EL CAMINO DE LAS OCAS Y EL CAMINO DE LAS ESTRELLAS.
Hay varias corrientes del origen del juego, la Oca es un animal simbólico en casi todas las culturas antiguas:
En Egipto, la frase “de oca a oca” la utilizaban para expresar el tránsito desde la muerte al nuevo nacimiento, se han encontrado pinturas de las que del pecho de algún faraón salen estos animales. Hace poco en las excavaciones de Luxer un grupo de arqueólogos han descubierto un extraño juego de mesa junto a la tumba de dos nobles de unos 3.500 años, tiene alguna similitud con el juego de la oca, el hallazgo formaba parte de un ajuar funerario y tenía varias piezas de marfil, el juego al parecer se llamaba “Sente”.
En Grecia, a la oca se la consideraba un buen vigilante, el mejor soldado, representaba para los helenos la exteriorización de la fuerza espiritual, con la que dotaban los dioses a los seres humanos para poder enfrentarse con la vida. Algunos remontan el origen del juego al asedio de Troya.
En Roma, era el animal que protegía las casas, pues alborotaba en exceso con la presencia de algún extraño, considerado sagrado y benéfico.
Para los Celtas, la oca tenía un significado muy especial, mágico, el mensajero de otro mundo, con sus plumas hacían amuletos contra los espíritus impuros. Los druidas veían en la oca un símbolo metafórico del camino de la perfección que toda persona debía seguir para alcanzar el paraíso.
Las ocas salvajes, tienen recorridos migratorios estacionales, definiendo los llamados caminos de las Ocas. Estos recorridos, coinciden con el Camino de Santiago o Camino de las Estrellas. Antiguamente, los peregrinos que iban a Santiago, no disponían de guías o mapas, por lo cual cabe pensar que se guiaban recorriendo de día el Camino de las Ocas y de noche el Camino de las Estrellas.
Desde que se popularizara en Francia e Italia en los siglos XVII y XVIII, el Juego de la Oca se ha identificado con la propia vida del ser humano, llena de pruebas y dificultades, recompensas y atajos, como los que pueblan las 63 casillas del tablero. Los investigadores en la tradición también han ido más allá, al asociar el juego de mesa con los templarios, los saberes arcanos, el tarot y las fuentes esotéricas o el propio Camino de Santiago, en el que se dan cita, en su vertiente más mágica, los anteriores elementos.
«En el Juego de la Oca , como en la vida y en el Camino de Santiago hay un peregrinaje, un recorrido que se hace, o se hacía, una vez en la vida y que llevaba a la gente a reconvertir su existencia, a cambiar de hábitos y entrar en un mundo nuevo», relata el etnógrafo zamorano Joaquín Díaz, para quien «siempre se ha unido el Camino, que tiene muchos lugares que se refieren a las ocas, con el juego», aunque no haya una razón «clara» para ello.
Sin embargo, el arquitecto e investigador lucense Carlos Sánchez-Montaña, especialista en la arquitectura romana de la época de César Augusto y en el trabajo de Agripa y Vitrubio, sí está «convencido» de la claridad de esa conexión, que entronca el ‘Juego de la oca’ con el Camino de Santiago o, según sus teorías, más bien con la ruta que lo precedió y de la que hoy apenas queda constancia en la sabiduría popular: el Camino de las Estrellas, de la Vía Láctea , del dios romano Jano, del celta Lugh o del sumerio Anu, en definitiva, del conocimiento y la iluminación.
«Según mi interpretación, el tablero es una carta geográfica, lo que hoy podemos entender como una guía de viaje, que permite realizar el antiguo ‘Callis Ianus’, el Sendero de Jano», explica Sánchez-Montaña, convencido de que esta ruta, que unía Oriente y Occidente, Asia Menor y Finisterre, ya se conocía en la cultura sumeria hace 6.000 años, y posteriormente «en la egipcia y en la celta».
Una vez que Roma controla prácticamente el mundo conocido, hacia el siglo I. a. C, César Augusto y su hombre de confianza, Marco Vipsanio Agripa, «ponen en valor» la antigua ruta, una línea recta que une Éfeso con el cabo de Touriñán, el extremo más occidental de la Península Ibérica , pasando por Roma.
Así, el general Agripa, «a través de un conocimiento cartográfico, matemático y arquitectónico del territorio», basado «en las normas de Vitrubio», diseña «el decumanus más grande del imperio», cuya calzada aún se conserva en puntos de «Cataluña, Galicia, Navarra o Castilla y León, en esta última en la provincia de León», señala el arquitecto lucense.
Calzadas.-
En la antigua Hispania, el ‘Callis Ianus’ comenzaba en el Cabo de Creus –el punto más oriental de la Península Ibérica- y terminaba en el ‘Ara Solis’, el altar del sol, de Touriñán, tras pasar por la ciudad sagrada de Augusto, Lucus Augusti, la actual Lugo. En total, y según la matemática de Vitrubio aplicada por Sánchez-Montaña, la ruta estaba compuesta por «63 etapas de 15 millas cada una», que se corresponden «con las 63 casillas del ‘Juego de la oca’».
Ante la progresiva «cristianización» y «transformación» del sendero pagano en el Camino de Santiago, «con el apoyo por parte de los francos, las órdenes de Cluny y el Císter y Roma», los que lo conocen deciden conservarlo codificado «en el juego». Carlos Sánchez-Montaña identifica a estos conservadores con «el gremio de constructores».
Para que los peregrinos llegaran sanos y salvos a su destino, los autores incluyeron en él una serie de pruebas o peligros, identificados, según Sánchez-Montaña, con lugares reales difíciles de atravesar, algunos de ellos ubicados en Castilla y León. La prueba del pozo, «el punto medio de toda la ruta», se sitúa, según el arquitecto, muy cerca de Leciñana del Camino y el Dolmen de la Mina , en Álava, pero «muy próxima a Castilla León». El laberinto podría ubicarse «en las cercanías de Cardaño de Abajo (Palencia), ya que esas rutas entre montañas son un laberinto de valles y gargantas en los que era fácil perderse». La ruta romana, y del ‘Juego de la oca’, en Castilla León sigue por «Quintanilla de las Torres, Cervera de Pisuerga, Crémenes, Villamanín y Villablino, y entra después en el sur de Asturias y en Galicia», señala Carlos Sánchez-Montaña, quien asocia la prueba de la cárcel con Los Ancares, entre El Bierzo (León) y Lugo, «donde los peregrinos podían penar sus culpas trabajando en las minas».
Fuente: Daniel G. Rojo www.icaljacobeo.es
A principios del siglo XX se descubrió en las ruinas de un palacio de Creta“El Disco de Phaistos”, un disco de arcilla que data del año 2.000 a .c., en ambas caras hay dibujadas sendas espirales divididas en 30 ó 31 casillas, donde se aprecian 8 pájaros que bien podían ser ocas, lo más antiguo y parecido al juego ¿Puede ser el origen?
Curiosamente, los Caballeros de la Orden del Temple, tenían prohibido jugar a cartas o dados, en los ratos libres en las cruzadas solían jugar con la “Concha Nautilus”, esta concha está dividida en 63 segmentos, las mismas casillas que tiene el juego de la oca.
Un jeroglífico donde los símbolos eran conocidos por los iniciados en la orden, indistintamente del idioma que hablasen. Los Templarios compartían los mensajes ocultos con los maestros constructores, que realizaban sus obras dejando símbolos que luego los reconocerían y marcaban las ubicaciones en el juego de la oca.
El tridente o Pata de Oca era el símbolo más conocido en el Camino de las Estrellas, la Vía Láctea o Camino de Santiago.
La ciudad de Zaragoza fue la primera fundada siguiendo el eje que une Éfeso, Roma y el Cabo de Creus (axis mundi). El Codex Callis Ianus explica que el cardo de las ciudades romanas enlazaba con el solsticio de verano. La pata de oca [en la foto] enlaza, según una simetría, con el solsticio de invierno, llamado popularmente Navidad.
El símbolo de la Pata de la Oca , ha perdurado a través de los tiempos en diferentes manifestaciones. Un buen ejemplo es el símbolo adoptado por el movimiento Hippy, basado en la pata de la Oca.
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