El
culto del dios-serpiente Glykon fue creado a mediados del siglo II
d.C. por el profeta griego Alejandro de Abonuteicos, en el Ponto,
actual Inebolu (Turquía).
Inebolu
inicialmente se llamaba Ionopolis, dada su ubicación jónica, con el
tiempo el nombre se metamorfoseó en Inepolis y luego en Inebolu.
Alejandro
de Abonuteicos fue un taumaturgo griego de Asia Menor que vivió en
la época del emperador Marco Aurelio. Alejandro se autoproclamó
profeta de su dios serpiente Glykon. Tuvo que reunir muchos archivos
para los que se emitieron oráculos, respuestas por escrito e
interpretadas por exégetas. Por cada oráculo se cobraba un dracma y
dos óbolos y llegó a hacerse inmensamente rico.
En
Roma logró que cambiaran el nombre de su ciudad por Ionopolis
(ciudad de la serpiente), en honor de Glykon. Antonino Pío rebautizó
la ciudad de su culto, Abonuteicos, como Ionopolis. Durante los
eventos de Antonino Pío, Caracalla y Maximino el Tracio, se acuñaron
las monedas cuyo motivo era la serpiente que daba oráculos. El culto
siguió después de la muerte de Alejandro pero ya sin el oráculo.
El
escritor Luciano de Samosata (120-190 d.C.) en su trabajo titulado
“Alejandro o El Falso Profeta”, contaba que Alejandro llevó a
esa ciudad un huevo de serpiente tomado de Macedonia y creó el
nacimiento de un dios con esta forma. Luciano, quien proporciona la
única referencia literaria sobre esta deidad, afirma que Glykon fue
creada a mediados del siglo II por Alejandro de Abonuteicos, a quien
él llamaba el "monje-oráculo" como un fraude, y decía
que Glykon era supuestamente una marioneta.
El
culto se originó probablemente en Macedonia, donde los cultos
similares hacia serpientes habían existido durante siglos. Los
macedonios creían que las serpientes tenían los poderes mágicos
relacionados con la fertilidad y tenían una rica mitología sobre el
tema, por ejemplo la historia de la inseminación de Olimpia por Zeus
disfrazado de serpiente.
Inicialmente,
el culto no adoró a una abstracción o un espíritu de una culebra
sino a una serpiente real, física, de la que se decía que
corporeizaba al dios. De acuerdo con la mitología del culto, sería
una nueva encarnación de Asclepio.
Cuando
la gente se reunía por la noche en el mercado de Abonuteicos, se
suponía que tenía lugar la encarnación, Alejandro abría un huevo
de oca, revelando la presencia del dios en su interior. En una
semana, Glykon creció hasta el tamaño de un hombre con cabeza de
león y pelo largo rubio. La figura que se corresponde con esta
descripción era por lo visto una marioneta que aparecía en el
templo. En algunas referencias, Glykon era una serpiente amaestrada
con una cabeza de marioneta.
Como
ocurría en anteriores cultos macedonios y helenos a las serpientes,
el objeto del culto en el templo estaba en la fertilidad. Las mujeres
estériles le llevaban ofrendas a Glykon con la esperanza de volverse
fértiles. Se creía también que era el dios de la protección
contra la peste. El culto de Glykon se había difundido más allá
del ámbito egeo. Una inscripción de Antioquia de esa fecha registra
un dicho: "Glykon nos protege de la peste", "Phoebus
de largas trenzas disipará la nube de peste", que
coincide con la descripción que tenemos de Luciano.
También
el gobernador de Asia, Publius Mummius Sisenna Rutilianus, se declaró
protector del oráculo de Glykon, y más tarde el gobernador se
casaría con la hija de Alejandro.
Según
Luciano, otro gobernador romano de Capadocia, fue guiado por el
oráculo de Glykon a su muerte en Armenia, e incluso el mismo
Emperador no fue inmune al culto, Marco Aurelio solicitó profecías
de Alejandro y su dios-serpiente.
El
culto de Glykon se extendió en la vasta área entre el Danubio y el
Éufrates. Empezando tardíamente en el reinado de Antonino Pío y
continuando en el siglo III, las monedas romanas oficiales fueron
acuñadas en honor de Glykon, lo que atestigua su popularidad.
Aunque
el culto perdió todos los seguidores por la muerte de su líder
hacia el año 170, perduró por lo menos unos años más,
incorporándose a Alejandro en la mitología como nieto de Asclepio.
Algunas
evidencias indican que el culto aún existía en el siglo IV.
Determinadas supersticiones residuales originadas alrededor del culto
a Glykon, han sido detectadas en la actualidad por algunos
investigadores. A comienzos de los 70, unos cazadores fueron
alertados sobre una serpiente mágica en las colinas próximas a
Inebolu el nombre moderno de Ionópolis, y el escritor ocultista Alan
Moore se declaró devoto de Glykon.
Fuente:
La serpiente en el mundo antiguo - Ana María Vázquez Hoys, Boletín
de la Asociación de Amigos de la Arqueología nº14, Madrid.
No hay comentarios:
Publicar un comentario