Nave Griega
En
el segundo milenio a.C. la navegación en el Levante mediterráneo
utilizaba barcos en tal número que se citan hasta 28 tipos
diferentes en Ugarit, algunos de ellos con anclas de piedra de hasta
600 kg. de peso, propias para un desplazamiento de más de 400
toneladas. Aunque los cascos fueran de tablas cosidas y trenzados con
cuero, hay que suponer una organización estable de los artesanos
constructores, localizados en unas zonas determinadas.
Del
s. XIV a.C. datan los “gaulos” canaaneos. Los grandes barcos de
juncos que habían nacido en el río Eufrates navegaron luego el
Orontes y llegaron a Karkemis y Ugarit. La construcción con juncos
ligados (‘tk) requería una pericia especial para que el casco no
se desligase en el agua. Hay que tener en cuenta que sólo con el
apriete de las ligaduras se consigue que el casco tenga la rigidez de
una sola viga. La misma pericia utilizaban los carpinteros de la XII
dinastía egipcia que los de la Polinesia actual.
Pero
los que navegaron en las aguas abiertas del Mediterráneo preferidas
por su seguridad, tuvieron que usar maderas cosidas para alcanzar los
portes de hasta 500 toneladas, y en cuya amplia bodega se embarcaban
reses (tumba de Kenamon) o “12 yeguas y 300 ovejas” (Odisea XXI,
15-25).
La
construcción con maderas ligadas exigía otras técnicas más
elaboradas. En el barco de Keops, las gruesas tracas del forro se
alineaban con espigas, las juntas se tapaban con listones y el
conjunto se ligaba con cuerdas bien prietas para impedir el
deslizamiento. Las juntas del forro se tallaban con especial cuidado
para dotarlo de una resistencia estructural a la cizalla, y se añadía
una eslora central que hacía funcionar el casco como una sola viga.
Unos
cálculos simples prueban la eficacia de esta construcción, era tal
que el barco de Keops sólo tomaría una flecha de flexión en la mar
del orden del doble que una fragata inglesa del s. XVIII.
Estos
“barcos grandes” (má-gal) o “barcos de ultramar” (anyt-ym)
estaban construidos por “carpinteros de barcos” (hrs-anyt), con
gran arrufo y francobordo “cóncavas naves”, con sus juntas
selladas por calafates (ma-ra-te-we), con baos de cubierta, y
embarcaban unos veinte marineros que manejaban nueve remos
(auxiliares) y un mástil con cofa de rejilla y una vela cuadra, con
una espadilla, y un ánfora-fanal en la proa, para navegar de noche.
Estos
“gauloi” tocaban los puertos del Levante más activos: Biblos o
Ugarit (Canaán) - Enkomi(Chipre) - Mersin (Turquía) - Rodas - Creta
- Mersa-Matruh (Africa) - Delta del Nilo - Ascalon, Akko, Tiro
(Canaán).
Los
gauloi canaaneos acabaron su vida en la crisis del 1200 a.C. y la
invasión de las costas de Levante por “los pueblos del mar”. A
Ugarit le suceden Tiro y Sidón y se funda Kytion en Chipre, como
centros de una nueva expansión colonial ultramarina.
Los
nuevos “gauloi” Fenicios (600 a.C.) tienen aún mayor porte que
los anteriores, gobiernan con dos espadillas y añaden una vela de
artimón caída hacia proa, cierran la bodega con una cubierta y
refuerzan el casco con gruesas cintas.
Apiano
de Alejandría (s. II) recoge un relato de Polibio (203-120 a.C.) que
describe los puertos de Cartago, justo antes de que Roma los
destruyera:
“Los
dos puertos se comunicaban entre sí, y la única entrada desde el
mar, con 70 pies de ancho, se cerraba con cadenas de hierro. El
primer puerto era de barcos mercantes, y acogía a naves de todos los
aparejos. En el segundo puerto había una isla, y grandes muelles se
disponían alrededor de la isla y del perímetro del puerto, a
intervalos. Estos embarcaderos estaban llenos de astilleros, que
tenían capacidad para 220 barcos. Además de ellos había almacenes
para los aparejos y los pertrechos.
Delante
de cada dique había dos columnas jónicas, lo que daba al conjunto
la apariencia de un pórtico continuo tanto a la isla como al puerto.
En la isla estaba la casa del almirante, desde la que se daban las
señales con trompetas, los heraldos daban órdenes y el almirante
supervisaba todo. La isla estaba cerca de la entrada del puerto y se
elevaba a considerable altura, de modo que el almirante podía ver
todo lo que ocurría en la mar, mientras que los que llegaban por mar
no veían lo que había dentro. Ni siquiera los barcos mercantes que
entraban podían ver todo el puerto a la vez, ya que los rodeaba una
doble muralla y había puertas por las que los barcos mercantes
podían pasar desde el primer puerto a la ciudad sin atravesar los
arsenales. Así era Cartago en aquellos tiempos.”
Los
hallazgos arqueológicos de cascos que por estar enterrados en fondo
han resistido, revelan que por lo menos desde el siglo V a.C. al IV
d.C. los barcos greco romanos se construían “sobre forro”,
sujetando sus tracas con mortajas y espigas, y las cuadernas se
ponían después.
La
nave “Argo” (construida por Argos) medía 22-25 m., a bordo
llevaban las “falangia”, rodillos de madera para hacer las
varadas. Alrededor del 800 a.C. se incorpora el espolón, y aparece
la necesidad de lograr una cierta velocidad para clavarlo. Se crea
así la “pentecóntora”, de 38 x 4 m., con 50 remos, cada uno con
un solo remero, 25 remos por banda.
Para
aumentar aún la velocidad se crea la birreme, en 700 a.C, que es
posible gracias a montar una hilera de remeros arriba con unas
chumaceras externas (fuera de borda). Empleaba 100 remeros,
dispuestos en 2 hileras de 25 por banda.
La
birreme griega era heredera de las naves de Egipto y Asiria, y de los
Fenicios, que usaron birremes de 30 x 5 m. entre 1500-1000 a.C.
Para
fijar las tracas con sus chavetas se usaban cabillas de madera
cilíndricas, a las que se les hacía un corte diametral en los
extremos para meter unas cuñas de acacia o de ciruelo que las
apretaban en sus agujeros, de modo que quedaran cruzadas con la veta
de la madera. Las tracas del casco se armaban sobre plantillas
externas para conseguir la forma simétrica.
La
evolución tecnológica culmina en la trirreme (“triera”), 650
a.C. que añade una tercera hilera de remos en una “apostis”, y
llega a montar 170 remos. La eficacia de esta solución, y lo
sencillo de su construcción, la convierten en la nave estándar para
el 500 a.C. algo así como el navío de 74 cañones del s. XVIII.
Debieron
de existir barcos monstruosos, grandes y raros, como el que comenta
Pausonias: ...“no conozco ningún constructor que haya ganado al
barco de Delos, con sus 9 bancos de remos debajo de la cubierta”.
Sin
embargo, tenemos que pensar que no hubo astilleros especiales para
hacer estos barcos especiales. Un problema esencial para un astillero
es la madera que necesita, y de donde le llega.
Estrabón
comenta que no sólo hace falta que haya madera sino también los
ríos por donde debe bajarse hasta la costa, donde están los
astilleros.
La
importancia del suministro de madera ha sido una constante en la
historia de la construcción naval. Tucídides relata que “quemaron
en Caulonia las maderas que habían preparado para construir los
barcos de Atenas” (como los ingleses hicieron con los toneles para
la armada de Felipe II en Vigo, y dos siglos después en La Habana, o
los franceses en Cantabria).
Así
también encontramos que en Alexandria Troas (Anatolia) se fortificó
un recinto de 2500 x 1700 m. para acoger el puerto, los astilleros y
refugiar los barcos. Y lo mismo se fortificaron Oniadai y Sunion,
tanto por la construcción de naves como para almacenar la madera
necesaria para ello.
Fuente:
Arqueología Subacuática. Conferencia por Francisco Fernández
González, Catedrático de Construcción Naval, UPM- Cartagena, 21-11
2000
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