¿Será la explicación de la existencia del mundo invisible e intangible?
La mayor parte de los estudiantes de metafísica y de ocultismo, tarde o temprano, llega a interesarse en la posibilidad de la existencia de una cuarta dimensión; cuando este interés se despierta, se convierten ellos en investigadores entusiastas que buscan mayores conocimientos con respecto a esta dimensión.
El interés en este asunto desarrolla en cada estudiante un concepto muy elevado de la índole maravillosa de la cuarta dimensión, la sola idea de esta dimensión va desarrollando y revelando gradualmente un mundo grande y misterioso que él no ha podido comprender.
A medida que el estudiante continúa sus meditaciones y análisis, se va desarrollando en él, una admiración todavía mayor por la naturaleza y manifestación de esta cuarta dimensión, y parece que la uniera a las otras tres para representar los cuatro grandes métodos fundamentales para analizar la existencia de las cosas de este mundo.
Sin embargo, el estudiante rara vez comprende que al concebir las cuatro dimensiones, está en realidad comprendiendo dos grandes símbolos de la ley Cósmica: el triángulo y el cuadrado.
El triángulo representa las tres dimensiones que nos son familiares; a saber: largo, ancho y profundidad. Esta trinidad de dimensiones, enseñada a nuestra conciencia objetiva desde la infancia y a través de toda la vida, se convierte en la vara de medir de nuestra comprensión objetiva. Es sólo cuando el individuo se interesa en asuntos místicos u ocultos cuando llega a comprender que hay una cuarta dimensión. Desde ese momento, él cambia su triángulo de medidas por un cuadrado, porque entonces dispone de cuatro dimensiones para su consideración, en lugar de tres.
Por desgracia, al cambiar el estudiante el triángulo por el cuadrado, convierte las cuatro dimensiones en una nueva norma o unidad de medida, para juzgar y medir las manifestaciones del universo entero.
Al proceder así, limita él su habilidad para analizar las cosas que lo rodean y se engaña porque cierra los ojos y la conciencia a una porción considerable de cuanto existe.
En nuestra infancia y juventud se nos enseña algo que al ser adultos se convierte en una ley para nosotros; a saber: que todo aquello que no podemos ver o sentir o gustar o medir por medio de las tres dimensiones, no existe. Esta creencia constituye la formación material y objetiva de nuestras experiencias humanas.
Según esa norma, el alma no existiría, ni existiría la conciencia, ni la energía divina, ni el espíritu universal; y en realidad parecería que no existiera el Dios del universo, ya que todas esas cosas, incluyendo la mayor de todas, no pueden medirse con las tres dimensiones. Es esto lo que ha dado origen en el mundo a la conciencia materialista de los seres humanos, tan universal y extendida. Esta es la causa de la duda y de la falta de fe que existen con respecto a cuestiones religiosas, a cuestiones místicas y a todos los principios metafísicos, lo mismo que a todas las leyes ocultas.
Al agregar una cuarta dimensión a nuestro concepto de vida, no cambiamos mayormente el punto de vista materialista, si es que lo cambiamos en algo. Centenares de personas de ideas materialistas, admiten la comprensión y la posible existencia de una cuarta dimensión, pero todavía se atienen a la idea de que, a menos que una cosa pueda ser medida por las cuatro dimensiones, no existe, ni tiene sitio en nuestra conciencia como cosa efectiva. Esas personas son en realidad materialistas, que miden y calibran todas las cosas por medio de las tres dimensiones de largo, ancho y alto, agregando una cualidad a estas cosas, gracias a la consideración de la cuarta dimensión.
El procedimiento correcto es recordar que de la misma manera que podemos agregar una dimensión más a las tres fundamentales, también podemos quitar tres de ellas a las cuatro, y dejar entonces una sola dimensión.
Dicho de otro modo, en vez de pensar siempre con las cuatro dimensiones, podríamos pensar que las tres primeras constituyen un grupo y la cuarta dimensión constituye una manifestación separada de la ley natural.
El primer grupo de tres dimensiones corresponde al mundo material y forma parte de nuestra conciencia materialista. La cuarta dimensión debe ser considerada como una ley de la naturaleza, separada y distinta, que no está relacionada de ningún modo con las otras tres dimensiones. De igual manera que podemos agregar esta cuarta dimensión a las otras tres, o dejar de tomarla en cuenta, así también podemos dejar de tomar en cuenta las tres dimensiones y juzgar todas las cosas tomando como única base la cuarta dimensión.
Si fuéramos a elegir un nombre más apropiado para la cuarta dimensión, yo la llamaría la dimensión Cósmica y llamaría a las otras tres, las dimensiones mundanas.
Al considerar las cosas, de una manera general, sería razonable examinarlas desde ambos puntos de vista, el materialista y el Cósmico. Es esto lo que el estudiante de ocultismo y de metafísica hace.
Parecería razonable y lógico hacerlo, pero en realidad, es esto un grave error que cierra la puerta de nuestra conciencia a la consideración verdadera de las cosas, tal como son.
Para explicar claramente lo que quiero decir, supongamos que las tres dimensiones de largo, ancho y profundidad son las dimensiones que nos da nuestro cuerpo humano. Y digamos que la cuarta dimensión es la que pone un alma en nuestros cuerpos y hace que nuestros cuerpos vivan y tengan energías vitales.
El materialista cree solamente en las tres dimensiones y dice que el hombre es solamente un cuerpo físico.
El estudiante de metafísica y de ocultismo, dice al materialista que está equivocado y que la cuarta dimensión osea el alma, debe agregarse al cuerpo para tener un concepto perfecto de lo que es el hombre.
Semejante estudiante cree que es únicamente por la unión del alma y el cuerpo, como tenemos evidencia o prueba de la existencia de las cosas vivientes.
Pero de la misma manera en que podemos tener un cuerpo de tres dimensiones sin alma, así también podemos tener un alma como si fuera una cuarta dimensión, sin cuerpo alguno.
Los estudiantes de mística generalmente aceptan el cuerpo y el alma como dos entidades separadas, y que pueden separarse o unirse. Ahora bien, quiero decir a esos estudiantes que el verdadero concepto místico de las cosas es ignorar las primeras tres dimensiones y verlo todo desde el punto de vista de la cuarta dimensión únicamente.
¿Qué nos dan las primeras tres dimensiones que sea de alguna importancia?
Largo, ancho y profundidad son términos materialistas. Ellos miden el tiempo y el espacio y nada más. Solo tienen que ver con la materia y con su comprensión objetiva. El tiempo y el espacio son cosas puramente imaginarias que no tienen lugar en la comprensión cósmica y que están completamente más allá de toda dimensión, desde el punto de vista cósmico.
Punto de Vista Cósmico.
Desde el momento en que consideramos las cosas desde el punto de vista cósmico, el tiempo y el espacio quedan eliminados. Eliminamos también la anchura, la altura y profundidad. La longitud de una cosa es el espacio que ocupa, lo mismo sucede con la anchura y la profundidad. Si no tuviéramos concepto de tiempo y espacio, nunca tendríamos el concepto de las primeras tres dimensiones.
Pero con la cuarta dimensión todo es diferente. La cuarta dimensión se relaciona con la naturaleza de las cosas y con su verdadera existencia cósmica, indepen-dientemente de sus cualidades materialistas.
En el mundo cósmico todo existe a causa de la cuarta dimensión. En el plano de la tierra, la cuarta dimensión es la causa de la naturaleza de las cosas, mientras que las otras tres dimensiones son la causa de la visibilidad objetiva de las cosas.
En la Cuarta Dimensión.
Si pasamos a examinar la posibilidad de las leyes de la cuarta dimensión, inmediatamente vemos que las cosas pueden existir en este universo sin tener longitud, anchura, ni profundidad. Tales cosas, entonces, tendrían toda la naturaleza que la cuarta dimensión les diera, pero serían invisibles a nuestros ojos e inconmensurables por cualquiera unidad materialista. Por lo tanto, vemos que la cuarta dimensión nos ayuda a comprender y a apreciar el gran mundo invisible e intangible.
Si el hombre se despojara súbitamente de las primeras tres dimensiones y viviera únicamente en la cuarta, seria invisible para el ojo objetivo y seria intangible para los sentidos objetivos. No solamente nos sería imposible verlo, sino que tampoco podríamos tocarlo, ni sentirlo, ni palparlo. Semejante persona no estaría en algún estado mental extraño, sino simplemente, poseería un estado espiritual inusitado.
Mientras ustedes leen estas consideraciones, puede estar de pie junto a ustedes, un ser humano de la cuarta dimensión. Semejante ser humano tendría la naturaleza que la cuarta dimensión da a nuestro cuerpo físico, pero esa persona no tendría la manifestación de las otras tres dimensiones, largo, ancho y grueso. Por lo tanto, ustedes no verían a esta otra persona, ni la sentirían, ni sabrían que está allí, excepto por medio de algún sentido psíquico. Al comprender esto, comprenderemos también que todo espacio que nos rodea y aún el espacio muy limitado de nuestro cuarto, en el cual vivimos, de nuestras oficinas, y nuestros automóviles y vehículos, pueden estar llenos de manifestaciones de la naturaleza de la cuarta dimensión, sin que sepamos nada de ellas, sin que oigamos nada de ellas, ni veamos nada de ellas.
Es solamente cuando la esencia y el espíritu de la cuarta dimensión toman en sí mismos las otras tres dimensiones, cuando las cosas se hacen objetivamente visibles. La mente objetiva del hombre, necesita que las otras tres dimensiones objetivas sean agregadas a la cuarta, para que sea posible ver y medir y comprender las cosas. Pero el hombre necesita desarrollar sus sentidos psíquicos y sus cualidades psíquicas hasta el grado en que pueda sentir las manifestaciones de la cuarta dimensión, aún en ausencia de las otras tres dimensiones.
Esto es precisamente lo que sucede cuando el estudiante de ocultismo y de mística se refiere a muchas cosas invisibles e intangibles, diciendo que tiene contactos con ellas de vez en cuando y que las siente. Esta él en armonía con la cuarta dimensión y está completamente independiente de las otras tres dimensiones. Si desde este mismo día, procedéis a ignorar la necesidad de tomar en cuenta las tres dimensiones y a comprender que sólo la cuarta dimensión es la que manifiesta real y efectivamente la naturaleza verdadera de las cosas, hallaréis que el mundo puede estar lleno de criaturas, de cosas vivientes, de plantas y árboles, flores y otras cosas, que son desconocidas de todos aquellos que se atienen rígidamente a la consideración de las dimensiones primeras, tal como se ha dicho anteriormente.
Dr. H. Spencer Lewis, F. R. C. 1.947
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