de vincular culturalmente a los dos
pueblos. El Serapeum de Alejandría o Serapeo fue un monumental
santuario para el culto a Serapis, fundado en el año 300 a.C. por
Ptolomeo.
Según
un texto de Tácito, Serapis fue el dios de la cercana población de
Racotis antes de que formara parte de la gran capital de Alejandría.
La estatua de Serapis que se hallaba en el Serapeo de Alejandría,
era de tipo griego. Allí aparecía con los atributos icónicos de
Hades, coronado con el modius (una cesta o medidor de grano) emblema
del inframundo, portando un cetro; a sus pies el can Cerbero y una
Serpiente.
Serapis
integra las divinidades Osiris y Apis egipcias, cuyo culto se
asociaba con los dioses griegos Zeus y Hades. Ptolomeo lo hizo señor
tutelar de Alejandría en una magistral operación política,
consiguiendo que tanto los egipcios más tradicionalistas como la
población griega más o menos nueva aceptaran a este dios
representado como un hombre con barba, sedente y con una especie de
cesto en la cabeza.
Según
Plutarco, Ptolomeo robó la imagen en Sinope (actual Turquía, ciudad
situada a orillas del mar Negro, frente a las costas de Crimea)
cuando este dios desconocido le ordenó, en sueños, que lo llevase a
Alejandría; aunque probablemente el origen sobrenatural del nuevo
culto fue propagado desde los templos oficiales establecidos en la
ciudad. Cuando la imagen llegó a Alejandría, dos sacerdotes,
expertos en asuntos religiosos, determinaron que se trataba de
Serapis. Los consejeros fueron escogidos por Ptolomeo; uno de ellos
era Timoteo, uno de los eumólpidas, una antigua familia de entre
cuyos miembros se había escogido a los hierofantes de los misterios
eleusinos desde tiempos inmemoriales. Ningún griego podía haber
ofrecido una prueba de autenticidad más resonante. El otro era el
erudito sacerdote egipcio Manetón.
Puede
que el relato de Plutarco no se ajuste a los hechos; algunos
estudiosos sostienen que la adscripción de la estatua a Sinope es en
realidad una deformación del nombre Sinopeion o "lugar de
Apis", un nombre dado a la colina donde se emplazaba el Serapeo
de Saqqara, junto a Menfis. No se duda, sin embargo, de que haya sido
Ptolomeo Sóter quien fijó la iconografía para el dios de la nueva
capital de Egipto, a quien se asoció con Isis y Harpócrates
configurando una tríada.
El
Serapeum de Saqqara o Serapeum de Menfis, es la necrópolis
subterránea, situada al norte de Saqqara, donde se enterraron los
sagrados toros Apis. El nombre Serapeum fue dado por Estrabón, al
asociar Apis a Serapis.
La
veneración del toro Apis está atestiguada, según la Piedra de
Palermo, desde la Dinastía I. Fue adorado en Menfis, mientras vivía,
como la encarnación del Ka de Ptah, dios creador, pero al morir se
le asimilaba a Osiris, el dios de la resurrección. Se le llamó «El
heraldo de Ptah». Los enterramientos rituales del toro Apis tuvieron
su apogeo tardíamente, al morir un toro Apis se iniciaba un largo y
complejo ritual, el cual permitiría al toro renacer. Estos toros
sagrados fueron enterrados en sarcófagos, elaborados con bloques
pétreos monolíticos.
Se
entiende que el nombre Serapis deriva del nombre egipcio Userhapi,
contracción de Osiris-Apis, la asimilación se percibe claramente en
una inscripción bilingüe de la época de Ptolomeo IV Philopator
(221-204 a.C.) y más adelante. Sin embargo, se ha afirmado que la
existencia paralela de los nombres de Sarapis y Osorapis (Userhapi)
apunta a un origen independiente para el primero; pero los dobletes
como Petisis-Petsis, son comunes en los nombres egipcios helenizados.
La
forma más correcta suele ser la posterior, hallada en documentos
redactados por griegos relacionados estrechamente con los egipcios,
mientras que la menos exacta es la forma tradicional, empleada por
los griegos puros en textos literarios, corrompida por su escaso
conocimiento de la cultura egipcia. Así, Sarapis sería la forma
literaria y oficial del nombre; podría ser la tradicional, fechada
quizás en el reinado de Amasis o a partir del período Persa.
Sabemos que en tiempos de Heródoto y aún antes, el descubrimiento
de un nuevo buey Apis era ocasión de regocijo universal, mientras
que su muerte la de luto universal. El antiguo Serapeo (Puserhapi) y
el nombre de Userhapi serían casi tan familiares a los primeros
viajeros griegos en Egipto como lo eran los de Apieum y Apis.
El
dios patrono de Alejandría obtuvo rápidamente un lugar destacado en
el mundo griego. Las representaciones humanas de Isis y Horus fueron
fácilmente adaptadas a la imaginería griega, mientras que Anubis
fue aceptado gracias a la imagen clásica griega del can Cerbero. El
culto de Serapis, junto con Isis, Horus y Anubis, se propagó a lo
largo del mundo helenístico, alcanzando también a Roma. El ejército
romano de Alejandro Severo (quien aparece en algunas monedas frente a
una imagen de Serapis) llevó el culto de esta deidad hasta los
últimos confines del Imperio. El culto de Serapis se convirtió así
en uno de los principales de Occidente, conservando popularidad hasta
los tiempos de Juliano el apóstata. La destrucción del Serapeo de
Alejandría y de su famosa imagen en el año 391-392 d.C., tras el
decreto de Teodosio, marcó el declive final del paganismo en todo el
Imperio.
Serapis
fue adorado, principalmente, como dios de la curación. Sus templos
estaban vinculados a concurridos oráculos que interpretaban los
sueños.
Continuará...
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