12/6/18

La Serpiente Cósmica (I)


En las Doctrinas religiosas de los gnósticos es donde puede verse mejor el verdadero significado de la Serpiente, del Dragón y de todos esos símbolos de los Poderes llamados ahora el Mal, que fueron los que, en sus enseñanzas, divulgaron la naturaleza esotérica del Ain Soph en la Kábala.

La Kábala llama a esta primera emanación espiritual del Ain Soph “el Inefable Anciano de los Días”, que es el Ser de nuestro Ser, el Padre y Madre en nosotros. El Ser de todos los seres. Él es lo que es, lo que siempre ha sido y lo que siempre será. Causa del Espíritu y de la Materia. No pudiendo expresarse Ain Soph en el mundo físico limitado, se expresa por medio de los Diez Sephirots.
Durante la Noche Cósmica el Universo se desintegra en Ain Soph y sólo existe en su mente y en la de sus Dioses, pero lo que en la mente de Él y en la Mente de Ellos existe, es objetivo en el Espacio Abstracto Absoluto.

En Ain Soph existe una extraña evolución que ni los Dioses ni los hombres conocen. Más allá del Intimo está el Logos o Cristo. Más allá del inefable Anciano de los Días está Ain Soph o el Absoluto. A su exhalación se llama Día Cósmico (Mahanvantara), a su inhalación Noche Cósmica (Gran Pralaya).
Si al final del Mahanvantara, las Siete Dimensiones básicas del Universo quedan reducidas a un simple punto matemático que se pierde como una gota entre el Gran Océano, es evidente que entonces el Tiempo deja de existir. Su verdadero significado lo ocultaban los rabinos, mientras que los cristianos, con pocas excepciones, no sabían nada acerca de él.

Seguramente que Jesús de Nazareth no hubiera aconsejado a sus apóstoles que se mostrasen tan sabios como la serpiente, si esta hubiera sido un símbolo del Demonio; ni tampoco los Ofitas, los sabios gnósticos egipcios de la “Fraternidad de la Serpiente”, hubieran reverenciado a una serpiente viva en sus ceremonias como emblema de la Sabiduría, la divina Sophia y representación del bien, no del mal, si ese reptil hubiera estado relacionado con Satán. El hecho es que, hasta como ofidio común, ha sido siempre un símbolo de dualidad, y el Dragón no ha sido más que un símbolo de la deidad manifestada en su gran Sabiduría.

El “dragón volador” de los pintores primitivos puede ser una pintura exagerada de un animal antediluviano real extinguido. Las Enseñanzas Ocultas indican que en los antiguos tiempos existían tales seres, como los dragones voladores, una especie de pterodáctilos, y que esos lagartos alados gigantescos sirvieron de prototipos para los Seraph de Moisés y su gran Serpiente de Bronce.

La “serpiente ardiente que vuela” sobre un pedestal y adorada por sus capacidades curativas, representa de un modo simbólico a Enki, el dios sumerio de la curación, que fue asociado a menudo con el símbolo de la serpiente. Existe también una curiosa semejanza de la serpiente enrollada en un poste con el Caduceo de los griegos.
En el Poema de Gilgamesh la serpiente que roba la planta mágica del héroe se llama “seru” y la semejanza de las palabras sugiere un origen común. El término también se encuentra en la mitología hindú, que tiene antecedentes sumerios.

Hay un pequeño antiguo documento cristiano que se refiere no solamente a los dioses serpiente sino también a los dioses del panteón Sumerio. Este himno cristiano tiene probablemente su origen en un rezo sumerio. Llamado el Rezo de José, forma parte de los Papiros Mágicos, de origen griego, data del siglo II d.C. Comienza con la alabanza: “Padre de los patriarcas, padre de todas las cosas, padre de todas los poderes del cosmos, creador de todo, creador de los ángeles y los arcángeles, el creador de los nombres de la redención, Yo te invoco.”
Después de algunas invocaciones más, el rezo continúa: “Tú que te sientas sobre la Sagrada montaña del Sinaí, tú que te sientas sobre el mar, tú que te sientas sobre los dioses serpiente, el dios que se sienta sobre el dios del sol.”.
Además de la referencia tácita a los dioses serpiente, también se refiere al dios que se sienta sobre el mar. Aunque la línea está incompleta, parece ser una referencia velada al dios sumerio del agua Enki y a su palacio de agua o Abzu. El referido Dios Sol es probablemente Utu/Shamash, mientras que el dios del Monte Sinaí es Ishkur/Adad. Así, la invocación parece ser dirigida a Enlil (Zeus), el dios del panteón cananita que más adelante fue conocido como “El” en el Antiguo Testamento.

Continuará...

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