La columna, que forma parte de un trípode de sacrificios de la Antigua Grecia, originariamente se encontraba en Delfos y fue trasladada a Constantinopla por Constantino I el Grande en el año 324.
La columna, de ocho metros de alto, contaba con tres cabezas de serpientes que permanecieron intactas hasta fines del siglo XVII. Una de ellas se exhibe actualmente en el cercano Museo arqueológico de Estambul.
La Columna de las Serpientes es de los tres objetos de la Grecia y Roma antiguas (su origen se remonta a hace unos 2.480 años) que se mencionan más extensamente en la literatura y que aún perduran en la actualidad. Junto con el trípode de sacrificios y el cuenco de oro originales (ambos desaparecidos hace tiempo), formaba parte de un trofeo u ofrenda dedicada a Apolo en Delfos. Dicha ofrenda se realizó en la primavera del año 478 a.C., varios meses después de la derrota del ejército aqueménida en la batalla de Platea (agosto de 479 a.C.) a manos de las ciudades estado griegas, que se habían aliado para repeler la invasión persa a la Grecia continental.
Entre los escritores antiguos que hacen alusión a la Columna se puede encontrar a Heródoto, Tucídides, el pseudo-Demóstenes, Diodoro Sículo, Pausanias, Cornelio Nepote y Plutarco.
Tras la batalla de Platea, el último combate correspondiente a las Guerras Médicas, los griegos construyeron una columna de bronce con tres serpientes entrelazadas (en griego: Τρικάρηνος Όφις Serpiente de tres cabezas), cuyos cuerpos formaban la columna, para conmemorar la participación de las 31 ciudades estado griegas en la batalla.
Según Heródoto, la columna de bronce se construyó utilizando armas persas fundidas. Dichas armas también se emplearon para construir un trípode de oro. El monumento se dedicó en su totalidad a Apolo y se situó junto al altar del dios en Delfos, sobre una base de piedra (un capitel bizantino invertido).
Tras describir la victoria griega en 479 a.C. en Platea, Heródoto hace un recuento del botín conseguido, que efectúan los hilotas (siervos espartanos), quienes habían tomado parte en la batalla, y posteriormente registra la decisión griega de dedicarle una ofrenda a Apolo en Delfos:
“Una vez reunido el botín, una décima parte fue apartada para el dios de Delfos y, para acoger la ofrenda, se fabricó el trípode dorado que se alza sobre la serpiente de tres cabezas más cercana al altar”.
En el mismo capítulo, Heródoto cuenta que se efectuaron otras ofrendas a Zeus en Olimpia y a Poseidón en el istmo de Corinto. Resulta significativo que se diera preferencia a Apolo en Delfos, a pesar de la ambigüedad de las respuestas del oráculo sobre el resultado de la guerra y de la sospecha de medismo de Delfos.
En su Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano (1776-89), Edward Gibbon menciona la Columna de las Serpientes en los capítulos 17 (sobre la fundación de Constantinopla) y 68 (sobre la entrada triunfal de Mehmed II, quien conquistó la ciudad el 29 de mayo de 1453):
“El Circo o Hipódromo era un edificio majestuoso de unos 400 pasos de largo y 100 de ancho. El espacio entre ambas metas u objetivos se hallaba cubierto de estatuas y obeliscos; y sin embargo podemos destacar una pieza antigua muy particular: los cuerpos de tres serpientes retorcidos en forma de un pilar de metal. Las tres cabezas sostuvieron alguna vez el trípode de oro que, tras la derrota de Jerjes, fue consagrado en el templo de Apolo en Delfos por los griegos victoriosos”. (cap. 17)
“A partir de la primera hora del memorable 29 de mayo, los disturbios y saqueos reinaron en Constantinopla, hasta la octava hora del mismo día, cuando el mismísimo Sultán cruzó triunfante la puerta de San Romano. Era asistido por sus visires, bajás y guardias, cada uno de los cuales (según un historiador bizantino) era tan robusto como Hércules, hábil como Apolo, e igual en batalla a diez hombres de la raza de comunes mortales. El conquistador miró largamente, satisfecho, y se maravilló de la extraña aunque espléndida apariencia de los domos y palacios, tan disímiles del estilo arquitectónico oriental. En el Hipódromo, la columna retorcida de las tres serpientes atrajo su mirada y, como prueba de su propia fortaleza, hizo añicos con su mazo de hierro o hacha de batalla una de las mandíbulas inferiores de los tres monstruos, que según los turcos eran ídolos o talismanes de la ciudad”. (Gibbon, cap. 68)
La accidentada historia del monumento tras su traslado a Constantinopla puede reunirse a partir de varias fuentes. Según W. W. How y J. Wells, un emperador posterior la convirtió en una fuente de tres bocas, a partir de 1.422 la vieron y describieron varios viajeros, y fue derribada en 1.700, momento en que se rompieron las cabezas de las serpientes.
Marcus N. Tod afirma que en 1.630 se elevó el nivel del suelo, por lo que la inscripción del monumento quedó oculta.
En 1.855 se excavó la base de la columna bajo la supervisión de C. T. Newton, revelándose quince anillos de las serpientes que estaban enterrados y la inscripción, que comienza en el anillo trece y termina en el tres.
El mensaje fue descifrado por C. Frick en 1.856, por Fabricius en 1.886, y por otros con posterioridad. En el anillo trece de la inscripción lacónica figura «Aquellos quienes hicieron la guerra», seguida en los anillos doce a tres por los nombres de treinta y un ciudades estado. La lista incluye ocho ciudades que Heródoto (Libro 9.28) no menciona como presentes en la batalla de Platea, y excluye a Pale, en Cefalonia, a la que el historiador sí había incluido.
El geógrafo Pausanias enumera los nombres en la ofrenda a Zeus en Olimpo, donde se excluyen cuatro de las ciudades grabadas en la Columna de las Serpientes. Tal vez esto se deba a un simple descuido por parte de algún escriba. Pese a que los nombres de las ciudades grabados en la columna no incluyen a otros mencionados por Heródoto como partícipes de la guerra, queda claro que el monumento está relacionado con las Guerras Médicas como un todo, y no sólo con la batalla de Platea. Los anillos doce y trece fueron marcados y abollados por golpes de sable, lo que hizo que la inscripción fuera difícil de descifrar.
La dedicación que Diodoro afirma fue compuesta por Simónides no ha sido hallada. Una de las cabezas de serpiente, a la que le falta la mandíbula inferior, se encuentra en el Museo arqueológico de Estambul.
Pausanias señaló que, aproximadamente un siglo después, los focidios utilizaron el trípode de oro para financiar a la milicia durante la guerra sagrada que involucró al Oráculo de Delfos.
Constantino I trasladó la Columna de las Serpientes a Constantinopla para decorar la parte central del Hipódromo, lugar donde aún se encuentra en la actualidad.
La parte superior de la columna estaba adornada con un cuenco de oro, sostenido por las tres cabezas. El cuenco fue destruido o robado durante la Cuarta Cruzada. Muchas miniaturas otomananas muestran que las cabezas estaban intactas en las primeras décadas posteriores a la conquista turca de la ciudad.
Ahmed Bican, de Galípoli, produjo una pequeña descripción de la Columna en su Dürr-i Meknûn, escrito en tiempos de la caída de Constantinopla. Allí afirma que es un adorno hueco, de bronce, con serpientes entrelazadas, de tres cabezas, y que para los ciudadanos era un talismán que protegía de las mordeduras de serpientes.
De cincuenta a cien años después de la conquista turca de Constantinopla, se documenta que la mandíbula de una de las serpientes estaba perdida. Pese a la leyenda de que Mehmed II, tras ingresar en la ciudad tras conquistarla, habría destrozado parte del monumento, dicha historia es apócrifa. El Nusretname (El libro de las victorias), de Silahdar Findiklili Mehmed Aga, señala que las cabezas se cayeron durante la noche del 20 de octubre de 1.700. Algunas partes de las cabezas recuperadas actualmente se exhiben en el Museo arqueológico de Estambul.
Miniatura otomana perteneciente al Surname-ı Vehbi. En la misma puede apreciarse la Columna con sus tres cabezas de serpiente durante una celebración en el Hipódromo en 1.582.
Fuente:https://es.m.wikipedia.org/wiki/Columna_de_las_Serpientes
No hay comentarios:
Publicar un comentario