En
las Doctrinas religiosas de los gnósticos es donde puede verse mejor
el verdadero significado de la Serpiente, del Dragón y de todos
esos símbolos de los Poderes llamados ahora el Mal, que fueron los
que, en sus enseñanzas, divulgaron la naturaleza esotérica del Ain
Soph en la Kábala.
La
Kábala llama a esta primera emanación espiritual del Ain Soph “el
Inefable Anciano de los Días”, que es el Ser de nuestro Ser, el
Padre y Madre en nosotros. El Ser de todos los seres. Él es lo que
es, lo que siempre ha sido y lo que siempre será. Causa del Espíritu
y de la Materia. No pudiendo expresarse Ain Soph en el mundo físico
limitado, se expresa por medio de los Diez Sephirots.
Durante
la Noche Cósmica el Universo se desintegra en Ain Soph y sólo
existe en su mente y en la de sus Dioses, pero lo que en la mente de
Él y en la Mente de Ellos existe, es objetivo en el Espacio
Abstracto Absoluto.
En
Ain Soph existe una extraña evolución que ni los Dioses ni los
hombres conocen. Más allá del Intimo está el Logos o Cristo. Más
allá del inefable Anciano de los Días está Ain Soph o el Absoluto.
A su exhalación se llama Día Cósmico (Mahanvantara), a su
inhalación Noche Cósmica (Gran Pralaya).
Si
al final del Mahanvantara, las Siete Dimensiones básicas del
Universo quedan reducidas a un simple punto matemático que se pierde
como una gota entre el Gran Océano, es evidente que entonces el
Tiempo deja de existir. Su verdadero significado lo ocultaban los
rabinos, mientras que los cristianos, con pocas excepciones, no
sabían nada acerca de él.
Seguramente
que Jesús de Nazareth no hubiera aconsejado a sus apóstoles que se
mostrasen tan sabios como la serpiente, si esta hubiera sido un
símbolo del Demonio; ni tampoco los Ofitas, los sabios gnósticos
egipcios de la “Fraternidad de la Serpiente”, hubieran
reverenciado a una serpiente viva en sus ceremonias como emblema de
la Sabiduría, la divina Sophia y representación del bien, no del
mal, si ese reptil hubiera estado relacionado con Satán. El hecho es
que, hasta como ofidio común, ha sido siempre un símbolo de
dualidad, y el Dragón no ha sido más que un símbolo de la deidad
manifestada en su gran Sabiduría.
El
“dragón volador” de los pintores primitivos puede ser una
pintura exagerada de un animal antediluviano real extinguido. Las
Enseñanzas Ocultas indican que en los antiguos tiempos existían
tales seres, como los dragones voladores, una especie de
pterodáctilos, y que esos lagartos alados gigantescos sirvieron de
prototipos para los Seraph de Moisés y su gran Serpiente de Bronce.
La
“serpiente ardiente que vuela” sobre un pedestal y adorada por
sus capacidades curativas, representa de un modo simbólico a Enki,
el dios sumerio de la curación, que fue asociado a menudo con el
símbolo de la serpiente. Existe también una curiosa semejanza de la
serpiente enrollada en un poste con el Caduceo de los griegos.
En
el Poema de Gilgamesh la serpiente que roba la planta mágica del
héroe se llama “seru” y la semejanza de las palabras sugiere un
origen común. El término también se encuentra en la mitología
hindú, que tiene antecedentes sumerios.
Hay
un pequeño antiguo documento cristiano que se refiere no solamente a
los dioses serpiente sino también a los dioses del panteón Sumerio.
Este himno cristiano tiene probablemente su origen en un rezo
sumerio. Llamado el Rezo de José, forma parte de los Papiros
Mágicos, de origen griego, data del siglo II d.C. Comienza con la
alabanza: “Padre de los patriarcas, padre de todas las cosas, padre
de todas los poderes del cosmos, creador de todo, creador de los
ángeles y los arcángeles, el creador de los nombres de la
redención, Yo te invoco.”
Después
de algunas invocaciones más, el rezo continúa: “Tú que te
sientas sobre la Sagrada montaña del Sinaí, tú que te sientas
sobre el mar, tú que te sientas sobre los dioses serpiente, el dios
que se sienta sobre el dios del sol.”.
Además
de la referencia tácita a los dioses serpiente, también se refiere
al dios que se sienta sobre el mar. Aunque la línea está
incompleta, parece ser una referencia velada al dios sumerio del agua
Enki y a su palacio de agua o Abzu. El referido Dios Sol es
probablemente Utu/Shamash, mientras que el dios del Monte Sinaí es
Ishkur/Adad. Así, la invocación parece ser dirigida a Enlil (Zeus),
el dios del panteón cananita que más adelante fue conocido como
“El” en el Antiguo Testamento.
Continuará...
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